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Channel: MISCELÁNEAS CULTURALES
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Juego de humanos*
Cuando Belkis Cuza Malé, pitonisa por derecho propio de la cultura cubana, escribió su poemario Juego de damas entre 1964 y 1968, no podía imaginar que en 1971 el libro recién publicado sería “secuestrado” por la Seguridad del Estado del régimen de Fidel Castro, y desaparecido de los ojos de sus lectores potenciales hasta el año 2002, en que fue editado por Término Editorial de Cincinnati, Ohio, para fortuna de los amantes de la Poesía.
Y es que pocos autores y pocos libros pueden darse el lujo de esperar 40 años entre su creación y su difusión definitiva, sin que su discurso pierda frescura y eficacia, como ocurre felizmente en este caso.
Juego de damas parece acabado de escribir ahora mismo, como si Heberto y Belkis no se hubieran salido del juego castrista en 1968, ni tenido que pasar por las mazmorras de Villa Marista; Heberto durante más de un mes, a partir del asalto a su apartamento el 20 de marzo de 1971, por haber escrito su premiado libro Fuera del juego.
Es completamente irónico que ambos poetas usaran en sus dos libros la palabra “juego”, cuando debían haber sabido muy bien que si con algo estaban jugando era con candela, y no precisamente con fuego fatuo de las antiguas tumbas de esclavos cimarrones, palabra que me viene a la mente ahora por primera vez para calificar a Belkis y a Heberto, pues fueron ellos dos justamente los primeros “cimarrones” de la literatura cubana huyendo del control absolutista del estado, previsto ya por Virgilio Piñera en la reunión de los intelectuales con Fidel en 1961 en la Biblioteca Nacional, cuando el autor de Electra Garrigó declaró ante nuestro Saturno tropical “yo tengo mucho miedo”, y después le dijo a un enardecido Bola de Nieve “Bola se ha creído que es la mujer de Roberpierre”.
Claro que Virgilio pagó cara su osadía con largos años de ostracismo, y los rancheadores de la uneac salieron después a perseguir a nuestros dos primeros cimarrones literarios cumpliendo órdenes de su mayoral.
El caso Belkis-Padilla –porque aquí me permito editar la historia, que casi siempre ha dejado a Belkis de lado– fue un verdadero aldabonazo para la izquierda fascinada con el castrismo, y en 1980 el matrimonio pudo por fin abandonar el barracón.
Salvada la parte histórica, la poesía de Belkis Cuza Malé brilla con luz propia; no es ella una especie de luna que refleja los rayos del rey-sol Padilla, porque si deslumbrante es Fuera del juego, no menos fascinante y tremendo es Juego de damas, libro al que yo titularía El juego humano, para desenmarcarlo de cualquier intención sexista/feminista que el lector pudiera inferir de su título original, y que en realidad nada tiene que ver con el cliché del lugar común sobre la poesía femenina que la propia escritora aborrece.
Pero como también “las damas” es un juego de mesa, algo así como un ajedrez menor, no toquemos el título de Belkis para su libro, que es cualquier cosa menos “femenino”.
Juego de damas es un libro recio, contundente, auténtico; sin remilgos complacientes en su lenguaje, casi prosa a veces.
Dividido en tres partes totalmente asimétricas, abre el fuego con el bloque titulado Los fotogénicos, como el poema donde… “ninguno está seguro del otro,/ pero navegan,/navegan con la isla por todos los mares del mundo”, para continuar con un despliegue de imágenes audaces, desinhibidas, casi gráficas, pero sin llegar a porno…, porque no alcanzan a provocar lascivia por lo tremendo del drama subyacente: … “escucha mis quejidos, se asoma al ojo de la cerradura./Lo está mirando todo:/
tú, vestido,/yo, desnuda, estirándome como una garza/en la alberca”.
En el poema Fausto, la poeta apura la copa; empieza a quitar el pie del freno involuntario: … “¿Es que otros Faustos recorren la ciudad?”.
Toques surrealistas refrescan el viaje por el universo belkiniano; y hasta dan deseos de acompañarla cuando dice que “Rimbaud y yo nos hacemos al mar /en un gran elefante blanco”…
Ya en el núcleo del poemario, que también le da nombre al libro, cuando dice: … “No hay duda./ Alguien prepara su trampa,/está acechando con el ojo bueno,/ mientras juega a la zurda como un tahúr sin suerte”, Belkis se arriesga con la paranoia totalitaria, porque, pitonisa al fin, acertó en lo de “tahúr zurdo tramposo sin suerte”.
Culta pero sin pedantería, ese “Tu voz me sabe a Bach, /sube por mi boca,/toca mi sexo,/me desnuda”, me remonta a Carilda, por la calidad de las imágenes que convocan ambas cuando se las lee, no por semejanza, porque Belkis no es secuela de nadie, ni de sí misma, pues siempre se reinventa.
Sin ningún remilgo, se baja del pedestal barroco para “meter” una fase coloquial de barrio: “Caballero, ¿usted sabe lo que es comerse un cable?”, en su poema La mujer fatal.
En Están haciendo una muchacha para la época, ya anda Belkis desbocada dejándole rastros al futuro rancheador castrista: … “con mucha cal y pocas herramientas”.
En Retrato de una dama que ha perdido la ilusión, se debe haber disparado la alarma en la uneac contra esta dama, que no es coja ni boba, y mucho menos loca, aunque les haya roto el plan, y no me cabe duda de que Mujer desahuciada los debe haber sacado de quicio, al finalizar diciendo que … “No es posible apasionarse con nada,/ni siquiera con la pasión misma”.
Por si quedaran dudas de la eficacia del lenguaje poético de la “acusada” e interfecta poeta, en Crítica a la razón pura, Belkis se pone la soga al cuello cuando declama al final que … “Ella es la muchacha/ que ustedes necesitan destruir/para sentirse más fuertes”.
En el tercer y último bloque, titulado La rueda, Belkis comienza como a frenar, aunque en Los viejos incendiarios vuelve a clavar su culta pica en el lomo de la bestia, y la hinca todavía más en el poema En el museo de la vida, al cuestionarse, tras preguntar qué somos: “¿Conquistadores gloriosos del porvenir?”
Premonitoria siempre –por eso la llamo nuestra pitonisa nacional– , en Compro muebles viejos: sillas, camas, bastidores… afirma: … “y el nuevo propietario comienza a pensar /que él es el otro,/que todo lo que toca se convierte en sal y agua”…, como desgraciadamente ocurriría en realidad, porque ese “nuevo propietario” hasta la sal le tiene racionada a nuestro pueblo.
Finaliza el poemario con Grabado, y eso es justamente este libro, una visión impresionista de la realidad cubana de los años sesenta, con toques surrealistas y tono coloquial, que lo hacen un documento inapreciable para entender la doble paranoia del cubano después de 1959, sea o haya sido cimarrón o rancheador.
15 de julio del 2009
*Publicada en el Blog La Reina de la Noche, de Isis Wirth, el 17 de julio del 2009.


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