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'La casa verde': todo lo prohibido, todo lo prohibido

Mario Vargas Llosa y a su izq. Julio Cortázar. (POETASDELFINDELMUNDO)
La ciudad y los perros encendió en 1963 las luces. Puso los reflectores sobre el joven periodista peruano Mario Vargas Llosa, que había publicado en Lima un racimo de buenos cuentos y se aparecía ahora con una novela escrita con una música particular, hecha con las guitarras de siempre pero con sus cuerdas afinadas de otra manera.
La casa verde (1965) demostró que aquel resplandor era definitivo y reafirmó que la prosa de la lengua española sería más laberíntica y universal gracias a la explosión de una bomba preparada en Hispanoamérica que todavía no había estallado. Ni se llamaba Boom.
La segunda novela de Vargas Llosa, mostró que los cambios formales y las aventuras y rejuegos con el tiempo y las palabras de su primer libro se intensificaron, se hicieron tan hondos y difíciles que llegaron hasta niveles escandalosos para algunos críticos, que acusaron de inmediato al intelectual de hacer tan misteriosas y raras las vías de su relato que los pobres lectores no lo podrían comprender.
Con todas sus exigencias y rigores, se hizo popular. La historia avanza por diferentes espacios y tiempos que se alteran y pueden ser parte de la realidad o de la imaginación del autor y con solo prestar atención (y dejarse llevar por las indicaciones de Vargas Llosa) cualquiera que se adentra en sus páginas puede armar la estructura de la novela, enterarse de todo, disfrutarla, recibir sus mensajes y conocer en persona a Don Anselmo y la atmosfera densa de la casa que abrió en los arenales de Piura.
El español Juan Goytisolo se lanzó de lleno en la polémica sobre los encontronazos de la lectura de la novela con este párrafo lúcido y esclarecedor: "Navegar por el río de palabras de La casa verde es una incitante aventura. El relector va de sorpresa en sorpresa, arrimándose a sus orillas para tomar aliento y recapitular acerca de lo leído antes de emprender una nueva etapa de su periplo. La ambición creadora de su autor, difícilmente aprehensible en una somera lectura, se nos desvela entonces con nitidez. La reconstrucción de rompecabezas es tarea ardua pero su recompensa aguarda a quienes no se arredran ante la dificultad y apuestan por el triunfo final de la literatura".
Vargas Llosa ha contado que los recuerdos de una choza de tablas pintada de verde que vio en 1946 y la deslumbrante Amazonia que conoció en un viaje 12 años después por el Alto Marañón le dieron los personajes y las historias de la novela. Y que la mayor deuda que contrajo con esa obra fue, precisamente, por los aportes formales, con William Faulkner, "en cuyos libros descubrí las hechicerías de la forma en la ficción, la sinfonía de puntos de vista, ambigüedades, matices, tonalidades y perspectivas de que una astuta construcción y un estilo cuidado podían dotar a una historia".
El primero en hacer un examen sincero y a degüello a La casa verde fue un amigo de Vargas Llosa que vivía en Europa, un argentino implacable y sagaz que se llamaba Julio Cortázar. El peruano le envío por correo el manuscrito y su compañero se lo devolvió con una carta que, fuera de dos o tres asuntos personales y saludos para conocidos, era una crítica literaria acompañada por violines. "Vos sos América", le dice a Vargas Llosa el autor de Rayuela, "la tuya es la verdadera luz americana".
"La novela me interesa profesionalmente", escribe, "hay algo que tengo que decirte de entrada y sin el menor regateo: en el plano técnico, La casa verde es maravillosa". Cortázar añade: "Yo, que soy melómano incurable, no encuentro otra manera de decirte hasta qué punto la trama de tu libro me parece una especie de potenciación, de proyección hacia ese plano de la arquitectura sonora, sin la cual ninguna obra humana (plástica, literaria o poética) puede superar sus limitaciones".
Esa novela, con la memoria de sus viajes al Perú profundo y con la presencia asimilada de las hechicerías de Faulkner, recibió en 1967 el primer Premio Rómulo Gallegos, convocado por las autoridades culturales de Venezuela. La casa verde, que se había publicado en Barcelona, y el nombre de su autor, pasaron de repente a los principales espacios de la prensa de América Latina y España y de cualquier lugar del mundo donde se moviera el interés por la literatura.
El galardón con el nombre del maestro venezolano, recibido hace 50 años por La casa verde, consolidó y universalizó al autor peruano y comenzó la promoción de lo que sería después el Boom latinoamericano porque los dos siguientes premios Rómulo Gallegos recayeron sobre Gabriel García Márquez por Cien años de soledad y Carlos Fuentes por Terra nostra.
Vale la pena volver sobre este libro escrito hace más medio siglo para comprobar, después del arduo ejercicio de la lectura, que Mario Vargas Llosa lo firmó anoche, lejos de Perú, en una pequeña habitación de París.

Este texto apareció originalmente en El Mundo. Se reproduce con autorización del autor.

TOMADO DE:     
 http://www.diariodecuba.com/de-leer/1510137295_35172.html
 

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Música a Miguel Hernández

El álbum 'La voz que no cesa' cierra un año de homenajes por el 75 aniversario de la muerte del poeta

Miguel Hernández, en una imagen sin datar.
Miguel Hernández, en una imagen sin datar.
Como cierre a un año de homenajes por el 75º aniversario de la muerte de Miguel Hernández, se presenta El canto que no cesa, un álbum producido por Paco Ortega, interpretado por grandes artistas del panorama musical nacional y con la colaboración de la Diputación de Jaén, que es propietaria del legado del poeta. El disco nace como un homenaje en el que se ha puesto música a poemas de Hernández, se han versionado canciones que ya existían o se han creado nuevas para recordarle. “He escogido a las voces que más me emocionan y que representan estilos diferentes”, declara Ortega.
Concha Buika, Miguel Ríos, Aziza Brahim, Sole Giménez y el propio Paco Ortega han preferido escoger poemas de Hernández para componer ellos mismos la música y cantarlos. “Hay que seguir hablando de él, le tenemos que seguir teniendo en cuenta”, destaca Sole Giménez, la exvocal del grupo Presunto Implicados. Giménez ha escogido Tus cartas son un vino para hacer su particular homenaje. “Tenía una musicalidad escondida, parecía que estaba esperándome”, confiesa la artista.
José Mercè y jovencísima Ana Corbel han realizado dos versiones nuevas de temas que ya se habían publicado en el pasado. En el caso del cantaor es La canción del esposo soldado, ya interpretada por Serrat. Mientras, Corbel reinterpreta Andaluces de Jaén de Paco Ibáñez. Serrat y Silvio Rodríguez entonan Elegía I y Elegía II, respectivamente, dos temas originales por licencia. Por último, Víctor Manuel y Mayte Martín cantan dos canciones nuevas y dedicadas al poeta.
“Cuando me llamo Paco [Ortega] me di cuenta de que ya tenía la canción perfecta”, declara Víctor Manuel. En 1976 el artista había creado un tema para un homenaje a Miguel Hernández que se celebraba en Orihuela, pero la censura prohibió el acto y el tema nunca se llegó a publicar. Parece que Para un homenaje a Miguel Hernández, que así se llama, estaba esperando a este momento para salir a la luz.
El disco que ya está a la venta en tiendas (por alrededor de 15 euros) y en internet (por unos 7 euros). Los beneficios que se obtengan irán a parar la ONG Quesada Solidaria que gestiona ayuda para los refugiados.

TOMADO DE: https://elpais.com/cultura/2017/12/22/actualidad/1513940310_243119.html

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El ratón, el sexo y García Lorca

Ian Gibson, un dublinés llegado a España en los sesenta, fue quien se encontró con el fantasma de Federico

El hispanista Ian Gibson, en el barranco de Víznar (Granada), en 2000.
El hispanista Ian Gibson, en el barranco de Víznar (Granada), en 2000.
Si el navegante digital deja que el ratón se explaye a su aire por la Red, guiado por su instinto se detendrá sin ninguna duda en cualquier noticia que tenga que ver con el sexo. Basta con escribir esta palabra para que todos los ratones del mundo comiencen a clicarla como si devoraran el queso más sabroso. El sexo y la dieta para adelgazar no tienen rival en las listas de lo más buscado en la Red, pero este interés también lo comparten dos personajes de la historia contemporánea, Adolf Hitler y Federico García Lorca. De hecho, si el ratón encuentra esos nombres en el camino, se detiene y comienza a hurgar. Por Hitler el ratón siente una diabólica fascinación y de Lorca le atrae la tragedia de su muerte que une la aureola prodigiosa de sus versos con el misterio de su cadáver no encontrado como si se tratara de un crimen actual todavía sin resolver.
El nombre de García Lorca era impronunciable en aquella Granada de 1957 donde estudié un curso en la facultad de Derecho en las mismas aulas, de las que se sirvieron los franquistas para hacinar a los presos en los primeros días de la Guerra Civil. En ellas también había estudiado Federico y desde allí fue transportado a Víznar para ser ejecutado en uno de los barrancos de alrededor. Por supuesto los catedráticos de la facultad sabían de sobra que el fantasma del poeta sobrevolaba aquel claustro lleno de risas estudiantiles, pero no oí que nadie de ellos pronunciara nunca su nombre. Durante mis correrías nocturnas por los bares de la Alcaicería de Granada a veces me encontraba con un señor siempre bebido que solía lloriquear ante una copa de vino repitiendo una y otra vez: "Perdóname, Federico, perdóname”. Después supe que era el mayor de los hermanos Rosales, jefe de la Falange. Pero, ¿quién sería ese Federico? Era impensable que alguien te diera una respuesta franca, abierta y sin miedo. Por mi parte, a los 18 años, sabía vagamente que era el poeta de Romancero Gitano y poco más. Un tiempo después su nombre comenzó a apoderarse de nuestra cultura. Yo mismo en 1969 escribí una pequeña biografía.
Pero ha sido Ian Gibson, un dublinés llegado a España en los sesenta del siglo pasado en busca de pájaros que colmaran su pasión por la ornitología, quien se encontró con el fantasma de Federico y quedó seducido literariamente por su figura hasta el punto de dedicar gran parte de su vida y talento de historiador a dilucidar hasta el último detalle los trágicos avatares de su muerte.
Para este escritor, nacionalizado español, Federico es como un aljibe oscuro e inagotable de agua fresca y amarga. En una mañana soleada de domingo en una terraza de Lavapiés ante una cerveza Gibson dice:
“Hace unos seis meses empecé a sentir la necesidad imperiosa de poner al día mi libro El asesinato de García Lorca, publicado en 1971 por Ruedo Ibérico, en París. Aunque tuvo varias ediciones españolas tras la muerte de Franco, no pude revisarlo a fondo. No podía dejarlo así. Repasar todo el material original, y releer lo aparecido desde entonces, que es copioso, ha sido una tarea ardua, pero creo que ha valido la pena. Ediciones B sacará el libro en abril. Sobre todo he tenido en cuenta la obra fundamental de Eduardo Molina Fajardo, por desgracia póstuma, Los últimos días de García Lorca (1983). Como falangista y periodista muy conocido en Granada, Molina pudo entrevistar, y a veces grabar, a muchísimas personas que jamás habrían hablado conmigo, y consultar archivos fuera de mi alcance. He incorporado numerosos datos procedentes de su trabajo —siempre, por supuesto, con la correspondiente atribución—, también datos relevantes aportados por otros investigadores. Y le doy un repaso a todas las teorías sobre el último paradero de los restos del poeta, así como a las distintas búsquedas al respecto, hasta ahora infructuosas. Sigo pensando que está en Alfacar, muy cerca de donde me señaló en 1966 quien juraba haber enterrado el cadáver”.
Es simplemente atroz que más de 115.000 desaparecidos en la Guerra Civil estén todavía en las cunetas. “Es una indecencia —afirma Gibson— que Rajoy encima se haya jactado públicamente de no haber gastado un euro en la Memoria Histórica. Es una vil calumnia mantener, como hace el PP, que exhumar es reabrir heridas cuando se trata de lo contrario, de cerrarlas”. Como en cualquier crimen el sumario no se cierra del todo mientras no se encuentre el cadáver de la víctima.
Se habla ahora de trasladar de una vez el archivo de la Fundación García Lorca desde la Residencia de Estudiantes a Granada cuando Federico en su ciudad es una herida que no ha dejado de sangrar y muchos pronuncian su nombre todavía en voz baja. No obstante, estén donde estén, sobre sus miles de documentos digitalizados desde cualquier lugar, abriéndose paso entre Hitler y el sexo, el ratón podrá explayarse a su aire.
TOMADO DE:  https://elpais.com/cultura/2018/01/05/actualidad/1515154511_992525.html

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Vicente Aleixandre encara el siglo XXI

Una nueva edición de la ‘Poesía completa’ reivindica al Premio Nobel como el innovador que sigue marcando a las generaciones presentes

Vicente Aleixandre.
Vicente Aleixandre.EL PAÍS
En Vicente Aleixandre, el amor era una fiebre. No se trata de un lugar común. Dios nos libre de aplicarle tal agravio a su genio poético. Resultaba real. El amor o la falta del mismo, que viene a ser idéntica bacteria. En su caso, aplicada a la vida y a su obra. Lo comenta Javier Lostalé, poeta y crítico, que disfrutó como tantos de su magisterio en esas largas, serenas y legendarias tardes de su casa en la madrileña calle Velintonia. Así lo recordaba él este miércoles en la Real Academia Española (RAE) junto a Alejandro Sanz, responsable de esta nueva edición de su Poesía completa publicada por Lumen.“Un compendio que esperamos sirva para entender su figura en el siglo XXI”, asegura Jaume Andreu, editor del trabajo.
La sede de la RAE, “este lugar al que sentía una pertenencia espiritual”, comentó el académico José María Merino, es donde ingresó Aleixandre en 1950. Allí ocupó el sillón O hasta su muerte, en 1984. Seis décadas de intensa creación lo coronaron como un auténtico innovador, que mereció el Premio Nobel en 1977. Pero su huella y su influencia continua vigente en este presente siglo.
Casi 40 años después de recibir el premio aparece su Poesía Completa con algunos inéditos y una sincera vocación de lectura y relectura abiertas. El encargado de ordenarla ha sido Alejandro Sanz, un auténtico experto en Aleixandre, presidente de la Asociación de Amigos del poeta.

Maestro perpetuo de los más jóvenes

Ya lo intuyó en vida Miguel Hernández al descubrir La destrucción del amor: “Leyendo tu libro me siento un primitivo, Vicente. Tan aplicada está tu sensibilidad poética y tan trabajado tu sentimiento universal. He dicho a un amigo que tu obra es para la juventud venidera más que la presente”. Y así fue como profetizó un lazo que dura hasta hoy. Si preguntamos a los poetas más jóvenes, Ana Merino confiesa: “Aleixandre me impresionó mucho de adolescente porque miraba el mundo desde lo que yo intuía y quería definir como una poesía planetaria de los sentidos. Era como si el universo, con toda su fuerza, se mezclara con las sensaciones de los cinco sentidos. Creo que me enseñó a valorar esa capacidad interestelar de los poetas que se funden en el amor”. Algo parecido suscriben autoras como Raquel Lanseros o Beatriz Hernanz,estrechamente vinculadas a la obra de Aleixandre. Para la primera representa "la luz, la concordia, el hedonismo, la libertad del cuerpo y la alegría del placer". A Hernanz siempre le ha marcado su biografía personal y poética, "además de abrirme los ojos hacia nuestro arte en el siglo XX". También Luis Muñoz incide en su vigencia: "Aleixandre es un poeta esencial. Su idea de la poesía como último fracaso al implicar la destrucción de su soporte vivo, creo que es una clave fundamental de su escritura. Es un maestro de la transfiguración de las pasiones en el lenguaje, a través de símbolos e imágenes, con una especie de impotencia increíblemente rica en expresividad y capacidad de sugerencia".
En su caso puede decirse que un libro es todo un destino. Todavía se pregunta por qué un día su padre le regaló una antología del creador, nacido en Sevilla en 1898. Lo marcó de por vida. “Su verbo encendido, cósmico, metafísico, reflexivo, ese irracional enardecimiento que provoca su lectura, su sólida cosmovisión”, afirma Sanz, no lo ha abandonado.
Clara Janés puede figurárselo. La académica asistió también a la presentación de este compendio Aleixandre. Como la poeta cree en el azar, cuando cayó el libro en sus manos, lo abrió por la página 974 –el volumen tiene 1.500- y al sumar le salió: 20. “Daba con una pieza que comenzaba en la anterior, me fui al inicio y en su lectura quedé impresionada por el hallazgo”. Escribe Aleixandre en su poema Cinemática: “Meteoro de negrura./ Tu bulto. Cometa. Lienzos/ de pared limitan cauces/ hacia la noche solo abiertos…”. Le pareció una premonición de nuestro tiempo.
Y el pálpito de un hombre, al que, según Sanz, resulta imposible separar del poeta. “Todo intento es inútil. Cae”. Entre otras cosas porque Aleixandre es el gran notario en permanente pálpito del amor. “No del ensoñado, sino del intensamente vivido, gozado y padecido”. El permanente vigía en busca de una rendija por la que se colara esa “aspiración a la luz”, si nos atenemos a su propia expresión de búsqueda.
Un camino que emprende con Ámbito, prosigue y persigue después en Pasión de la tierra, Espadas como labios, La destrucción o el amor, Mundo a solas, Siembra del paraíso… Así hasta los Poemas de la consumación. O también en aquello que no mueren con él, sino que perviven en sus publicaciones póstumas, caso de sus versos de juventud o sus últimos poemas, también aquí presentes.
Todo el volumen se guía por la ruta que marca esa preciosa brújula de la innovación. “En pocos compañeros de su generación se percibe una evolución tan sólida y ejemplar, tan consecuente y fértil”, apunta Sanz. De tal magnitud, que fue reivindicado por los de la generación del 50 hasta los novísimos. Por no hablar de la ayuda que prestó en vida a los inmediatamente más jóvenes, caso de Miguel Hernández, de quien fue auténtico mentor. La marca de su generoso reconocimiento hacia los demás cuando distinguía señal de talento, también lo definió como uno de los más grandes.

 TOMADO DE;
 https://elpais.com/cultura/2018/01/17/actualidad/1516210876_528386.html


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Muere el poeta chileno Nicanor Parra a los 103 años

El Gobierno de Chile decreta dos días de duelo nacional para despedir al premio Cervantes

Nicanor Parra
El poeta chileno Nicanor Parra.
A los 103 años ha muerto este martes el poeta, matemático, físico y académico chileno Nicanor Parra. Lo ha confirmado el ministro de Cultura del Gobierno de Chile, Ernesto Ottone. El deceso del premio Cervantes 2011, una de los mayores leyendas de la literatura hispanoamericana del siglo XX, se ha producido de madrugada. Hermano mayor de una familia de genios, como la cantautora y artista Violeta Parra, el autor de Poemas y antipoemas pasó sus últimos años de vida en su casa de la localidad costera de Las Cruces, a unos 120 kilómetros de la capital chilena. Su muerte, sin embargo, ha ocurrido en su hogar del municipio de La Reina, en Santiago.
El su ataúd se puede leer Voy&Vuelvo, el texto de unos de sus famosos artefactos, según relató su sobrino Nano Parra afuera de la vivienda de la precordillera de la capital. Indicó que los restos del poeta serán trasladados el jueves por la mañana a Las Cruces, donde esa misma jornada se celebrará el funeral. “Su salud estaba un poquito deteriorada, pero falleció a causa de los años. Nada más, eso es todo”, señaló el pariente del escritor. Y adelantó: “Lo vamos a despedir bailando y cantando”.
En una entrevista con EL PAÍS en 2011, Parra declaró: “Nunca fui el autor de nada porque siempre he pescado cosas que andaban en el aire”. Creador de la corriente llamada antipoesía, Parra era el superviviente del grupo más señero de poetas chilenos contemporáneos, junto a Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Vicente Huidobro y Gonzalo Rojas. Después de publicar en 1937 Cancionero sin nombre, influido por Federico García Lorca, llegó en 1954 el libro que marca en mayor medida su obra y la poesía hispanoamericana del siglo pasado, Poemas y antipoemas.
“Durante medio siglo / la poesía fue / el paraíso del tonto solemne. / Hasta que vine yo / y me instalé con mi montaña rusa. / Suban, si les parece. / Claro que yo no respondo si bajan / echando sangre por boca y narices”, escribió Parra en Versos de salón de 1962.
Su país llora al poeta que revolucionó las letras hispanoamericanas. Sus compatriotas comienzan a llegar hasta su casa de La Reina y de Las Cruces para despedirlo con flores y escritos. El Gobierno ha decretado dos días de duelo nacional, que implica mantener las banderas a media asta y suspender los eventos masivos públicos de celebración. El Museo Violeta Parra, en el corazón del centro de Santiago, ha abierto un libro de condolencias para los ciudadanos, que luego será entregado a la familia.
Las principales autoridades chilenas han comenzado a hacer pública su conmoción. “Chile pierde a uno de los más grandes autores de la historia de nuestra literatura y una voz singular en la cultura occidental. ¡Estoy conmovida por el fallecimiento de Nicanor Parra! Mi más profundo pésame a su familia", ha publicado la presidenta Michelle Bachelet en Twitter.
El presidente electo, Sebastián Piñera, iba a presentar a su gabinete en una ceremonia en la sede del Congreso en Santiago y ha arrancado su discurso aludiendo al fallecimiento del poeta: “Era un hombre que llenó las páginas de nuestra historia, con su talento, imaginación e irreverencia”, ha asegurado Piñera, que pidió un minuto de silencio en honor a Parra. “Lo único que le faltaba para ser inmortal era haber dejado este mundo terrenal”.
Políticos, intelectuales y figuras de la televisión han manifestado su pesar a través de las redes sociales. Hasta la selección chilena de fútbol ha escrito en Twitter: “Creador talentoso en extremo y que siempre dejó el nombre de Chile bien puesto en todos lados. Sin duda, Nicanor Parra fue, es y seguirá siendo un tremendo crack. ¡Buen viaje, don Nica!”.

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"Yo soy el surrealismo": Salvador Dalí

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Fuente: Flickr Autor: Luca Allievi
Fuente: Flickr Autor: Luca Allievi

Como artista extremadamente imaginativo, manifestó una notable tendencia al narcisismo y la megalomanía, cuyo objeto era atraer la atención pública. Esta conducta irritaba a quienes apreciaban su arte y justificaba a sus críticos, que rechazaban sus conductas excéntricas como un reclamo publicitario ocasionalmente más llamativo que su producción artística

Infancia

Salvador Dalí nació el 11 de mayo de 1904, en el número 20 de la calle Monturiol, en Figueras, provincia de Gerona. El hermano mayor de Dalí, también llamado Salvador (nacido el 12 de octubre de 1901), había muerto de un «catarro gastroenterítico infeccioso» unos nueve meses antes, por lo que decidieron ponerle el mismo nombre. Esto marcó mucho al artista posteriormente, quien llegó a tener una crisis de personalidad, al creer que él era la copia de su hermano muerto. Con cinco años, sus padres lo llevaron a la tumba de su hermano y le dijeron que él era su reencarnación, una idea que él llegó a creer.

En 1916 descubrió la pintura contemporánea durante una visita familiar a Cadaqués, donde conoció a la familia de Ramón Pichot, un artista local que viajaba regularmente a París, la capital del arte del momento. Siguiendo los consejos de Pichot, su padre lo envió a clases de pintura con el maestro Juan Núñez. A los catorce años (1919), Dalí participó en una exposición colectiva de artistas locales en el teatro municipal de Figueras y en otra en Barcelona, auspiciada por la Universidad, en la que recibió el premio Rector de la Universidad.

En febrero de 1921 su madre murió a consecuencia de un cáncer de mama. Dalí tenía 16 años.

En 1922 Dalí se alojó en la célebre Residencia de Estudiantes de Madrid para comenzar sus estudios en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Dalí enseguida atrajo la atención por su carácter de excéntrico dandi. Fueron sus pinturas, en las que Dalí tanteaba el cubismo, las que llamaron la atención de sus compañeros de residencia, entre los que se incluían futuras figuras del arte español, como Federico García Lorca, Pepín Bello o Luis Buñuel.

En 1924 un todavía desconocido Salvador Dalí ilustró un libro por primera vez. Era una publicación del poema en catalán Les Bruixes de Llers, de uno de sus amigos de la residencia, el poeta Carles Fages de Climent. Dalí pronto se familiarizó con el dadaísmo, influencia que lo marcó el resto de su vida.
En la residencia también trabó una apasionada relación con el joven Lorca, pero Dalí terminó rechazando los amorosos reclamos del poeta.

Dalí fue expulsado de la Academia en 1926
, poco antes de sus exámenes finales, por afirmar que no había nadie en ésta en condiciones de examinarlo. La maestría de sus recursos pictóricos se refleja en su impecablemente realista Cesta de pan, pintada en 1926. Ese mismo año, visitó París por primera vez, donde conoció a Pablo Picasso, a quien el joven Dalí admiraría profundamente.
Algunas de las características de la pintura de Dalí de aquella época se convirtieron en distintivas para toda su obra posterior. Dalí absorbía las influencias de muchos estilos artísticos, desde el academicismo clásico a las vanguardias más rompedoras. Sus influencias clásicas pasaban por Rafael, Bronzino, Zurbarán, Vermeer y, por supuesto, Velázquez. Alternaba técnicas tradicionales con sistemas contemporáneos, a veces en una misma obra. Las exposiciones de su obra realizadas en Barcelona en aquella época atrajeron gran atención, en la que se mezclaban las alabanzas y los debates suscitados por una crítica dividida.
En agosto de 1929 conoció a su musa y futura esposa Gala. Nacida con el nombre de Elena Dmitrievna Diakonova, era una inmigrante rusa, once años mayor que él, en aquel tiempo casada con el poeta francés Paul Éluard. Ese mismo año, Dalí continuó exponiendo regularmente, ya como profesional, y se unió oficialmente al grupo surrealista afincado en el barrio parisino de Montparnasse. Durante los dos años siguientes, su trabajo influyó enormemente en el rumbo del surrealismo, que lo aclamó como creador del método paranoico-crítico, el cual, según se decía, ayudaba a acceder al subconsciente, liberando energías artísticas creadoras. Gala y Dalí se casaron en 1934 en una ceremonia civil, y volverían a hacerlo por el rito católico en 1958.

En 1931 Dalí pintó una de sus obras más célebres, La persistencia de la memoria (Los relojes blandos), obra en la que según algunas teorías ilustró su rechazo del tiempo como una entidad rígida o determinista.
 
Aunque la mayor parte del surrealismo se había adscrito a ideas políticas de izquierda, Dalí mantenía una posición que se juzgaba ambigua en la cuestión de las relaciones entre arte y activismo político. Los líderes del movimiento, principalmente André Breton, lo acusaron de defender lo «nuevo» e «irracional» del fenómeno hitleriano. Éste y otros factores le hicieron perder su prestigio entre sus camaradas artistas, y a finales de 1934 Dalí fue sometido a un «juicio surrealista» del cual resultó su expulsión del movimiento.
Periodo en Nueva York

En 1940, con la Segunda Guerra Mundial arrasando Europa, Dalí y Gala huyeron a los Estados Unidos, donde vivieron durante ocho años. Después de la mudanza, Dalí retomó su antiguo catolicismo.
En 1941 Dalí entregó un guion cinematográfico a Jean Gabin, titulado Moontide (en español, Marea lunar). En 1942 publicó su autobiografía, La vida secreta de Salvador Dalí.

También escribió una novela, publicada en 1944, sobre un salón de moda para automóviles.
De ahí surgió una caricatura de Erdwin Cox, del The Miami Herald, que presentaba a Dalí luciendo un automóvil como vestido de fiesta.

Fue una de las épocas más fructíferas de su vida, pero también discutida por ciertos críticos, que veían que Dalí difuminaba la frontera entre arte y bienes de consumo al arrinconar la pintura para volcarse más en el diseño y en artículos comerciales.
Últimos años en Cataluña

Desde 1949 Dalí vivió en Cataluña. El descrédito con que Dalí era considerado entre surrealistas y críticos de arte se debiese, al menos en parte, a motivaciones políticas, más que al valor intrínseco de sus obras de arte.
Al final de su carrera, Dalí no se limitó a la pintura, desarrollando nuevos procesos y medios experimentales: creó un boletín y se convirtió en uno de los pioneros de la holografía artística, algo nada extraño considerando su larga exploración artística de juegos visuales. Ya durante sus últimos años, artistas de la talla de Andy Warhol proclamaron al catalán como una de las influencias más notables del pop art.

En su madurez, el artista también se implicó con otras actividades «extra-artísticas» que daban una medida de su enorme popularidad como personaje público. En 1968 Dalí grabó un anuncio televisivo para la marca de chocolate Lanvin, y en 1969 diseñó el logo de Chupa Chups.
En 1980 la salud de Dalí se deterioró seriamente. Con su mujer, Gala —que ya manifestaba síntomas de senilidad—, supuestamente consumió un cóctel de fármacos que dañó seriamente su sistema nervioso, con la consecuencia de incapacitarle prácticamente para la creación artística. Con 76 años, el estado de Dalí era lamentable, y su mano sufría constantes temblores que evidenciaban el progreso de la enfermedad de Parkinson.
En 1982 el rey Juan Carlos I concedió a Dalí el título de marqués de Púbol, que el artista agradeció con un dibujo, titulado Cabeza de Europa, que a la postre resultó ser su último dibujo, y que le entregó tras la visita real a su lecho de muerte.

Gala murió el 10 de junio de 1982. Tras su muerte, Dalí perdió su entusiasmo por vivir. Deliberadamente, se deshidrató seriamente —supuestamente como consecuencia de un intento de suicidio—, aunque justificó su acción como un método de entrar en un estado de animación suspendida, del mismo modo en que algunas bacterias pueden hacer.  En 1984 un incendio de causas desconocidas se declaró en su dormitorio. De nuevo se sospechó de un intento de suicidio, aunque quizás se debiese a negligencia del personal doméstico. De todos modos, Dalí fue rescatado y regresó a su domicilio en Figueras, donde un grupo de artistas, mecenas y colegas artistas se encargaron de su bienestar hasta sus últimos años.

Se ha denunciado que Dalí fue obligado por algunos de sus «cuidadores» a firmar lienzos en blanco que serían vendidos tras su muerte como originales.
En noviembre de 1988 Dalí fue ingresado a raíz de un serio fallo cardíaco, y el 5 de diciembre de 1988 fue visitado por el rey Juan Carlos I, quien le confesó que siempre había sido un fiel admirador de su obra.

El 23 de enero de 1989, oyendo su disco favorito —Tristán e Isolda, de Richard Wagner— murió a causa de una parada cardiorrespiratoria en Figueras, con 84 años, y cerrando el círculo fue enterrado en la cripta de Figueras, situada en su casa-museo.
Simbolismo
Los «relojes blandos», que habían aparecido en 1931, fueron interpretados como una referencia a la teoría de la relatividad de Albert Einstein, y fueron supuestamente creados tras la observación de unos pedazos de camembert expuestos al sol un caluroso día de agosto.
Otro de sus símbolos recurrentes es el elefante, que apareció por vez primera en el Sueño causado por el vuelo de una avispa sobre una granada un segundo antes de despertar (1944). Los elefantes dalinianos, inspirados por el obelisco de Roma de Gian Lorenzo Bernini, suelen aparecer con «patas largas, casi invisibles de deseo», y portando obeliscos en sus lomos. Conjuntadas con esas delicadas extremidades, los obeliscos —en los que algunos han querido ver un símbolo fálico— crean un sentido de fantasmal irrealidad. 
Otro de sus símbolos recurrentes es el huevo. Enlaza con los conceptos de vida prenatal intrauterina, y a veces se refiere a un símbolo de la esperanza y el amor; y así es como se interpreta en su Metamorfosis de Narciso. También recurrió a imágenes de fauna a lo largo de toda su obra: hormigas como símbolo de muerte, corrupción, y un intenso deseo sexual; el caracol como cabeza humana (había visto un caracol sobre una bicicleta en el jardín de Sigmund Freud cuando fue a visitarle; y las langostas como un símbolo de decadencia y terror.
Otros intereses
Dalí trabajó como co-guionista de la película surrealista de Luis Buñuel Un chien andalou (Un perro andaluz), un corto de 17 minutos que incluye alguna de las imágenes antológicas del surrealismo (como el ojo cortado con una cuchilla de afeitar).
Dalí colaboró con reconocidos cineastas como Alfred Hitchcock. El más sonado entre sus proyectos cinematográficos es probablemente la secuencia onírica de Recuerda (1945), en la que se pretendía mostrar aspectos del subconsciente.
El mundo de la moda y la fotografía tampoco quedó libre de su influencia artística. Dalí colaboró con Elsa Schiaparelli en la confección de un vestido blanco con una langosta impresa. Otros diseños de Dalí son un sombrero con forma de zapato y un cinturón rosado con labios en la hebilla. En 1950 diseñó un «vestido para el año 2045» en colaboración con Christian Dior. También creó sus propios diseños textiles y botellas de perfume. Su aportación al mundo de la fotografía se ve ampliamente reflejada en sus colaboraciones con Man Ray, Brassaï, Cecil Beaton y Philippe Halsman. 
Inspirado por el «principio de incertidumbre» de Werner Heisenberg, Dalí escribió en 1958 un Manifiesto de la antimateria: «En el período surrealista, quería crear la iconografía del mundo interior y lo maravilloso de mi padre Freud. Hoy, el mundo exterior y el de la física ha trascendido a aquel de la sicología. Mi padre, hoy, es el doctor Heisenberg».
Su visión de la arquitectura se refleja en la construcción de su casa en Portlligat, cerca de Cadaqués, así como en el pabellón surrealista —llamado Sueño de Venus— que fue expuesto en la Exposición Internacional de Lieja (1939).

Al igual que había hecho su muy admirado colega Marcel Duchamp, una de las obras más notables de Dalí resultó ser una persona. En 1965 Dalí conoció en un club francés a la modelo de moda Amanda Lear, conocida artísticamente como Peki d'Oslo.
Ideología y personalidad

Las ideas políticas de Salvador Dalí desempeñaron un papel muy relevante en sus inicios artísticos. Posteriormente se le acusó de apoyar ideológicamente el franquismo. Dalí nunca fue antisemita como se desprende de su amistosa relación con el afamado arquitecto y diseñador Paul László, que era judío. Manifestó una profunda admiración hacia Freud—a quien conoció personalmente— y hacia Albert Einstein, a juzgar de sus escritos.
En su juventud el artista estuvo relacionado con el anarquismo y el comunismo. En sus escritos se suelen encontrar afirmaciones políticas —probablemente, más dirigidas a impresionar al público por su radicalidad que basadas en una inspiración profunda— que señalan cierta vinculación con el activismo político del dadaísmo. Con el avanzar de los años, sus adhesiones políticas cambiaron, especialmente según el surrealismo se identificó con el liderazgo de André Bretón, de orientación trotskista. En diversas ocasiones, Breton pidió explicaciones a Dalí por sus relaciones políticas. De cualquier modo, ya en 1970 Dalí se declaró como un «anarco-monárquico», dando pie a numerosas especulaciones sobre esta orientación política (indudablemente minoritaria).
Obras más famosas
- Paisaje cerca de Figueras (1910)
- Vilabertin (1913)
- Fiesta en Figueras (1916)
- Vista de Cadaqués con la sombra del monte Pani (1917)
- Viejo crepuscular (1918)
- Puerto de Cadaqués (Noche) y Autorretrato en el estudio (1919)
- El padre del artista en la playa de Llaner y Vista de Portdogué (Port Aluger) (1920)
- Jardín de Llaner (Cadaqués) y Autorretrato (1921)
- Escena de cabaret y Sueños noctámbulos (1922)
- Autorretrato con humanidad y Autorretrato cubista con La Publicitat (1923)
- Bodegón con botella de ron y Retrato de Luis Buñuel (1924)
- Gran arlequín y pequeña botella de ron y una serie de retratos realistas para su hermana - Ana María, especialmente Muchacha en la ventana (1925)
- El cesto de pan y Joven de Figueres (1926)
- Composición con tres figuras (Academia neo-cubista) y La miel es más dulce que la sangre (su primera obra surrealista de importancia) (1927)
- Un chien andalou (Un perro andaluz) película en colaboración con Luis Buñuel, El juego lúgubre, El gran masturbador, Los primeros días de la primavera, La profanación de la Hostia, El enigma del deseo, El hombre invisible, Los placeres iluminados y Retrato de Paul Éluard (1929).
- La edad de oro, película en colaboración con Luis Buñuel (1930)
- La persistencia de la memoria (su obra más conocida, también llamada Los relojes blandos), La vejez de Guillermo Tell, y Guillermo Tell y Gradiva (1931)
- El espectro del Sex Appeal, El nacimiento de los deseos líquidos, Pan antropomórfico, y Huevos fritos al plato sin el plato. Termina El hombre invisible (iniciado en 1929) (aunque no quedó muy satisfecho del resultado) (1932)
- Busto retrospectivo de mujer (escultura de técnica mixta) y Retrato de Gala con dos chuletas de cordero en equilibrio sobre su hombro, Gala en la ventana (1933)
- El fantasma de Vermeer de Delft que puede ser usado como mesa, Meditación sobre el arpa (iniciado en 1932) y Una impresión de velocidad (1934)
- La miel es más dulce que la sangre (1941)
- Rostros Ocultos (novela) (1944–48)
- Mi esposa desnuda, Cesto de pan – Antes la muerte que la vergüenza, Fuente de leche derramada inútilmente en tres zapatos; ese mismo año, Dalí colaboró con Alfred Hitchcock en la secuencia del film Recuerda, para recíproca insatisfacción (1945)
- La tentación de San Antonio (1946)
- Los elefantes (1948)
- Decorados y figurines (vestidos) de la obra Don Juan Tenorio de Zorrilla en el Teatro María Guerrero de Madrid, estrenada el 1 de noviembre de 194987
- Leda atómica (1949)
- La Madonna de Port Lligat (1950)
- Cristo de San Juan de la Cruz y Cabeza rafaelesca explotando (1951)
- Galatea de las esferas (1952)
- La rosa (1958)
- Dalí inicia las obras en el Teatro-Museo Dalí. Pinta el Retrato de Juan de Pareja, ayudante de Velázquez. Figura humana en la forma de una nube (1960)
- El retrato de mi hermano muerto (1963)
- La apoteosis del dólar. Dalí dona un dibujo de la crucifixión (témpera, lápiz y tinta) para la prisión de Rikers Island de Nueva York. El dibujo estuvo colgado en el comedor del penal entre 1965 y 1981.,88
- La Toile Daligram (1972)
- Dalí pintando a Gala por detrás y Le Diners De Gala, un libro de cocina profusamente ilustrado (1973)
- Gala contemplando el Mediterráneo (1976)
- La mano de Dalí retirando un toisón de oro en forma de nube para mostrar a Gala la aurora completamente desnuda, muy muy lejos, detrás del sol (pintura estereoscópica) (1977)
- Dalí termina su última pintura, Cola de golondrina (1983)

TOMADO DE:

http://noticias.universia.es/en-portada/noticia/2012/01/23/906336/soy-surrealismo-salvador-dali.html



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Murió José Triana, el último clásico de los dramaturgos cubanos


José "Pepe" Triana, dramaturgo cubano fallecido a los 81 años de edad en París, el domingo 4 de marzo de 2018, lee poesía en Miami.(Foto Archivo, Cortesía J. Gálvez)
José "Pepe" Triana (Hatuey, Camagüey, 1931-París 2018), fue autor de la conocida obra teatral "La Noche de los Asesinos" (Premio Casa de las Américas, 1965), se exilió en Francia en 1980.
“Sin patria, pero sin amo”, así murió treinta y ocho años después de salir de Cuba el dramaturgo y poeta José “Pepe” Triana la noche de este domingo, según informó a Martí Noticias su amigo el novelista William Navarrete. Tenía 87 años.
Triana (Hatuey, Cuba 1931), a quien se consideraba un clásico vivo de la dramaturgia cubana, arrastró desde finales los años 60 del siglo XX, lo que persigue a los creadores que han llegado al pináculo de su carrera. “La noche de los asesinos”, obra teatral ganadora del premio Casa de las Américas, 1965 lo siguió marcando como el mayor logro a superar.
José "Pepe" Triana.
José "Pepe" Triana.
“La noche…”, una obra en dos actos que cuenta la historia de los tres hermanos -Cuca, Beba y Lalo- repasa los recuerdos de infancia de una familia que se ha fracturado entre la educación férrea y conservadora y los nuevos giros que ha dado la sociedad cubana. Triana se adelanta en lo que vendrá para la familia, sacando a flote las heridas que cada uno va tirando de la trama.

Aunque nació en Camagüey, sus padres se mudaron a la oriental ciudad de Bayamo, desde allí José Triana se fue a estudiar Filosofía y Letras para graduarse en la Universidad de Oriente.
Como un peregrino e intranquilo ser humano que ha salido de sus propias obras, Pepe se embarca en un viaje hacia Miami y Nueva York para quedarse a residir en Madrid en 1955, ciudad en la que se lanza de lleno como colaborador de los directores Aitor de Goiricelaya y José Moraleda, y actúa en obras de estos dramaturgos. Allí escribe la pieza El Mayor General hablará de Teogonía y el poemario De la madera del sueño.

Una utopía que termina en escape definitivo

Al triunfar la idea de proyecto social de Fidel Castro en 1959 Triana regresa y entiende que ha comenzado un proceso donde las contradicciones entre “vencidos” y “vencedores” –esas categorías que tanto gustan a las mayorías que aplauden-, y se pone a crear obras tan polémicas como Medea en el espejo, El Parque de la Fraternidad, La casa ardiendo, La muerte del Ñeque y la galardonada La noche de los asesinos.
La etapa de desencanto de Triana con la política cultural de la revolución cubana está sazonada por eventos como la Declaración de principios del primer Seminario Nacional de Teatro, las premiaciones de las obras “El justo tiempo humano”, "Fuera del juego", de Heberto padilla" y “Los Siete contra Tebas”, ambas premiadas en el concurso de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) de 1968, y en la que Triana fue jurado de ésta última.
A finales de ese inquietamente creativo 1968, el director cubano Rubén Vigón lleva a escena El Mayor General hablará de Teogonía, pero la obra muere después de la primera puesta y es suspendida definitivamente por las autoridades cubanas.
Nadie mejor que el crítico y estudioso de la escena en Cuba, Rine Leal, para diseccionar la estética de Triana desde su joya insigne, “La Noche…”:
“La pieza es la tragedia de la purificación, realizada a modo de exorcismo mental y regida por la sangre. Es teatro llevado a sus últimas consecuencias, a una depuración total de elementos, donde solo tres actores incorporan varios personajes, y el escenario único se transforma, por medio del simple juego teatral, en varios lugares de acción. Es una de las obras más complejas y profundas que ha dado nuestra escena, un alarido de liberación y al mismo tiempo una lección de universalización de temas y tratamiento. La noche de los asesinos es cubana sin referencias directas, y sus elementos dramáticos están tratados con tanta imaginación, brillantez y poder teatral, que es probablemente la obra más universal que hayamos producido en 400 años de teatro”.

El exilio como explosión creativa

Es difícil separar a los sucesos del Mariel en 1980 –la huida de la isla de más de 125 mil cubanos inconformes- de cualquier aspecto de la realidad en el país.
Triana se fue a París ese año de 1980 con su esposa Chantal Dumaine, y de ahí en adelante sus obras gozarán de una riada de puestas, publicaciones y la atención de instituciones académicas.
La emisora France Culture, en 1984, realiza una lectura dramatizada de Paroles communes (Palabras comunes, traducción francesa de Carlos Semprún), con la actriz Judith Magre. Al año siguiente, José Triana dirige una lectura pública de Revolico en el Campo de Marte en el Festival de Teatro de Sitges (Barcelona). En 1986, la Royal Shakespeare Company estrena Worlds Apart (Palabras comunes, traducción de Kate Littlewood, adaptación de Peter Whelan, dirección de Nick Hamm) en el teatro de Stratford-upon-Avon.
El novelista William Navarrete (izq.) junto al dramaturgo José Triana.
El novelista William Navarrete (izq.) junto al dramaturgo José Triana.
Su obra poética busca los caminos que no ha encontrado en su expresión dramatúrgica. Pepe se embarcó en la lírica con los poemarios Aproximaciones (Málaga, Plaza de la Marina, 1989) y Cuaderno de familia (Málaga, Dador, 1991.
En Cuba, después de la mítica puesta de “La noche…” en 1966 con Teatro Estudio y Vicente Revuelta al frente, tuvieron que pasar 21 años para que el insistente Julio César Ramírez y su Teatro D’Dos llevaran la historia de Cuca, Beba y Lalo.
Aun así Triana siempre tiraba anclas hacia Cuba. En una entrevista concedida al diario El Nuevo Herald, aseveró que consideraba un “privilegio que sea montado por los belgas, checos, húngaros, españoles, mexicanos, argentinos, aquí en Miami o en Nueva York, pero el centro mío está en Cuba”.

Reacciones a la muerte del dramaturgo

Desde París, el novelista cubano William Navarrete informó a Martí Noticias de la fatídica noticia. El escritor señaló que había recibido la confirmación de la propia esposa de Triana.
Navarrete escibió inmediatamente en su cuenta de Facebook: “Acaba de fallecer en París hace apenas una hora el escritor cubano José Triana. Gran amigo y vecino que extrañaré mucho. Tenía 87 años. Mis condolencias para su esposa Chantal Dumaine y sus hermanas Gladys y Lyda. "Pepe", como todos le llamábamos, era el último gran dramaturgo cubano de su generación”.
En Miami, el poeta y promotor cultural Joaquín Gálvez lamentó la pérdida para la cultura cubana. Gálvez, quien por varios años animó la tertulia La Otra Esquina de las Palabras, en Café Demetrio, de Coral Gables; recibió allí al dramaturgo cubano y escribió al respecto:
“Siempre recordaré aquella memorable presentación de su libro “Poesía completa” en La Otra Esquina de las Palabras, el 16 de enero de 2012, junto a su amiga la poeta Magali Alabau, donde hizo gala de su ser espontáneo con la alegría y profundidad que lo caracterizaban”, indicó Joaquín.
De izq. a der., Joaquín Gálvez, José Triana, Magali Alabau y José Prats Sariol, en Miami, 2012.
De izq. a der., Joaquín Gálvez, José Triana, Magali Alabau y José Prats Sariol, en Miami, 2012.
También el periodista Wilfredo Cancio Isla, hoy Director de Noticias de Radio Martí, reseñó el acontecimiento bajo el título “Falleció José Triana, el mítico autor de La Noche de los Asesinos”.
“Imágenes escritas en el viento que aún sobreviven en una memoria teatral en fuga. El mito que prevalece: una puesta en escena que movilizó al público habanero y a miles de asistentes al Festival Internacional de Teatro de 1966 y se llevó el Premio Gallo de Oro. Dos elencos para no olvidar: los experimentados Vicente Revuelta, Miriam Acevedo y Ada Nocceti, y los entonces jóvenes Adolfo Llauradó, Ingrid González y Flora Lauten”, refirió Cancio.
A José Triana le sobreviven sus hermanas Gladys, pintora residente en Nueva York, y Lyda Triana, en Madrid.
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    Luis Felipe Rojas

    Luis Felipe Rojas Rosabal, 1971. Narrador, poeta y realizador audiovisual. Tiene publicados -entre otros- los poemarios Para dar de comer al perro de pelea (2013) y Máquina para borrar humanidades (2015). Conduce el programa Contacto Cuba, de Radio Martí. Periodista dedicado al tema de los Derechos Humanos, ha recibido seminarios de la Universidad Internacional de la Florida (FIU) y la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP). Lector voraz, amante del running, las artes plásticas y la música alternativa. Es autor del blog Cruzar las alambradas . Siga a Luis Felipe Rojas en @alambradas.

 

TOMADO DE:  https://www.martinoticias.com/a/muere-jose-triana-dramaturgo-clasico-teatro-cuba/163475.html

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Lenin, el machista y reprimido sexual sin amigos que vivió de su madre hasta los 40 años

En pleno aniversario de la Revolución de Octubre (1917) analizamos el lado más personal del líder soviético. Un abogado que vivió durante años gracias al dinero y la comida que le enviaba su progenitora y que, a pesar de estar rodeado siempre de mujeres (no se fiaba de sus adversarios políticos) siempre fue algo retraído en lo que se refiere a las relaciones íntimas


Actualizado:Un político decidido que ayudó a poner en jaque al gobierno zarista. A día de hoy, la imagen que ha prevalecido de Vladimir Ilich Uliánov (más conocido por Lenin, su nombre de guerra) es la de un mito con barba de chivo. Un icono para el pueblo soviético (primero), y ruso (después). Sin embargo, el líder comunista tuvo también una cara privada que suele pasarse por alto en los libros de Historia. Ejemplo de ello es que, a nivel personal, dejó su libido a un lado en favor de la Revolución y, a pesar de que se rodeaba de «compañeras», jamás creyó en la liberación sexual de la mujer.
Pero no solo eso, sino que este mito de la URSS también vivió una buena parte de su adultez a costa de su madre (a quien desangró económicamente) y, según una nueva biografía sobre su persona, carecía de amistades masculinas debido a que solía cambiar drásticamente de opinión.
Este Lenin más escondido (el menos conocido por la sociedad) es hoy noticia debido a que, en pleno 2017 como estamos, Rusia celebra el centenario de la Revolución de 1917. Un año en que los rusos se alzaron para derrocar al zar Nicolás II en un movimiento que costó más de un millar de muertos al país. En base a todo ello, queremos recordar la otra cara de este curioso personaje.

«Envíame todo el dinero que puedas»

La figura del Lenin anterior a la Revolución jamás estuvo ligada a la bonanza económica. Más bien todo lo contrario. Tal y como afirma la popular historiadora Diane Ducret en su obra «Las mujeres de los dictadores», cuando nuestro protagonista no superaba las 24 primaveras era un abogado afincado en San Petesburgo que apenas tenía clientela suficiente como para pagar un plato de comida. Por entonces, la frase que más solía repetir en las cartas que enviaba a su progenitora era la siguiente: «He superado mi presupuesto, y no espero poder salir de apuros por mis propios medios. Si es posible, mándame unos 100 rublos más».
Ella jamás dudó en lo referente al «cash» si era su pequeño quien se lo pedía. Para María Aleksándrovna el futuro líder revolucionario era el niño de sus ojos. Por él estaba dispuesto a hacer cualquier cosa. Y no era raro pues, al fin y al cabo no quedaba otro hombre en la familia (pues tanto su padre como su hermano mayor habían fallecido).
María Aleksándrovna demostró el apoyo incondicional a su hijo cuando vendió la vivienda familiar en la que había visto nacer a sus pequeños allá por 1887. Una medida que tomó para conseguir dinero con el que comprar una granja por 7.500 rublos. El mismo lugar en el que esperaba que Lenin se ganase un porvenir a golpe de azadón y trabajo duro. Sin embargo, su joven hijo tenía otros planes. «Mamá quería que me ocupase de los trabajos del campo. Lo intenté, pero aquello no funcionaba», dijo posteriormente el revolucionario. Por el contrario, cuando el calendario marcaba 1895, Vladimir abandonó todo y se marchó a vivir a Europa. ¿Cómo se costeó los gastos? Simple: con la pensión de su madre.
Lenin, en su juventud
Lenin, en su juventud- Wikimedia
Durante aquel viaje no fue extraño que enviase misivas a su madre pidiéndole dinero para poder sufragar sus gastos. Entre otros, caprichos como comprar libros. «Con gran susto veo que sigo teniendo dificultades financieras. El placer de comprar libros es tan grande que el dinero se va como el agua. Me veo obligado una vez más a pedir ayuda: si es posible, mándame 50 o 100 rublos», escribió en una ocasión. Y es que, el futuro líder rojo devoraba realmente los textos de los grandes filósofos rusos.
Por entonces Lenin ya había hecho sus pinitos en lo que política se refiere. Y no se sentía atraído precisamente por los mandamientos de los zares. Por ello -y porque se había dedicado a visitar a multitud de personalidades revolucionarias en su viaje a través de Europa- fue detenido poco después de regresar a su hogar, allá por septiembre de 1895.
Poco después de pisar la tierra que le había visto nacer, tuvo que ver como le encarcelaban de forma preventiva mientras esperaba juicio. Durante ese tiempo, su madre y su hermana mayor (Anna) volvieron a demostrar por enésima vez que Vladimir era el niño de sus ojos al enviarle multitud de trajes, ropa blanca, mantas o chalecos de lana.
Lenin9, junto a su esposa en 1922
Lenin9, junto a su esposa en 1922- ABC
Tampoco le faltó la comida a Lenin. Al fin y al cabo, se la llevaba habitualmente mamá Aleksándrovna. Así lo dejó claro el futuro líder en varias cartas: «Tengo una reserva de víveres, podría abrir por ejemplo un comercio de té». El hombre de la barba de chivo habló incluso, con cierto desprecio de los alimentos que recibía de su familia. Algo que dejó claro a su hermana en una misiva: «Pan como muy poco, intento seguir una dieta. Y tú me has traído tal cantidad que necesitaré una semana para acabarlo». Otro tanto sucedía con los trajes antes mencionados: «No me envíes más ropa blanca, no se donde ponerla», señalaba.
Tanto Ducret como Danilkin (autor de una nueva biografía sobre Lenin y entrevistado por el medio internacional «Russia Today» hace apenas unas jornadas) son partidarios de que María y Anna fomentaron en Lenin una actitud negativa con respecto a las mujeres. La autora belga es la más específica con respecto a esta idea, tal y como determina en su obra: «Este apoyo femenino del cual se vio rodeado le parecía tan habitual y obvio que los esfuerzos de quienes le mimaban apenas merecían su gratitud». Se convirtió, en definitiva, en un «niño mimado» a pesar de que, como señala el autor ruso, jamás conoció la bonanza económica.

Un reprimido sexual

Después de casi un año en prisión, Lenin fue juzgado y deportado a Siberia en 1887. Allí pasó tres años que no fueron del todo malos, pues los sufrió junto a una de sus admiradoras: Nadejda Krupskaia. Una mujer que -a pesar del frío y las malas condiciones- decidió pasar con el líder revolucionario su exilio. Ambos se casaron en el verano de ese mismo año. Sin embargo, la explosión de amor que vivieron en primera instancia no duró demasiado y terminó transformándose rápidamente en complicidad y cariño. Así lo afirma la belga en su obra: «Muy pronto el deseo se desvaneció. Lenin pareció dejar su libido a un lado durante varios años, pues prefería invertir su energía en la tarea revolucionaria».
En palabras de la experta, Nadia vivió entonces una situación difícil en lo que respecta a su feminidad. Un sentimiento que se acrecentó cuando supo que, por un problema médico, tendría serias dificultades para dar un hijo a su esposo.
«Siberia acabó con su vida íntima [la de ambos], pero a cambio les dio una complicidad que duraría hasta la muerte. A partir de entonces, Vladimir jamás podría separarse ni un solo día de ella», añade la historiadora. En lo que a sexualidad se refiere, la vida entre ambos no mejoró después de la liberación de Lenin. Y es que, ni en Zúrich primero, ni en París después, pasaron mucho tiempo a solas. Por el contrario, el revolucionario prefería dedicar las horas que podría haber invertido en sus relaciones íntimas, a la Revolución.
Vladimir Ilich Lenin con Sverdlov
Vladimir Ilich Lenin con Sverdlov- ABC
La misma Nadia así lo dejó escrito en multitud de cartas, como bien recoge la historiadora en su obra: «Para encontrar un momento de intimidad y estar a solas con él, Nadia no tenía más remedio que arrastrar a Lenin hasta el Jardín público de la esquina». La mujer, en sus misivas, tampoco escondió su frustración y el aburrimiento que -en ocasiones- sentía al estar con su esposo: «Por la noche no sabíamos como matar el tiempo. No teníamos ningunas ganas de quedarnos en nuestra habitación fría e incómoda, y salíamos todas las noches al cine y al teatro».
Su posterior viaje a Francia no modificó nada la situación. De hecho, en él quedó claro que Lenin no había cambiado ni un ápice en ningún ámbito de su vida. Ejemplo de ello es que (aunque por entonces ganaba algo de dinero escribiendo artículos), en diciembre de 1908 volvió a pedir dinero a su madre para alquilar una vivienda de la que se había encaprichado en París. Más y más monedas a pesar de que ya casi rozaba las cuatro décadas de vida.
En los meses posteriores, además, recibió multitud de paquetes de su madre. En ellos, María le envió desde tocino, hasta pescado ahumado, jamón o mostaza. «Golosinas», como señala Ducret, para que a su pequeño no le faltase absolutamente de nada.

El extraño trío

Por si aquella fuese una situación poco extraña para Nadia, la esposa de Lenin tuvo que ver como su marido se echaba una amante frente a sus narices durante la estancia de ambos en París. La nueva pareja del revolucionario fue Inessa Armand, una mujer cuatro años menor que él que cautivó instantáneamente a nuestro protagonista. Lo más preocupante es que la mujer que había pasado más de tres años en Siberia junto a Vladimir tuvo que convivir desde ese momento junto a la amante de su esposo.
El historiador español Iñigo Bolinaga afirma en su obra «Breve historia de la Revolución rusa» que Nadia conocía perfectamente la relación de su marido con Inessa. «Armand fue amante de Lenin, con el conocimiento de su esposa. El mito del líder-héroe de moralidad intachable que quiso legar el estalinismo se rompe entonces para dar paso a un hombre lleno de pasiones y debilidades».
Inessa Armand, la amante de Lennin
Inessa Armand, la amante de Lennin- Wikimedia
Desde que conoció a Inessa, Lenin inició una relación con ambas. Nadia, de hecho, llegó a proponerle en varias ocasiones que se fuera con su nueva amante. Sin embargo, el revolucionario se negó, pues siempre consideró a la que oficialmente fue su esposa como un pilar básico de su vida. Al final, parece que los tres se acostumbraron a esta extraña situación.
Ducret llega a tildar al líder revolucionario, a Nadia y a Inessa como un «trío» cuyo pegamento no solo era nuestro protagonista, sino también la buena relación de amistad que mantenían ambas. A ellas, de hecho, les unía el carácter y su pasión por el feminismo. Este raro triángulo amoroso queda perfectamente definido en una carta escrita por la misma Nadia: «Todos queríamos mucho a Inessa, siempre parecía estar de buen humor. Todo parecía más cálido y más vivo cuando ella estaba presente».

«¡Chorradas!» sexuales

Ya con aquellas dos mujeres de la mano, y después de cientos de discursos hablando de revolución e injusticias, Lenin comenzó a ganarse una legión de seguidores a comienzos del siglo XX. Lo curioso es que muchos de ellos eran mujeres que se sentían atraídas, como afirma Ducret, «de forma hipnótica por él». Nuestro protagonista, sabedor de que era como un imán para el sexo opuesto, explotó esta faceta haciéndose pasar por un defensor del feminismo. «No puede haber un verdadero movimiento de masas sin las mujeres», solía señalar. Sin embargo, la realidad es que únicamente apoyaba el levantamiento de las hembras en el trabajo, y no en el ámbito sexual.
«Aunque yo no sea un asceta, esa pretendida “nueva vida sexual” de la juventud me parece puramente burguesa»
La autora llega incluso a afirmar que su forma de actuar da a entender que no tenía empatía por el sexo contrario. Así lo demuestran varios comentarios que hizo sobre la liberación sexual de la mujer: «Considero esa superabundancia de teorías sexuales, la mayor parte de las cuales son hipótesis, y a menudo hipótesis arbitrarias, como procedentes de una necesidad personal de justificar ante la moral burguesa la propia vida anormal o hipertrofiada».
No se dejó influir, ni quiera, por las teorías de Freud ni de sus seguidores, como él mismo señaló: «El texto más difundido en este momento es el folleto de un joven camarada de Viena sobre la cuestión sexual. ¡Chorradas! La discusión sobre las hipótesis de Freud le confiere un aire “culto” e incluso científico, pero en el fondo no es más que una vulgar redacción escolar».
A su vez, Lenin se dedicó a cargar contra la idea de la libertad sexual. Y es que, para él, aquello era una mera excusa burguesa para satisfacer los más bajos instintos. «Aunque yo no sea un asceta, esa pretendida “nueva vida sexual” de la juventud —y a veces también de la edad madura— me parece puramente burguesa, como una extensión del burdel burgués. [...] Sin duda conocéis esa famosa teoría según la cual la satisfacción de las necesidades sexuales será, en la sociedad comunista, tan sencilla vaso de agua ha enloquecido totalmente a nuestra juventud».
a mujer de Lenin, Krupskaia (segunda a la izquierda), junto al cadáver de su marido.
La mujer de Lenin, Krupskaia (segunda a la izquierda), junto al cadáver de su marido.- ABC
El líder revolucionario llegó, incluso, a señalar que las mujeres no podían aspirar a una liberación sexual debido a que no contaban con «conocimientos profundos y variados sobre el tema». A Clara Zetkin, una popular teórica del feminismo, le espetó que jamás había conocido a una hembra capaz de leer «El Capital», consultar un horario de trenes o jugar al ajedrez. Así lo afirma, al menos, la autora en su obra «Las mujeres de los dictadores».
Sin embargo, y a pesar de todo ello, Lenin solía estar rodeado siempre de mujeres. Al parecer, porque se fiaba más de ellas que de los hombres. Así lo afirmaba Danilkin a «Russia Today» hace apenas unas jornadas: «Era un polemista. Daba mucha importancia a los matices, a las pequeñas diferencias. Por eso su entorno le detestaba. Era un compañero poco fiable. Por ejemplo, cuando era presidente del Consejo de Comisarios del Pueblo, en una sesión podía apoyar un punto de vista, pero cambiar de opinión con facilidad poco después. Se puede decir que no tenía amigos. Sin embargo, esto quedó compensado con una gran cantidad de amistades femeninas».

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La forja recobrada de García Lorca

LITERATURA

El poeta granadino durante su estancia en Estados Unidos en 1931 EM
El Instituto Cervantes emprende el proyecto de recuperar la obra dispersa e inédita del escritor Arturo Barea, una de las figuras principales de la literatura del exilio, con un ensayo sobre el poeta granadino nunca antes publicado en España
Es hora de Barea. De Arturo Barea. De recobrar o descubrir el pulso de un escritor que es también parte de la conciencia traspapelada de un país partido en dos cuando la Guerra Civil. Barea escribió del bando democrático, del lado de la República. Y levantó una de las cumbres de la memoria vencida de la guerra: La forja de un rebelde, que antes se publicó en el extranjero y en plena Segunda Guerra Mundial. Todo un récord de extravagancia. Como Chaves Nogales acabó refugiado en Inglaterra, y desde allí continuó apuntalando su obra (en España sólo se publicó un libro suyo en vida, el primero, Valor y miedo, 1938). Buena parte de su escritura fue borrada del canon oficial, hurtada y víctima del musgo de la desidia.
Extremeño de 1897, le dieron sepultura en Faringdon el 24 de diciembre de 1957. Más de la mitad de su obra la trabajó en el país de exilio, con su mujer de cómplice y bujía. Escribiendo aquí y allá. Haciéndose sitio en la radio, la BBC, con el seudónimo de Juan de Castilla. Y dictando conferencias que trabajaba con un rigor picapedrero. De entre tantos papeles queda mucho inédito en España. Barea tuvo un éxito fuera que aquí no ha llegado. Aún queda mucho por descubrir qué hizo y en ese empeño está el Instituto Cervantes, que inaugura la colección Los Galeotes con un volumen revelador: Lorca, el poeta y su pueblo, ahora con prólogo de Ian Gibson y al cuidado del poeta Juan Marqués.
De este texto audaz tuvo la culpa el éxito de La forja de un rebelde en Inglaterra. A Barea le cayeron algunos encargos y, entre esos, una conferencia sobre el poeta de Granada. Su asesinato fue noticia mundial. Y Barea triunfó hasta extender la conferencia a 174 folios que despliegan un ensayo de primera calidad sobre la figura y legado del autor de Romancero gitano. El novelista estudió la relación de Lorca con el pueblo, con la muerte, con el sexo y con su arte. O sea, disección el Lorca total y despertó el apetito por su poesía. «Se trata de un libro con la misión de poner a una minoría de británicos en contacto con las raíces de la obra de un inmenso poeta español asesinado por los enemigos de la democracia en Granada», explica Gibson. «Barea no sólo cumplió con creces su cometido, sino que su trabajo sirve como invitación a todos los que aman la literatura, españoles incluidos, a emprender la aventuras de profundizar en el mundo de uno de los genios poéticos más asombrosos jamás nacidos en este país. O en cualquier rincón del universo».
Aquí no sólo se insiste en el poderoso voltaje de la escritura del poeta, sino que demuestra cómo la poesía de los necesarios es extraordinariamente de todos. Barea habla de raíces y alas. De pueblo y de sueño. De pulsión y de rabia. De daño y de bosques. De risa y amores. De la explosión de las bombas. Es un Lorca propio y suyo: temperamental y telúrico, pero también frágil y niño. Y de él dice esto: «Hacia 1898 España lo había perdido todo. El poeta de esta juventud más joven iba a ser Federico García Lorca, en cuya poesía apenas ocurre la palabra España y que nunca intervino en lucha alguna social o política; pero que fue un recipiente y un transmisor tan sensitivo de las emociones españolas que su obra adquirió una vida propia, después de su asesinato».
Entre los muchos méritos de esta edición, más allá del rescate de un autor que urge ser recobrado, está descubrir cómo alguien tan a lo lejos de aquella España de carbonilla interpretaba con calentura al poeta. Cómo entra a saco y con acierto en la interpretación de los símbolos lorquianos. Pero también como escurre el signo de su homosexualidad, dejando veladuras pero escapando de decirlo. Algo que es síntoma de época. Pero en lo esencial Barea no falló la diana: «Las fuerzas emocionales que él generó pasaron a formar parte, aún sin forma concreta, del vago movimiento revolucionario de España, aunque esta no fuera su intención. Y así tenía que ser inevitable, a mi juicio, que fuera asesinado por la sombría brutalidad del fascismo y que su obra se convirtiera en una bandera. De este Lorca es del que quiero hablar». Y lo hizo. Y ahora lo sabemos. Pues este texto se publicó en 1957 en Argentina, editorial Losada, y nunca más se supo de él en español. Ni en España. Pero Lorca no acaba nunca: «Estamos con un cuerpo presente que se esfuma,/ con una forma clara que tuvo ruiseñores».
  1. Mario Vargas Llosa: "¿Pero conoce usted algún liberal español?"
  2. Memorias de hambre y dolor
  3. La gran familia de los Premios Loewe
TOMADO DE:  http://www.elmundo.es/cultura/literatura/2018/03/21/5ab163c622601d743b8b4688.html

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Hace mucho tiempo

La impresionante obra de Sergio Pitol corrió al parejo de su gusto por divertirse a expensas de unos y en sintonía con otros.

Sergio Pitol, durante una entrevista en 2005.
Sergio Pitol, durante una entrevista en 2005.
Sergio Pitol hizo de la amistad una religión. A contrapelo del escritor que requiere de aislamiento, buscó a los demás con insólita vocación gregaria. Recuerdo el entusiasmo con que leyó el primer libro de Mario Bellatin publicado en México, Salón de belleza, y el orgullo con que comentó que ya era su amigo. En un oficio plagado de recelos y competencias, jamás pensó en desmarcarse de los otros. Y no sólo eso: escribió convencido de que la literatura se produce en densidad. Su sostenida tarea como traductor deriva de su convicción de que no hay literaturas individuales. Todo autor, por original que sea, se inscribe en la tradición que lo explica.
Nacido en 1933, en un ingenio azucarero de Veracruz dominado por italianos, Pitol conoció desde niño la ambivalencia de vivir entre dos culturas. Sus mayores añoraban la ópera y los salones de Venecia y el entorno ofrecía los estímulos sensuales del trópico. Esta tensión aflora en los cuentos de Los climas y en cierta forma explica su deseo de entender el mundo como un horizonte sin fronteras.
Durante veintiocho años vivió en China, Polonia, Yugoslavia, Inglaterra, España, Hungría, la Unión Soviética y Checoslovaquia. Esta errancia lo llevó a traducir cerca de cien libros de cinco lenguas diferentes. Por un tiempo vivió en barcos cargueros; alquilaba un camarote sin preguntar cuál sería la ruta y se dedicaba a traducir en su oficina náutica. A esa etapa se deben sus versiones de Cosmos y Transatlántico, de Witold Gombrowicz, que deberían formar parte de la Enciclopedia biográfica de traductores inmortales propuesta por Ricardo Piglia.
La generosidad con que Pitol se ocupó de obras ajenas demoró la valoración de su propio trabajo. En 1969 publicó una novela excepcional, El tañido de una flauta, sobre el fracaso artístico y la dificultad de pertenecer a la cultura mexicana. De manera previsible, esta obra no tuvo los lectores que merecía y Carlos Monsiváis señaló que estaba destinada a convertirse en un “clásico secreto” de la literatura mexicana.
Durante casi una década, Pitol se concentró en traducir y prologar obras ajenas. A partir de su estancia en Moscú, a principios de los años ochenta, recuperó la fibra narrativa con Nocturno de Bujara, volumen de cuentos cuyo tema esencial es el misterioso origen de los cuentos. En uno de sus regresos a México, advirtió que la historia del país sólo podía ser contada en clave novelesca y concibió El desfile del amor, donde un historiador busca desentrañar sucesos de 1942 y advierte que la única manera de llegar a ellos son las conjeturas de la ficción.
En la cuerda de Sebald y Magris, escribió libros sin género preciso, mezcla de ensayo, crónica, fabulación y autobiografía. A esta etapa pertenecen El arte de la fuga, El mago de Viena y El viaje.
Su casa de Xalapa era un monumento a su pasión por la escritura ajena. Atrás de su escritorio, la pared estaba decorada con fotos de sus autores favoritos. Ahí, los clásicos alternaban con los amigos. Al revisar su biblioteca, me sorprendió que diera especial importancia a la estadística de la lectura. Al final de cada libro anotaba las veces que lo había leído, como una prueba de que la pasión mejora al reincidir.
Pero ninguna lealtad superó en él al trato con los amigos. Durante casi toda su vida se benefició del afecto y el humor de Carlos Monsiváis, Luis Prieto y Margo Glantz. En España, esta devoción se extendió a Lali Gubern, Jorge Herralde y Enrique Vila-Matas. Sabía, como Choderlos de Laclos, que toda relación es peligrosa, y por eso mismo la cortejaba, convencido de que el entusiasmo derrota las más complejas neurosis: “No hay quien se resista a un disco de Toña la Negra”, decía. Sin pedir auxilio a la sabiduría química, aconsejaba beber licores cada vez más fuertes para no sucumbir a una instantánea borrachera. Este manual de comportamiento no dio grandes resultados en el terreno de la salud, pero le permitió explorar el carnaval de la existencia. Como Gógol, entendió que el ser humano es un sujeto que se considera estupendo y de pronto sufre un retortijón. Los dispositivos teatrales que generaba en vida le permitieron ser testigo de situaciones intensamente ridículas que recreó en Domar a la divina garza y La vida conyugal.
Lo conocí en 1980 cuando participamos en el ciclo “Encuentro de generaciones”, donde un autor consagrado leía junto a un principiante. Me trató como si nos hubiéramos visto desde siempre. Después de la lectura, fuimos a casa de unos amigos suyos. Uno de los asistentes era Augusto Monterroso, mi maestro de taller de cuento. Afectado por la magia de Pitol, que borraba las generaciones, dije que conocía a alguien desde hacía mucho tiempo. Monterroso me reconvino en broma: “A tu edad, no tienes derecho a usar la expresión ‘hace mucho tiempo’”.
Cuarenta años después puedo decir con agraviante naturalidad: hace mucho tiempo conocí a Sergio Pitol. Mi operaomnia constaba entonces de un cuadernillo con tres relatos, pero él me trató como un colega. Cuando le dije que tenía problemas para escribir una novela, me dio a leer Los orígenes del Doctor Faustus. Le comenté que mi circunstancia era muy distinta a la de ese egregio autor. Entonces me palmeó la nuca y dijo: “Nadie es distinto a Thomas Mann”.
Sergio Pitol creía en los demás con una “fe de carbonero”, como él decía. Su impresionante obra corrió al parejo de su gusto por divertirse a expensas de unos y en sintonía con otros. La comedia humana alimentó su escritura y le brindó, en las más arduas circunstancias, el imbatible remedio de la risa
TOMADO DE: .https://elpais.com/cultura/2018/04/13/actualidad/1523578367_488087.html

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Los cuatro revólveres de ‘La noche de la iguana’

Huston consiguió un reparto tan estelar como repleto de egos: Richard Burton, Ava Gardner, Deborah Kerr y Sue Lyon


Alcohol, frustraciones, sexualidad reprimida, miserias... En La noche de la iguana, el dramaturgo Tennessee Williams volvió a combinar el abanico de ingredientes emocionales con los que había estado experimentando a lo largo de toda su carrera. El director John Huston los envolvió en una atmósfera sofocante de aislamiento, calor y humedad, y, entre los dos, cocinaron una obra maestra a fuego intenso.
El guion estaba basado en la obra del mismo título que había triunfado en Broadway con Bette Davis como protagonista. John Huston consiguió un reparto estelar: Richard Burton,Ava Gardner, Deborah Kerr y Sue Lyon, que después de haberse dado a conocer en Lolita se había convertido en el icono de la precocidad sexual. Todos estaban en lo más alto de su popularidad. Consciente del impacto que podría tener la presencia de todas aquellas estrellas en el lugar de rodaje y de la revolución mediática que podrían ocasionar, Huston se decantó por una localización aislada. La película se rodó en la localidad mexicana de Puerto Vallarta que, por entonces, no pasaba de ser una remota aldea de pescadores. El elenco de estrellas se instaló allí durante semanas, en una convivencia que puede que sirviera para que los actores se acercaran al estado emocional de sus personajes, pero que a priori era temible. Una reunión de egos en la que todo hacía presagiar que saltarían chispas, más aún teniendo en cuenta que –todo el mundo lo sabía– no era difícil trazar en aquel grupo conexiones de tipo sentimental. Sin ir más lejos, Peter Viertel, marido de Deborah Kerr, había tenido un lío previo con Ava Gardner. Curándose en salud, antes de viajar a Puerto Vallarta, Huston reunió a sus actores y regaló a cada uno de ellos un revólver Derringer. "Dentro hay unas balas doradas en las que están escritos los nombres de los demás", les dijo. "Si las necesitáis durante el rodaje, utilizadlas, y así me evitáis a mí problemas".
Contra todo pronóstico, nadie echó mano de su arma. Y eso a pesar de que, al parecer, el alcohol fluía a oleadas, con un Richard Burton que desayunaba cerveza y una Ava Gardner que trataba de ahogar la inseguridad que le provocaban algunas escenas. A Puerto Vallarta también se trasladó Tennessee Williams, que ayudaba a Huston cuando este se estancaba con algún diálogo; el novio de Sue Lyon, a quien el director prohibió acercarse al plató porque no dejaba de darse arrumacos con la actriz, y también Liz Taylor, que se instaló allí para acompañar a Richard Burton y que trabó una relación tan estrecha con el sobrino de un vecino que, meses después, volvería para asistir a su primera comunión. En sus memorias Ava Gardner sólo tuvo halagos para la Taylor y, ante tanta armonía inesperada en un rodaje que se preveía tumultuoso, la prensa desplazada hasta la zona no tuvo más remedio que entretenerse escribiendo acerca del lugar. La noche de la iguana supuso un antes y un después para Puerto Vallarta que, a partir de entonces, empezó a transformarse en un centro turístico. "Fue una bendición a medias", diría John Huston años después. “Las playas se llenaron de hoteles y grandes y edificios de apartamentos. Los habitantes se convirtieron en camareros, doncellas y policías. La mayoría de las tiendas están orientadas al turismo, pero el agua es potable, la fiebre tifoidea y el tifus casi han desaparecido. Los niños tienen tantas posibilidades de nacer vivos como en cualquier lugar de Estados Unidos y ahora hay escuelas”.
La noche de la iguana ganó en 1965 los Oscar a mejor fotografía, dirección artística y mejor actriz de reparto, para Dorothy Jeakins. Ava Gardner, sin embargo, ni siquiera consiguió una candidatura. Ganó, eso sí, el premio a mejor intérprete femenina en el Festival de San Sebastián, y hoy todo el mundo coincide en que La noche de la iguana es una de sus mejores interpretaciones. Un gran texto de Tennessee Williams. Una de las grandes películas de John Huston.

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Lo que queda de James Brown

Un libro reciente denuncia el saqueo de la herencia del Padrino del 'Funk'


El cantante James Brown, en una actuación en 1973.
El cantante James Brown, en una actuación en 1973.
Con Kill 'Em and Leave, el último libro publicado sobre James Brown, el literato James McBride ha causado cierto malestar. Verán, existe una rica bibliografía sobre el personaje, pero, en general, son obras de autores blancos. McBride se muestra respetuoso con sus predecesores, pero sugiere que están demasiado lejos de la experiencia vital de un negro sureño para entender sus claves íntimas.
En realidad, también McBride ha crecido en un mundo muy diferente del de James Brown. Neoyorquino de 1957, es hijo de un reverendo baptista y una madre judía. Como periodista, ha colaborado con medios potentes. Como literato, ha publicado media docena de libros que ganaron premios (incluyendo la Medalla de las Humanidades, de manos de Barack Obama). Ha escrito guiones, llevados al cine por Spike Lee.
Pero lo decisivo, cuando se embarcó en la investigación de Kill 'Em and Leave fue el color de su piel, que le permitió llegar a lugares inaccesibles para reporteros blancos. Logra así establecer el árbol genealógico de James, dinamitando el mito del niño abandonado que creció en un burdel. De paso, avisa de que Get on Up, el biopic de 2014, es tan poco fiable como cualquier producto de Hollywood, a pesar de que Mick Jagger figurara en la producción, más o menos como garante de veracidad. Lo cual, como comprobaríamos luego en la serie Vinyl, no garantizaba nada.
No se trata de purificar la reputación de Brown. Todos los horrores que se cuentan se sustentan en la realidad: la tacañería con los músicos, la crueldad con sus mujeres, el caos en los negocios. Y aun con todos esos lastres, ocupó el centro gravitacional de la música afroamericana durante casi toda la segunda mitad del siglo XX. Una carrera extraordinaria, ya que su público natural exigía consistencia y novedad, combinación difícil para alguien que trabajaba —económicamente hablando— en los márgenes del negocio, sin el respaldo de las multinacionales que lanzaron a Michael Jackson o Prince.
El escritor James McBride explica las claves de la herencia de James Brown.
Charles Bobbit, que fue su ejecutor durante los años de gloria, reconoce aquí que James Brown vivió bajo el signo del miedo. “¿Miedo de qué?”, pregunta el escritor. Miedo del hombre blanco, que le podía quitar todo —lo intentó la Hacienda federal— o mandarle a la prisión, como hicieron en 1989, tras una persecución policial que pudo acabar con su vida (y que no hubiera ocurrido si el perseguido hubiera sido Jerry Lee Lewis, por mencionar otro sureño turbulento).
Lo ratifica la revelación más cruda de Kill 'Em and Leave: el despojo de su herencia. Dejó un testamento supuestamente inexpugnable, que repartía sus efectos personales entre sus hijos, dejando un fideicomiso para la educación de los nietos; el grueso de su fortuna —derechos de autor, uso de su imagen, etcétera— iba a una fundación para socorrer a niños pobres (blancos y negros, especificaba).
Un experto calculaba que, con una explotación diligente, aquello podía rendir unos 100 millones de dólares. Un pastel demasiado apetitoso para las hienas de Carolina del Sur, un Estado neocolonial donde políticos, jueces y abogados ejercen el poder real. Esa jauría ha enfrentado a unos sucesores contra otros, generando una impenetrable maraña de litigios.
Algunos herederos han recibido pellizcos sustanciosos; los bufetes de abogados y los administradores cobran regularmente facturas de seis dígitos. Y los niños que en esos condados dependen de la caridad para recibir material escolar y alimentación, no han visto ni un centavo. La última valoración reduce el actual valor del legado a unos 4.700.000 dólares (3,8 millones de euros).
  TOMADO DE:https://elpais.com/cultura/2018/04/22/actualidad/1524413381_845905.html

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La poesía sigilosa de Rafael Cadenas gana el premio Reina Sofía

El poeta venezolano sucede a Claribel Alegría en la XXVII edición del galardón

Rafael Cadenas,  poeta venezolano.
Rafael Cadenas, poeta venezolano.EL PAÍS
“Humilde, silencioso y rebelde”, así se autorretrató en un poema el venezolano Rafael Cadenas, que acaba de obtener el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. Convocado por Patrimonio Nacional y la Universidad de Salamanca, el galardón se ha convertido en el más prestigioso del género en los países de lengua española y portuguesa. Cadenas toma el relevo este año de la nicaragüense Claribel Alegría, que lo obtuvo el año pasado, meses antes de fallecer.
El jurado encargado de seleccionar a Cadenas como ganador del premio estuvo copresidido por Alfredo Pérez de Armiñán y de la Serna, presidente del Patrimonio Nacional, y Ricardo Rivero Ortega, rector de la Universidad de Salamanca. Su composición la completaron Darío Villanueva Prieto, director de la Real Academia Española; Juan Manuel Bonet Planes, director del Instituto Cervantes; Ana Santos Aramburo, directora de la Biblioteca Nacional de España; y José Manuel Mendes, presidente de la Asociación Portuguesa de Escritores, entre otros poetas y personas vinculadas con el mundo de la poesía como Berna González Harbour, Luis Alberto de Cuenca, Pilar Martín-Laborda y Bergassa o Blanca Berasategui.
Nacido en Barquisimeto (Venezuela) en 1930 y vecino de la urbanización La Boyera, al sureste de Caracas, Cadenas es uno de los autores fundamentales de la lírica latinoamericana de los últimos años, papel ya reconocido por el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances que otorga la Feria del Libro de Guadalajara (México) o el García Lorca que se concede en Granada. Sigiloso en el trato y lento en la conversación –piensa cada palabra como si formara parte de un futuro poema-, Cadenas ha ido ocupando poco a poco un lugar en el Olimpo de los poetas vivos sin abdicar ni de su humildad ni de su rebeldía ni de su silencio. Ni de un compromiso crítico al que se ha acercado también sin estridencias.
Era un jovencísimo militante comunista autor de un libro de poemas –Cantos iniciales (1946)- cuando tuvo que exiliarse a la isla de Trinidad, circunstancia a la que suele quitar hierro diciendo que se puede llegar a ella “en lancha” desde la costa venezolana: “está a 30 kilómetros”. Cuatro años tardó en recorrerlos de vuelta para instalarse en la capital en 1957, pocos meses antes de la caída del dictador. Un año más tarde publicó el poemario La isla y en 1960, uno de sus libros clave, titulado, no por casualidad, Los cuadernos del destierro. En 1966, en medio de una profunda depresión, dio a la imprenta Falsas maniobras (1966), que incluye su poema más famoso, un verdadero hito en América Latina: Derrota. “Yo que no he tenido nunca un oficio / que ante todo competidor me he sentido débil / que perdí los mejores títulos para la vida / que apenas llego a un sitio ya quiero irme (creyendo que mudarme es una solución)…” Cuando se le recuerdan esos versos Cadenas responde que los escribió con 32 años –en unos meses cumplirá 88-, que ya no se reconoce en ellos y que su éxito se debió a la situación política de los años sesenta en su país, volcado en la consolidación de la democracia con el presidente Rómulo Betancourt. Se reconoce, eso sí, en el verso que dice que es un hombre que apenas habla. “¡Que cada palabras lleve lo que dice. / Que sea como el temblor que la sostiene. / Que se mantenga como un latido”, dicen tres famosos versos suyos.
Su laconismo le ha llevado a cultivar una poesía cada vez más influyente y, a la vez, más esencial. Menos exuberante, matiza él. A la reunión en 2007 de su Obra entera (Pre-Textos) -700 páginas que contienen libros como los citados más Intemperie, Memorial (los dos de 1977), Amante (1983) o Gestiones (1992)- le siguieron títulos como Sobre abierto (2012) o En torno a Basho y otros asuntos, su último libro hasta la fecha. “Lo que salva de los escombros / es la mirada”, escribió en él. Aunque es difícil encontrar en su poesía rastro alguno de intención política, Cadenas mantiene una actitud muy crítica respecto al Gobierno de su país. Siempre se ha declaro a favor de la democracia, “por defectuosa que sea”, y alarmado por la ausencia de separación de poderes en Venezuela. Pese a los ataques que ha recibido por ello desde el flanco gubernamental, siempre ha quitado importancia a su propio papel. Rebelde y silencioso era su autorretrato.

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Philip Roth, la escritura y la lujuria

El autor de ‘El lamento de Portnoy’ muere a los 85 años. Retirado desde 2010, su obra, explora la identidad judía y la sexualidad masculina en la América contemporánea


Philip Roth, en su casa en Manhattan, el pasado 5 de enero.
Philip Roth, en su casa en Manhattan, el pasado 5 de enero.The New York Times / Contacto
Philip Roth, titán de las letras norteamericanas y una fuerza de la naturaleza cuya portentosa producción novelística obliga a pensar, como se ha dicho en más de una ocasión, que no era exactamente un escritor sino una literatura, falleció la noche del martes a los 85 años de edad en un hospital de Manhattan, rodeado de amigos y familiares.
Había nacido en 1933, en la localidad de Newark, en New Jersey, escenario de buena parte de su dilatada obra, que suma más de treinta títulos de ficción, además de un valioso conjunto de libros de ensayo y memorias personales. Le fueron concedidos innumerables premios y distinciones, algunos de ellos los de mayor prestigio a que puede aspirar un escritor, incluido el Príncipe de Asturias de las Letras o Man Booker International a toda su carrera en 2011. La excepción fue el Nobel: haciendo honor a los altibajos de su trayectoria, la Academia Sueca no supo estar a la altura del genial novelista.
No era algo que a le importara demasiado. Roth escribía movido por un imperativo categórico. En una conversación particular con él con motivo de la publicación de una de las novelas centrales de su extenso corpus, Pastoral americana (1997), el escritor declaró que para él escribir entrañaba una entrega dolorosa. Su vida fue de principio a fin una aceptación de ese destino. Philip Roth encarnaba la idea del escritor total, y la dedicación a su oficio exigía de él, como en el caso de Kafka, una de sus influencias más conspicuas, una entrega sin fisuras, casi un sacrificio.
Había en su manera de entender su vocación una actitud comparable a la de uno de sus novelistas más admirados, Dostoievski. Como él, se adentraba en los abismos de la condición humana sin calcular los riesgos: “Cada mañana, siento que desciendo a una mina, de la que al final de la jornada regreso con los materiales que después he de pasar a la página”, dijo en aquella conversación. Su corpus novelístico, extraordinariamente sólido, incluye varias obras maestras.

Imprescindibles

El lamento de Portnoy (1969).
La mancha humana (2000).
Pastoral americana (1997).
La conjura contra América (2004).
Némesis (2010).
Operación Shylock (1993).
El teatro de Sabbath (1995).
Elegía (2008).
El animal moribundo (2002).
Hay altibajos, pero por encima de todo lo que cuenta es el valor de conjunto de su obra, que es un todo esencialmente indivisible. Tras un debut que marcaba la aparición de un escritor excepcional, Goodbye, Columbus (1959), Roth inició una trayectoria fulgurante, que incluye más títulos imprescindibles de los que cabe señalar aquí. Algunos: El lamento de Portnoy (1969), probablemente la exploración más tormentosa y radical de la sexualidad masculina que se haya llevado a cabo jamás; la heptalogía centrada en torno a la figura de su alter ego literario, Nathan Zuckerman, en la que explora en profundidad qué significa ser escritor. Aunque la mayor parte de su obra se movió dentro de los parámetros de una concepción realista de la ficción, en algunas novelas, como La contravida (1986), experimentó con las posibilidades de la narrativa, buscando nuevas formas de expresión. Otros títulos fundamentales de su canon son Operación Shylock (1993) y El teatro de Sabbath (1995). Su exploración de lo que significa ser judío en los Estados Unidos, una de sus preocupaciones centrales, le valió tantos rechazos como adhesiones. A finales del siglo XX, la marcha triunfal de su escritura continuó con obras como Pastoral americana,Me casé con un comunista y, ya en el tercer milenio, La mancha humana.
Tras haber tratado a fondo cuestiones como la historia, la naturaleza del deseo y el papel de la literatura en la cultura actual, Roth dirigió la mirada hacia lacras que aquejan tanto al individuo como a la sociedad estadounidense contemporánea. A esta fase corresponden El animal moribundo,La conjura contra América,Elegía,Sale el espectro, que pone punto final a la saga de Zuckerman, Indignación, Humillación y Némesis. Publicadas casi a razón de una por año, el torrente creativo de Roth echa por tierra la idea del escritor que entra en declive en las décadas finales de su vida.
Tan importantes como sus novelas son sus obras de no ficción, entre las que destacan Loshechos (1988) y Patrimonio (1991). En conversación con David Remnick, director del New Yorker, tratando de explicar la energía interior que lo guiaba, señaló: “No sé adónde voy con esto, pero no puedo parar. Es así de sencillo”. No obstante, el momento de parar llegó. Tras la publicación de Némesis (2010), Philip Roth anunció al mundo que dejaba para siempre la escritura.

Frenazo en seco

La revelación fue recibida con estupor e incredulidad. Para su público, la idea era inaceptable. Con la misma inexorabilidad con que se entregó a la escritura, Philip Roth la abandonó. Fue un frenazo en seco para la historia literaria, no solo de su país, sino para los millones de seguidores que tenía en todos los idiomas y latitudes. Adoptó la decisión con total serenidad. Para decirlo con sus palabras, dejó de bajar a diario a la mina en busca de un material que le exigía transformar el dolor en belleza. Se abrió más a la vida social. Disfrutó de la amistad de escritores con los que no había podido relacionarse tanto como hubiera querido. Le asombraba seguir vivo. Un día más, se decía cada vez que se levantaba por la mañana, y continuaba la plácida rutina de la que no había podido disfrutar ni un solo día desde que aceptó la condena de vivir para la escritura. La muerte de Philip Roth deja un vacío que no será fácil cubrir, porque, efectivamente, con él no desaparece un autor, sino toda una manera de entender la literatura.
 
TOMADO DE:  https://elpais.com/cultura/2018/05/23/actualidad/1527093625_855231.html

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Muere la cantante María Dolores Pradera a los 93 años

Actriz de cine y teatro, se reinventó con éxito en intérprete del repertorio musical hispanoamericano


María Dolores Pradera, en una imagen de 2012.
Con su discreción habitual, María Dolores Pradera se despidió el lunes 28 de mayo, en su Madrid natal. Deja atrás una rica trayectoria profesional, primero como actriz y luego como estilista de la canción. A ella se debe la popularización en España de buena parte del gran repertorio hispanoamericano, temas firmados por Chabuca Granda, Atahualpa Yupanqui, Cuco Sánchez o José Alfredo Jiménez. A la vez, elevó a la categoría de clásicas las composiciones de cantautores españoles como Carlos Cano y Joaquín Sabina.
Había cierta confusión respecto a su nacimiento: según la fuente que se consultara, vino al mundo el 29 de agosto de 1924 o en el mismo día de 1926. Da lo mismo: lo que conviene saber es que sus padres eran una vasco-francesa y uno de esos asturianos emprendedores que hicieron las Américas. La familia vivió una breve etapa en Chile, donde María Dolores descubrió que cantar se concebía allí como una actividad natural, presente en todas las reuniones. Más adelante, ya con uso de razón, se enfadaba cuando veía en bares españoles el famoso cartel de “Se prohíbe cantar”.
Sufrió la Guerra Civil en Madrid; cuando terminó, debió olvidarse de sus estudios para ganarse la vida. Su temperamento artístico se expresó inicialmente como actriz. María Dolores Pradera hizo mucho cine y teatro, a veces con su marido desde 1945, el galán Fernando Fernán Gómez. Participó en películas de Florián Rey, Juan de Orduña y Gonzalo Delgrás pero también en cintas polémicas, como la musical Embrujo (1947), de Carlos Pérez de Orma, o el drama Vida en sombras (1949), de Lorenzo Llobet-Gràcia. Títulos incómodos, que fueron torpedeados por la censura.

Buen gusto musical

En teatro, fue Melibea en el montaje de La Celestina que realizó Luis Escobar y participó en obras de Jardiel Poncela, García Lorca y Alejandro Casona; hasta conoció el teatro del absurdo, con El rinoceronte, versión de José Luis Alonso, en compañía de José Bódalo.
Madre de dos hijos, Fernando y Helena, tras separarse de Fernán Gómez en 1957 potenció su faceta de cantante. La Pradera, como era conocida en el ambiente, tenía buen gusto musical , pero urge destacar que también sabía escoger las mejores piezas para su estilo elegante. Aunque admiraba a las intérpretes desgarradas, tipo Chavela Vargas, lo suyo era cantar a media voz, con maravillosa serenidad. Como dijo a Elsa Fernández-Santos en este periódico: “Yo nunca me despeino, solo me desmeleno por dentro”.
Tras darse a conocer en la radio y en salas de fiestas como Alazán, fue fichada en 1960 por el sello Zafiro, donde comenzó grabando EPs (discos de 4 canciones). Con ese soporte introdujo en España temas como La flor de la canela (1961), El rosario de mi madre (1965), Fina estampa (1965), Amarraditos (1966), Amanecí en tus brazos (1967). Inicialmente, Pradera había trabajado con orquestas, pero ella buscaba una expresión más ascética, algo que logró con el acompañamiento de Los Gemelos, Julián y Santiago López Hernández, dos guitarristas madrileños que también habían conocido América.
A lo largo de medio siglo de grabaciones, Pradera realizó su particular antología de la canción popular tal como se entiende a ambos lados del Atlántico. Su cancionero abarcaba boleros, rancheras, valsecitos, tangos, sones, fados, copla, cumbias y todo lo que uno pueda imaginar: sabía apoderarse del fuego sagrado de aquellos compositores.
Unas músicas de corazón desnudo que permitían expresar lo que ella sentía. Hablando en 1983 en estas páginas con Maruja Torres, explicaba así su relación con Fernando Fernán Gómez: “Es muy buena, en cuanto nos separamos fue muy buena. Porque eso es lo malo del desamor, que te llevas muy bien luego... Mientras te dura el amor lo echas a perder o lo echan ellos. A mí siempre me han tocado hombres muy celosos, y no sé por qué, porque yo soy una mujer muy fiel”.
Era querida y respetada. De vez en cuando, su inocencia hasta creaba problemas, como ocurrió al proporcionar argumentos arrojadizos al argentino Fito Páez, en su contencioso con el jienense Joaquín Sabina.
Alejada del aspecto competitivo de la música, la cantante racionaba sus actuaciones, que procuraba que coincidieran con los fines de semana. Afortunadamente, contó con eficaces productores como Javier Iturralde, Antoni Parera Fons y Rosa León; los dos últimos insistieron en colocar su voz en contextos inesperados.
Colaboró frecuentemente con el conjunto canario Los Sabandeños, que compartían su pasión por la música latinoamericana, una relación plasmada en Al cabo del tiempo (2006) y Te canto un bolero (2008). Es menos conocido que tuvo encuentros discográficos con instrumentistas como Cachao, Chano Domínguez, Flaco Jiménez o Gerardo Nuñez.
Dedicó álbumes completos al repertorio de Chabuca Granda, José Alfredo Jiménez y Carlos Cano. Son los discos que conviene buscar. Esos y los directos, como Por derecho (1991), donde estaba la esencia de su arte sobrio.

Donato Y Estefano - Con Su Blanca Palidez (A Whiter Shade Of Pale)

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Stefan Zweig al desnudo

El Literaturarchiv Salzburg lanza una web donde se puede bucear por primera vez en el inabarcable legado personal del autor austriaco

Stefan Zweig en una imagen sin datar.
Stefan Zweig en una imagen sin datar.
Cuaderno de anillas de 92 hojas, 30x20 cm, tapas color césped recién cortado, adquirido en una compra privada a Christie’s en Londres en 2014 en un lote con otros manuscritos de Stefan Zweig por una suma elevada de seis cifras. Cuando el investigador recién llegado logra por un instante levantar la cabeza tras hojear fascinado el borrador original de El mundo de ayer se encuentra con la mirada cómplice de Lina Maria Zangerl.
"En el manuscrito de Montaigne descubrimos un mosquito", dice la archivera del Literaturarchiv Salzburg. Stefan Zweig compró el cuaderno en Petrópolis: nos parece un testigo silencioso de las últimas semanas de Zweig viviendo en el exilio y de la ruta del cuaderno de regreso a Europa como parte del patrimonio literario que conservó su editor Atrium Press hasta que llegó a nosotros.
Ahora ese mosquito brasileño, los cuadernos originales de Montaigne y El mundo de ayer y hasta más de 280 manuscritos de Stefan Zweig se pueden hojear y ojear en la web stefanzweig.digital que acaba de lanzar el Literaturarchiv Salzburg tras varios años de trabajo en su digitalización. Entre ellos, Momentos estelares de la humanidad, las biografías de Balzac, María Antonieta y Magallanes, las obras de teatro Tersites y Adam Lux y los relatos póstumos Clarissa y La chica de la estafeta de correos. Este colosal proyecto aspira a convertirse en una plataforma en Internet que conecte todos los archivos de Stefan Zweig en el mundo. De momento registra el material que conserva el Archivo Literario de Salzburgo y la biblioteca Daniel A. Reed de la Universidad de Nueva York en Fredonia.
En el manuscrito de Montaigne no sólo hablan los mosquitos. Fue la última biografía en la que trabajó Zweig poco antes de su muerte y en los márgenes escribió anotaciones que pueden leerse como una nota a pie de página de su propio suicidio: “¿Cómo puedo no caer preso de este mundo de locura, del que no tengo poder para aliviarme y del que no puedo escapar? ¿Cómo puedo salvar la mayoría de edad y la humanidad en mí mismo? ¿Cómo puedo no desesperar?”.
Una hoja manuscrita de Stefan Zweig.
Una hoja manuscrita de Stefan Zweig.
En el cuaderno de El mundo de ayer donde Zweig escribió sus memorias habla la tinta violeta. Zangerl dibuja una biografía del escritor con la fisicidad de los manuscritos:
–Se puede aprender mucho de la obra de Stefan Zweig, de su personalidad y de su vida observando los detalles tangibles de los cuadernos originales. Por ejemplo, durante sus años felices en Salzburgo escribía siempre con tinta violeta. En su exilio americano no fue capaz de encontrarla y tuvo que escribir con la tinta azul corriente.
La web facilita vías temáticas de investigación que arranca con la serie sobre María Antonieta. Junto con el original de agosto de 1932, se muestran las pruebas de corrección, los bocetos, las notas de trabajo e incluso el formulario del contrato para las traducciones: el proceso creativo de Stefan Zweig al desnudo. También reúne virtualmente fragmentos de la misma obra que se habían dispersado tras la muerte de Zweig, como el elogio a Sigmund Freud Worte am Sarge Sigmund Freuds.

La biblioteca de Zweig

Stefan Zweig vivió 15 años en la colina de Kapuzinerberg en Salzburgo. Allí se convirtió en el escritor más traducido del mundo al mismo tiempo que Hugo von Hofmannsthal y Max Reinhardt lo marginaban de la vida artística local porque despreciaban sus libretos. El Archivo Literario de Salzburgo se encuentra en Residenzplatz: justo en la misma plaza donde hoy se permite el acceso al universo creativo de Zweig a todo aquel que tenga conexión a internet, los nazis hacían en 1938 una hoguera con sus libros.
–Salzburgo era una ciudad muy parda –recuerda Klemens Renoldner, director del Stefan Zweig Centre, también en Salzburgo, inaugurado en 2008 para difundir el legado del escritor. Se refiere al uniforme nazi–. El nazismo caló muy rápido. El antisemitismo venía de antiguo. Se exilió en el momento adecuado, aunque también le movieron razones familiares.
Zweig abandonó Austria en 1934 cuando la policía registró su casa con la excusa de buscar armas. Furioso con la deriva política y triste en un matrimonio fracasado, Zweig lo dejó todo, a su mujer y a sus dos ruidosas hijas fruto de un matrimonio previo que tanto le molestaban cuando trabajaba, su hermosa casa, su biblioteca borgiana. El escritor austriaco, que amaba a los perros y no a los gatos, el café y no el té, era un bibliófilo insaciable. Compró libros en Viena y Salzburgo y no dejó de hacerlo durante su exilio en Londres, Bath, Petrópolis. La web también ha indexado más de 1.300 títulos de su biblioteca personal, que hoy se encuentran dispersos por el mundo entre sus herederos en Londres y varias colecciones públicas y privadas, y los exhibe catalogados incluso con las dedicatorias, el ex libris y aclarando si hay subrayados y anotaciones personales: una fuente de primera mano, casi de voyeristas, para saber qué leía y qué fuentes utilizaba Zweig para escribir sus propias obras.
Se puede leer el bautismo de tinta que Zweig le dedicó a un rarísimo ejemplar de Une saison en enfèr de Arthur Rimbaud (“La edición completa, salvo siete ejemplares, fue destruida por el propio autor. Este es uno de los existentes”). Los libros de Joseph Roth revelan las tiernas palabras que le dedicó su viejo amigo gruñón y alcoholizado (“Stefan Zweig, a quién le debo Job–y más que Job y mucho más de lo que cualquier libro pueda significar–…”). Se puede incluso seguir el rastro al destino y la ubicación actual de los libros que Zweig tenía de Rilke, ante cuya tumba Zweig pronunció la oración fúnebre en 1927.
En 1942 cuando Europa era, en palabras de Joseph Roth, un cadáver que se había suicidado, Stefan Zweig y su segunda esposa Lotte Altman se quitaron la vida. Un día antes había enviado a sus diferentes editores repartidos por el mundo Novela de ajedrez. El manuscrito de ese relato también está abierto en canal en la web.
TOMADO DE:  https://elpais.com/cultura/2018/06/17/actualidad/1529236079_289932.html

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Muere en La Habana el poeta Rafael Alcides

Rafael Alcides. (EL MUNDO)
El poeta, narrador y periodista Rafael Alcides falleció en la tarde de hoy en La Habana, según informó a DDC su esposa, la bloguera Regina Coyula. Alcides sufría de un cáncer que había hecho metástasis.
Nacido en Barrancas, Bayamo, Cuba, en 1933, perteneció a la Generación Poética del Cincuenta. Publicó sus primeros libros en la década del 60 y en 1969 inició un apartamiento de la vida pública como escritor. Volvió a publicar a principios de los 80 y se apartó de nuevo de la vida pública a inicios de los 90.
En 2014 renunció a su membresía de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), y antes había declinado en varias ocasiones el ofrecimiento del Premio Nacional de Literatura que le hicieron llegar las autoridades.
Su obra poética incluye títulos como Himnos de montaña (Talleres Capitolio Nacional, La Habana, 1961), Gitana (Talleres de Tosco, La Habana, 1962), La pata de palo (Unión, La Habana, 1967), Agradecido como un perro (Letras Cubanas, La Habana, 1983), Y se mueren y vuelven y se mueren (1986), Noche en el recuerdo (1989), Nadie (1993, reedición en Bokeh, Leiden, 2016), Conversaciones con Dios (Renacimiento, Sevilla, 2014) y la antología GMT (Renacimiento, Sevilla, 2009).
En tanto narrador publicó la novela El anillo de Ciro Capote (Renacimiento, Sevilla, 2011), el libro de crónicas Memorias del porvenir (Premio Café Bretón & Bodegas Olarra, AMG Editor, Logroño, 2011) y el libro de relatos Un cuento de hadas que termina mal (Pepitas de Calabaza, Logroño, 2011).
En 2015 recibió el Premio Nacional de Literatura Independiente Gastón Baquero, convocado por Neo Club Ediciones, el Club de Escritores Independientes de Cuba y el Instituto la Rosa Blanca.
Miguel Coyula se inspiró en su biografía y opiniones para realizar su filme Nadie. El filme se exhibió por primera vez en Cuba en agosto de 2016, en la galería de Samuel Riera, ante una docena de personas.

TOMADO DE:  http://www.diariodecuba.com/cuba/1529454700_40148.html


   

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Muere Xiomara Alfaro, ‘el ruiseñor’ de la canción cubana

Contemporánea de artistas como Olga Guillot y Celia Cruz, la cantante de boleros y música romántica de los 50 será recordada por su interpretación de éxitos como ‘Siboney’

Xiomara Alfaro, en una foto para la portada de un disco.
Xiomara Alfaro, en una foto para la portada de un disco.
La artista cubana Xiomara Alfaro, una de las últimas grandes estrellas de la era dorada de la canción popular cubana, murió a los 88 años. La cantante, conocida como el ruiseñor o la alondra, falleció el domingo en Cape Coral, Florida (EE UU). Su salud era delicada, según explicó su publicista y biógrafa, Gema Castanedo, al diario Nuevo Herald. Alfaro no pudo superar un paro respiratorio.

La bolerista, que triunfó en la década de los 50 en la isla, comenzó su carrera en espectáculos de revista con los que recorrió Europa y Sudamérica antes de iniciar su carrera en solitario. En esa época actuó en los principales escenarios de Cuba, incluidos el cabaret Tropicana y la sala Montmartre. Su forma de actuar llamó la atención de productores de la época, y participó en películas como la italiana Mambo (1954), protagonizada por Silvana Mangano; la mexicana Yambaó (1956), de Alfredo Crevenna, y Olé Cuba (1957), de Manuel de la Pedrosa.

Pasó por la radio y la televisión cubanas, pero finalmente dejó la isla en 1960 para continuar con su carrera en Europa y Estados Unidos. Nunca volvió. Contemporánea de otras compatriotas emblemáticas, como Olga Guillot y Celia Cruz, su discografía abarca una treintena de títulos en los que colaboró con artistas como Bebo Valdés y Ernesto Duart Brito. Besos en mis sueños, Recordar es vivir y Lamento borincano son algunos de ellos, en los que destacó por su capacidad para mantener largos agudos. De ahí le viene su apodo. De todas sus interpretaciones, Alfaro será recordada por el bolero Siboney, un tema del también cubano Ernesto Lecuona.
Actualmente residía en Cape Coral, al suroeste de Florida, donde hay una gran comunidad cubana. La cantante murió sin volver a su tierra natal, como le sucedió a otros artistas que abandonaron la isla y cuya música, en algunos casos, llegó a estar vetada. Alfaro era “una de las últimas leyendas vivientes que se va sin regresar a Cuba”, lamentó en declaraciones a Efe Omer Pardillo, presidente de la Fundación Celia Cruz, quien recordó que “en el exilio, y de esa época, nos quedan Cándido Camero (percusionista, que vive en Nueva York) y Olga Chorens (actriz y cantante de 94 años, con residencia en Miami)”. Nacida el 11 de mayo de 1930 en La Habana, estaba casada con el pianista Rafael Benítez, al que conoció durante una de sus giras y fue su pareja durante 54 años.

TOMADO DE: https://elpais.com/cultura/2018/06/26/actualidad/1530023154_917827.html

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Un relato íntimo del cautiverio de los Románov

Un libro compila textos del ocaso de la última dinastía zarista


Los Románov, en 1913. En el centro, Nicolás II y su mujer Alejandra.
Los Románov, en 1913. En el centro, Nicolás II y su mujer Alejandra.
Hoy, en los libros de historia, todo encaja. Un país inmenso con una estructura agraria feudal hasta el siglo XIX, una revuelta aplastada a disparos doce años antes y décadas del fantasma del comunismo recorriendo Europa. En cambio, cuando se desarrollaban los acontecimientos clave de la Revolución Rusa, la última dinastía zarista no entendió nada: se aferraba a la ilusión de que todo volvería a la normalidad y creía que "la naturaleza eslava" requería de "un látigo" y "casi crueldad", como apuntó la zarina Alejandra Fiódorovna a su marido, Nicolás II.
Es una de las impresiones que se extrae de las cartas, telegramas, diarios y otros documentos, principalmente de los Románov y sus allegados, escritos durante los tres cautiverios que sufrieron entre la revolución burguesa de febrero de 1917 y su ejecución en 1918 en Ekaterimburgo, donde se alza desde 2003 la catedral de la Sangre Derramada. Un relato íntimo compilado por la editorial Páginas de espuma en forma de novela epistolar bajo el título Románov, crónica de un final: 1917-1918.
Nicolás II y Alejandra Fiódorovna, en las celebraciones del 300 aniversario de la dinastía, en 1913 en Moscú.
Nicolás II y Alejandra Fiódorovna, en las celebraciones del 300 aniversario de la dinastía, en 1913 en Moscú.Heritage / Getty
25 de febrero de 1917, según el calendario juliano, trece días menor que el gregoriano que la Rusia de Lenin adoptó un año más tarde. La zarina escribe a su marido a la residencia imperial de Tsárskoye Seló: "Los chicos [en las calles] corren y gritan que no tienen pan -tan solo para agitar- y los obreros impiden que otros trabajen. Si hiciera mucho frío, todos estarían en sus casas. Pero todo esto pasará y se calmará si la Duma [el Parlamento] actúa bien". No aparece en el libro, pero un día después el presidente de la Cámara advertía al zar en un telegrama de que la situación era "grave" y la capital [entonces Petrogrado, la actual San Petersburgo] estaba en "estado de anarquía". Nicolás II no respondió. En marzo acabaría abdicando, presionado por la Duma.
En las misivas se mezcla lo político y lo cotidiano. Un breve comentario de la zarina sobre cómo "los pobres asaltan las panaderías" va seguido de un repaso a la fiebre de los niños. En otra carta anima a su esposo a mostrar su "mano poderosa" a la población justo antes de lamentar no haber podido desayunar juntos. Nicolás II responde en un telegrama: "Hace un tiempo maravilloso. Espero que os sintáis bien y tranquilos. Muchas tropas fueron enviadas al frente".
Los motes son cariñosos: Amigo aludía al asesinado Rasputín; Solecito, a la zarina (por influencia de su abuela Victoria, la reina británica, que solía llamarla Sunny); y el primogénito Alekséi era Rayito de sol o Baby.
También se palpa el aburrimiento de una vida ociosa y sin responsabilidades. "No tengo nada interesante para escribir: a las doce habrá misa. Anastasia ha cumplido dieciséis años. ¡Cómo pasa el tiempo!", cuenta Alejandra Fiódorovna a una amiga en junio de 1917. "El tiempo pasa rápida y monótonamente. Trabajamos, leemos, tocamos el piano, paseamos, tenemos clases. Y ya", resumía la princesa Tatiana Nikoláievna en una carta. Su padre define la vida como estar embarcado: "todos los días son parecidos el uno al otro". Llenan el tiempo con clases de catecismo, lectura o juegos de mesa.
"En cada uno de los cortos y esporádicos viajes a Tsárkoye Seló intentaba adivinar el carácter del exzar y entendí que nada ni nadie le interesaba excepto sus hijos. Su indiferencia hacia el mundo exterior me parecía casi artificial [...] Se quitó el poder como quien se quita el traje de ceremonia para ponerse el de casa", escribió Kerenski, líder del Gobierno provisional que concluyó con la revolución bolchevique. Más tarde ordenó separarle de la zarina, salvo para las tres comidas del día, por el "enfado irreconciliable" que esta arrastraba por la pérdida del poder.
Las entradas en el diario de Nicolás II son más bien breves y descriptivas. "Por la tarde tomamos el té en mi cuarto. Ahora dormimos juntos de nuevo", se limitó a escribir el 12 de abril de 1917. En ocasiones responde con tono distante a las cartas de su mujer, llenas de epítetos de amor. "Creo que es algo de la personalidad de Nicolás, sobre todo con su familia nuclear. No quería escribirles que viajaba solo en un vagón de tren mientras su cabeza daba vueltas sobre tener que abandonar el Gobierno o no [...] Era un enamorado de su familia que prefería estar con ella que escribirles, y siempre procurando no preocuparlos", señala  Ezra Alcázar, participante en la edición y construcción del libro.
En agosto de 1917 la familia real fue trasladada a una mansión en Tobolsk, la principal ciudad de Siberia. Cada vez más bolcheviques reclamaban la cabeza del zar y Kerenski quería alejarle de los principales focos de tensión. Su lujoso tren de vida descarriló. "Muchos cuartos no están arreglados y su estado es poco atractivo. Luego fuimos al supuesto jardín (una horrible huerta), examinamos la cocina y el cuarto de guardia. Todo se ve viejo y abandonado", narraba Nicolás Il en su diario. Un testigo fundamental de esos días, Pierre Gilliard, el académico suizo que enseñaba francés a los hijos de la familia, recuerda en sus memorias cómo los Románov "sufrían por la falta de espacio", pese a que la planta en que vivían era "cómoda y espaciosa".
Nicolás II corta madera con Pierre Gilliard durante el cautiverio en Tobolsk, en 1918.
Nicolás II corta madera con Pierre Gilliard durante el cautiverio en Tobolsk, en 1918.
"Me sorprendió la suavidad de la familia real. En las cartas enviadas a sus amigos desde Tobolsk se nota que se concentraban solo en lo bueno que les pasaba: fiestas, misas, una pieza de teatro que hicieron. Se entiende que vivieron un momento sumamente difícil y estresante, pero con su devoción a Dios y la unidad familiar todavía esperaban lo mejor", señala por correo electrónico la traductora de los textos, Tatiana Shvaliova.
En abril de 1918, la revolución comunista cuenta medio año de vida, Rusia ha salido de la Primera Guerra Mundial con la firma del Tratado de Brest-Litovsk y está inmersa en una guerra civil. Los Románov son trasladados a la ciudad de Ekaterimburgo y los textos del zar se impregnan de incertidumbre. 14 de junio: "Pasamos una noche llena de preocupación y nos desvelamos vestidos... hace poco recibimos dos cartas ¡en donde nos informaron de que nos preparemos para ser robados por la gente!". 30 de junio: "No tenemos ninguna noticia del exterior".
En la noche del 16 al 17 de julio la familia fue llevada por sorpresa a un sótano, como aparece descrito en el ensayo Los Románov (Crítica), de Simon Sebag Montefiore."¿Por qué no hay aquí ninguna silla? ¿Está prohibido sentarse?", preguntó Alejandra. Yákov Yurovski, el miembro del Soviet de los Urales que ejecutó la orden de asesinato de los siete Románov, tres de sus sirvientes y un médico, leyó un pedazo de papel: "Nikolái Aleksandróvich, en vista de que tus parientes continúan con su ataque a la Rusia Soviética, el Comité Ejecutivo de los Urales ha decidido tu ejecución y la de tu familia". El zar, desconcertado, pidió escucharlo de nuevo. Yurovski releyó el texto y Nicolas II balbuceó: "¿qué? ¿qué?". "¡Esto!", zanjó Yurovski mientras abría fuego. "Los Románov estaban completamente tranquilos. No sospechaban nada", es su recuerdo del momento.
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