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Kandinski, Malévich y Mondrian juntos en Düsseldorf

IT DANSA - JOVE COMPANYA DE L'INSTITUT DEL TEATRE
Clásicos AIEnRUTa
8 abril, 2014
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Juan Carlos Tellechea
Periodista y crítico. Nacionalidad: Uruguayo. Lugar de residencia: Berlín. El señor Tellechea se formó en la Universidad de la República Oriental del Uruguay y en la Escuela Latinoamericana de Periodismo. Reside en Alemania desde 1980 (primero en Bonn, y desde 1999 en Berlín) donde colabora con numerosos medios de comunicación de Europa, Estados Unidos e Iberoamérica. Ver más información

Düsseldorf, a orillas del Rin, realiza en estos meses (del 5 de abril al 15 de agosto) la tercera edición de la Quadriennale, el espectacular festival de arte que cada cuatro años concentra las actividades de sus principales museos y colecciones. La capital del estado federado más populoso de Alemania, con casi 20 millones de habitantes, procura darse de esta forma gran impulso internacional.
“Más allá del mañana” es el lema de la Quadriennale este año, y una de sus más interesantes muestras tiene lugar en la Kunstsammlung Nordrhein-Westfalen (Colección de Arte de Renania del Norte-Westfalia), titulada “Kandinski, Malévich y Mondrian – la infinitud del abismo blanco”.
La exhibición reúne obras cedidas por el Museo de Arte Moderno y el Museo Solomon R. Guggenheim de Nueva York, el Centro Georges Pompidou de París, el Stedelijk Museum de Amsterdam, el Museo Ludwig de Colonia, el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid, la Galería Estatal Tretiakov de Moscú, el Museo Estatal de Historia de San Petersburgo con el Museo de la Vanguardia de Leningrado, el Museo de Bellas Artes de Ekaterimburgo, el Museo de Arte de Basilea y el Museo de Arte Moderno de Estocolmo, entre otras prestigiosas instituciones.
colaboradores  Kandinski, Malévich y Mondrian juntos en Düsseldorf

Precursores
Vasili Kandinski (Moscú, 1866 – Neuilly-sur-Seine, 1944), Kazimir Malévich (Kiev, 1878 – Leningrado, 1935) y Piet Mondrian (Amersfoort, 1872 – Nueva York, 1944), desde sus diferentes biografías, puntos de partida y evoluciones son los tres máximos representantes inaugurales de la abstracción, cuyo legado, en una época signada por el optimismo hacia el progreso, habría de marcar indeleblemente el arte moderno.
“Ante nosotros se extiende el abismo blanco. Ante nosotros se extiende la infinitud”, formulaba Malévich, creador del suprematismo, uno de los movimientos de la vanguardia rusa del siglo XX, en una definición (1919) metafórica contenida en su largo ensayo teórico “Sobre el nuevo sistema de Arte” que habría de indicarle la senda a recorrer por su creación artística.
También Kandinski, precursor de la abstracción, teórico del arte, con quien comienza la abstracción lírica y para quien el color blanco “es un silencio que no está muerto, sino lleno de posibilidades” (1911), se consideraba precursor de un nuevo orden social, en el que los artistas desempeñarían un papel destacado.
Mondrian en cambio, fundador del neoplasticismo (junto con Theo van Doesburg) que habría de evolucionar a su vez desde el naturalismo y el simbolismo hasta la abstracción, se manifestaba crítico frente a la utopía, pero sus composiciones pictóricas (con colores rojo, amarillo, azul, así como negro, gris y blanco) permiten leer, sin embargo, una anticipación concreta hacia un nuevo proyecto social, hacia un mejor y más estético orden del mundo.
Esoterismo
Kandinsky, al igual que Mondrian, estaba interesado también en la teosofía (según la doctrina del filósofo, erudito, educador, escritor, dramaturgo, pensador social y ocultista austríaco Rudolf Steiner, 1861-1925, fundador de la antroposofía, educación Waldorf, agricultura biodinámica, medicina antroposófica y la nueva forma artística de la euritmia), entendida como la verdad fundamental que subyace detrás de doctrinas y rituales en todas las religiones del mundo. Esta creencia en una realidad esencial oculta tras las apariencias, proporciona una obvia racionalidad al arte abstracto.
Malévich, en cambio, menos influído por las doctrinas teosóficas y más por la mística rusa, trasunta en su obra el análisis de los contextos espirituales. Para él, la renovación del mundo tenía por objetivo la superación de lo figurativo en el arte. El legendario lanzamiento de esta propuesta radical tuvo lugar en “0,10: Última Exposición Futurista” (Petrogrado, 1915) en la que Malévich cuelga 39 obras abstractas, presentándolas como nuevo realismo pictórico, entre ellas el famoso “Cuadrado Negro” sobre fondo blanco (que corporiza todo y al mismo tiempo nada, entendido como metáfora de la infinitud, el espacio sin límites, color que representa al mismo tiempo todo el espectro) que supone un giro fundamental en su evolución y en la de toda la pintura moderna.
Nueva era
Mondrian ve en el neoplasticismo una tarea catártica, el arte de una nueva era, promovida en aquellos días por el espíritu dominante de la época; esto es, una conciencia específica del tiempo, cuya futura evolución anticipa la vanguardia en el arte. Lo característico para el porvenir es, según el pintor neerlandés, alcanzar un estado de armonía, en el que lo anticipado en la obra sea trasladado concretamente al mundo real de los hechos.
Kandinski publica en 1912 “De lo Espiritual en el Arte”, obra en la que critica a las instituciones académicas tradicionalistas y la idea del arte en general, en la que describe la fundación teórica del movimiento abstracto, habla de una nueva época de espiritualidad, así como de la contribución de la pintura a ella. El arte nuevo, afirma, debe basarse en un lenguaje del color; da las pautas sobre las propiedades emocionales de cada color y de cada tonalidad.
Pero, a diferencia de las teorías sobre el color más antiguas (como la del poeta, novelista, dramaturgo y científico alemán Johann Wolfgang von Goethe, 1749-1832, miembro de la masonería desde 1780, quien dejó también una profunda e incalculable huella en la cultura, el arte, la ciencia, el pensamiento y la filosofía posteriores), Kandinski no se interesa por el espectro, sino solamente por la respuesta del espíritu. Ve las vibraciones de artistas y espectadores no como una expresión del estado del alma, sino como la manifestación de un mundo espiritual vibrante, oscilante y agitado que atraviesa el macro y el microcosmos.
Joaquín Torres García
En 1930 Kandinski y Mondrian integrarían junto con el arquitecto alemán Walter Gropius (fundador del movimiento Bauhaus y junto con Ludwig Mies van der Rohe y Le Corbusier cofundador de la arquitectura moderna), Willi Baumeister, el escultor español Julio González, Fernand Léger, Luigi Russolo, Antoine Pevsner, Georges Vantongerloo, Hans Arp, Kurt Schwitters, Le Corbusier, entre otros, el grupo “Cercle et carré” fundado en 1929 en París por el pintor uruguayo Joaquín Torres García (junto con José Martí, César Sandino, Gabriela Mistral y Fernando Pessoa, entre otros, una de las personalidades latinoamericanas más influídas por la teosofía, según las enseñanzas de la rusa Helena Blavatsky, 1831-1891, cofundadora de la Sociedad Teosófica de Nueva York en 1875) y el dibujante, poeta y crítico de arte belga Michel Seuphor.
colaboradores  Kandinski, Malévich y Mondrian juntos en Düsseldorf
Trascendencia
Sin importar cuán cercanos o alejados estaban entre si, artistas tan diferentes como Kandinski, Malévich y Mondrian veían ya el comienzo de una nueva época. Les unía no solo el potencial utópico de su creación artística, sino el compromiso en la amplia difusión de sus teorías y de la práctica. Kandinski y Malévich enseñaban en diferentes academias y, como profesores invitados, en diversas instituciones europeas.
Mondrian propagaba sus planteamientos teóricos en De Stijl (El Estilo), la revista (1917-1926) del movimiento homónimo que había fundado (1917) con van Doesburg, en torno a la cual se constituyó un grupo de artistas que recibieron influencia directa de la “revolución cubista”, entre los que figuraba como el pintor más importante. En 1931 Mondrian se uniría también al grupo parisino Abstraction-Création (creado por el belga Vantongerloo). Su teoría trascendió la pintura, influyendo asimismo en otras expresiones estéticas: diseño (la casa Hermès vendía una serie de bolsos y equipajes de la estilista Lola Prusac, 1895-1985, en rojo, amarillo y azul), decoración, arquitectura y escultura.
Como artistas, teóricos y maestros Kandinski, Malévich y Mondrian dejaron un precioso legado artístico de inestimable valor, cuyo potencial utópico y carácter visionario sigue teniendo absoluta vigencia todavía hoy, un siglo después de haber sido desarrollado.
Página de internet TOMADO DE: http://www.danzaballet.com/kandinski-malevich-y-mondrian-juntos-en-dusseldorf/

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En memoria de Marta García

29/01/2017

Marta García dejó de abrir sus ojos a esta vida en la mañana de hoy.

Recuerdo cuando su esposo, Orlando Salgado, me contaba que ella había sido su mejor partenaire, tanto en la vida como sobre el escenario: “La crítica decía que era la actriz-bailarina, poseía aparte de una extraordinaria técnica unas capacidades expresivas que bailar con ella era como vivir una historia diferente cada vez”.

Marta era un ser especial, una artista que escondía en su elegante y delicado cuerpo un corazón apasionado, un alma de poeta, lo que la hacía capaz de interpretar los roles del ballet con una personalidad que embargaba y que la hace inolvidable.

En su autobiografía “Bailar Mi Vida”, publicada por la Editorial Cumbres, la misma Marta relata sus vivencias con una prosa sencilla narrando los momentos de su existencia personal y profesional con gran sensibilidad.
La otra Marta, la que no se ve en el escenario se muestra en el libro. Una mujer luchadora, nacida para el arte a la que incluso le fue dado el don de la poesía.

Desde niña sobresalió gracias a su talento innato y fue famosa la famosa estrella de la televisión cubana, Marica García, que era capaz de interpretar con maestría el Zapateado de Sarasate.


A base de esfuerzo e inteligencia se transformó, cual mariposa en crisálida, de niña prodigio a estrella de la danza del ballet cubano.

Marta García como artista ha sido todo: actriz, prima ballerina, directora, coreógrafa, maestra, poeta... Una vida inolvidable para quien fue estrella en la tierra y ocupa ahora su espacio en el cielo.

Ella misma escribe lo que ha sido su vida en la dedicatoria de su libro “Bailar Mi Vida”, que a continuación reproducimos:

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Descanse en Paz.

 MERCEDES ALBI

TOMADO DE: 
  https://www.blogger.com/blogger.g?blogID=6485132664150799742#editor/target=post;postID=6307519714195301572

Fotografías cedidas por Editorial Cumbres

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Muere el premio Nobel alemán Günter Grass a los 87 años

Desaparece una gran figura de la literatura europea tras la Segunda Guerra Mundial

El escritor, en su casa de Lübeck el pasado 21 de marzo. . REUTERS-LIVE! / JULIÁN ROJAS
Günter Grass, quizás el escritor más famoso, polémico y a la vez representativo de la segunda mitad del siglo XX alemán, murió ayer por una infección en un hospital de Lübeck, la ciudad del norte de Alemania donde vivía. Alcanzó el éxito masivo con su primera novela, El tambor de hojalata,publicada en 1959, y cuatro décadas más tarde logró el primer Nobel de Literatura en 27 años para un autor alemán —antes lo había obtenido Heinrich Böll— por “haber dibujado la cara olvidada de la historia con vivas fábulas negras”, según la explicación que dio entonces la Academia sueca. Ese mismo año, 1999, recibiría el Príncipe de Asturias de las Letras.
La vida de Grass está ligada de forma inseparable a los acontecimientos que sacudieron Alemania durante el siglo XX. Nacido el 16 de octubre de 1927 en Gdansk —la entonces Ciudad Libre de Danzig y hoy territorio polaco—, fue reclutado en 1944 por la unidad de élite nazi Waffen-SS y, tras la Segunda Guerra Mundial, estudió en la Academia de Arte de Düsseldorf.
El tambor de hojalata, que narra la vida del niño-hombre Oskar Matzerath, irrumpió en la Alemania de posguerra y recibió tantos elogios como críticas de aquellos que veían en el libro un espejo demasiado real y descarnado del surgimiento del nazismo y de la guerra. La popularidad de esta obra, por la que fue a los tribunales acusado de pornógrafo y blasfemo, aumentó en 1978, cuando Volker Schlöndorff la llevó al cine y ganó el Oscar a la mejor película extranjera y la Palma de Oro en Cannes. “De repente, superó la anticuada norma de las novelas alemanas y ofreció una conexión con la narrativa moderna europea. Supuso un chorro de aire fresco”, resumía ayer al teléfono Roland Berbig, profesor de Literatura Alemana de la Universidad Humboldt de Berlín. “Lo que, por amor, no le había ahorrado a mi país, fue leído como si ensuciara mi propio nido”, respondió Grass a sus críticos en su discurso de aceptación del Nobel.
Pese a que dejó de escribir novelas el año pasado, Grass, gran defensor del canciller socialdemócrata Willy Brandt, no rehuyó casi ningún asunto espinoso hasta el final de su vida. En 2012, publicó el poema Lo que hay que decir, en el que acusaba al Estado de Israel de poner en peligro la paz mundial por su capacidad para producir bombas atómicas. El Gobierno israelí reaccionó declarándole persona non grata y prohibiéndole la entrada al país. En ese poema, el escritor aseguraba que estaba escribiendo con su “última tinta”.
Grass, quien pese a su cercanía a Brandt y a otros líderes socialdemócratas terminó distanciándose del SPD, participó en buena parte de los debates políticos de las últimas décadas. En 1990, se mostró contrario a la unificación alemana. “La espeluznante e incomparable experiencia de Auschwitz excluye la posibilidad de un solo Estado alemán”, decía el autor en febrero de 1990, tan solo ocho meses antes de que la República Democrática Alemana se disolviera. Grass abogaba entonces por una confederación de Estados alemanes.
En 1989, firmó la carta que reclamó al entonces presidente de Estados Unidos George Bush (padre) un diálogo con Nicaragua. También fue implacable crítico con la política seguida por su hijo, George W. Bush, al que consideraba una amenaza para la paz mundial por su actuación en la guerra de Irak. Defendió a Salman Rushdie cuando recibió amenazas de muerte del régimen iraní por su obra Versos satánicos. Criticó con dureza en 1997 el suministro alemán de armamento a Turquía y la denegación de asilo al pueblo kurdo. Mantuvo una larga y fructífera enemistad con Marcel Reich-Ranicki, el gran crítico literario de la Alemania de posguerra, quien murió en septiembre de 2013.

TODOS LOS GÉNEROS

- Novela. Trilogía de Danzig: El tambor de hojalata (1959), El gato y el ratón (1961)y Años de perro (1963). Anestesia local (1969). El rodaballo (1977). Encuentro en Telgte (1979). La ratesa (1986). Malos presagios (1992). Es cuento largo (1995). Mi siglo (1999). A paso de cangrejo (2002).
- Teatro. Los plebeyos ensayan la revolución (1966). - Poesía. Del diario de un caracol (1972).
- Ensayo. Partos mentales o los alemanes se extinguen (1980).
- Memorias. Pelando la cebolla (2007). La caja de los deseos (2009). De Alemania a Alemania. Diario (1990-2009).
Grass continúo opinando —y molestando a muchos con sus opiniones— hasta el final de sus 87 años. Hace solo dos meses, se preguntaba si, de una forma u otra, no estamos ya viviendo una Tercera Guerra Mundial. “En los últimos tiempos oímos continuamente avisos para impedir una nueva catástrofe como la de la Primera o la Segunda. Me pregunto desde hace tiempo si no ha empezado ya de una forma paralela en Ucrania, Siria y otros lugares”, afirmó.
“Deja un legado inmenso, del que todavía queda bastante por publicar o por traducir en España”, asegura en una conversación telefónica Miguel Sáenz, su traductor y miembro de la Real Academia Española. Entre su vastísima obra, que incluye narrativa, teatro, ensayo y poesía, destacan El gato y el ratón y Años de perro, que junto con El tambor de hojalata constituyen la denominada Trilogía de Danzig; así como El rodaballo (1977), En el cuarto trasero (1982), Un vasto campo (1995), Últimas danzas, novela que publicó en 2003; Mi siglo, una recopilación de sus reflexiones sobre cada uno de los años del siglo XX, incluida una sobre el bombardeo nazi de Gernika en la Guerra Civil, y ensayos políticos como Alemania: una unificación insensata.
Sáenz, quien lo trató en las reuniones que Grass organizaba con los traductores de sus obras a distinas lenguas, lo recuerda como un gigante de la literatura y un hombre del Renacimiento que, además de escribir, esculpía, pintaba acuarelas, hacía grabados... “Los encuentros con los traductores, que podían durar una semana, no solo eran muy fructíferos porque tratábamos con él directamente sobre los problemas con los que nos encontrábamos en nuestro trabajo. También eran auténticos festines en los que jugábamos a los bolos, él cocinaba una sopa de pescado buenísima y en los que a él le encantaba pasárselo bien y reírse”, recuerda.

EL ANTINAZI QUE FUE MIEMBRO DE LAS SS

Ficha de filiación de Günter Grass a las Waffen SS en mayo de 1945.
La bomba estalló el 11 de agosto de 2006. “Por qué rompo mi silencio”, se titulaba la entrevista con Günter Grass que ese día publicaba el gran diario conservador alemán, el Frankfurter Allgemeine Zeitung. Ya se sabía que el gran escritor y premio Noble se había alistado en las Juventudes Hitlerianas como voluntario y que a los 17 fue llamado a filas por el Ejército nazi. Pero durante la presentación de su autobiografía Beim Häuten der Zwiebel(“Pelando la cebolla”), confesó haber pertenecido en su juventud a las Waffen SS, las unidades militares del cuerpo de élite del partido nazi, a las órdenes de Heinrich Himmler y particularmente activo en la perpetración del Holocausto. A los 17 años, Grass sirvió en Dresde en la Décima División Blindada Frundsberg.
De poco sirvieron sus explicaciones de que su ingreso no fue voluntario y que no pegó un tiro. Grass recibió fortísimas críticas de aquellos que consideraban un hipócrita al escritor de izquierdas, destacado antifascista y poco menos que guardián de la moral alemana en las últimas décadas. Le acusaban no tanto de haber cometido un error en su adolescencia como de haber tardado 60 años en hablar de su pasado en una de las divisiones más asesinas del régimen nacionalsocialista. Su explicación es que en todo ese tiempo no “había sabido como decirlo”.
El expresidente polaco Lech Walesa pidió que devolviera su condecoración como ciudadano ilustre de Gdansk (Danzig en alemán), la ciudad polaca en la que nació y en la que se desencadenó la II Guerra Mundial.
La entonces recién nombrada canciller Angela Merkel también criticó al premio Nobel de Literatura. “No me extraña que ahora le critiquen, porque él nunca se mantuvo al margen en las discusiones públicas. Comprendo las críticas y habría preferido que [su pasado] se supiera desde el comienzo”, decía entonces la líder democristiana y jefa de Gobierno. La misma que ayer mostró su “profundo respeto” y consternación por la muerte de Grass, un escritor que, según Merkel, “marcó como pocos la historia de Alemania, desde el final de la II Guerra Mundial hasta hoy, con su compromiso personal, literario, político y social”.

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LAS ARTES
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Einstein, el vidente
Publicado 20/09/2015

Óscar Aguirre Gómez*
Albert Einstein, el científico que revolucionó el mundo del siglo XX, sigue campante en medio de la crisis que constituye el maremágnum del siglo XXI. A partir de sus descubrimientos, la humanidad no sería la misma: encontró la manera de crear y destruir. De escindir el átomo y de remontar el tiempo. Einstein concluyó que el universo es un espacio de cuatro dimensiones: las tres de lugar o posición y otra que fija el tiempo o el momento. Fue un hombre sencillo. Iba al fondo de las cosas. Amaba la belleza. Una vez le dijo a alguien: no soy un hombre de comprensión rápida. ¡Él, que aceleró el tiempo!

Nacido en 1879, en Ulm, ciudad alemana, aprendió solo el cálculo infinitesimal. Sus profesores enfrentaban sus preguntas un tanto inquietantes. Leyó a David Hume. Las ideas de Kant acerca del espacio y el tiempo también influyeron en el científico. Sobre todo la relación entre el espacio físico y la geometría y del tiempo con la aritmética, aunque las observaciones de Kant tenían que ver más con el mundo de Newton que con el que mostraría Einstein. Tuvo además influencias de Henri Poincaré y de Hendrik Lorentz. Así mismo, de Nietzsche y de Schopenhauer.

Su teoría

En 1905 produjo su famosa teoría de la relatividad y su teoría de la luz, basada en la teoría de los cuantos, de Planck. Ambas hipótesis revolucionarias, aunque contradictorias. El 6 de noviembre de 1919, en una sesión conjunta de la Royal Society y de la Royal Astronomical Society, se hizo pública la comprobación de la Teoría de la Relatividad de Einstein. Al día siguiente, el Times de Londres ofrecía al público la sorprendente noticia: el edifico de Newton era sustituido por el de Einstein. Los periódicos de Europa y América hicieron eco al sensacional informe.

 “La historia de la bomba atómica tuvo sus orígenes, en alguna medida, cuando en 1806, el francés Becquerel descubrió la radioactividad del Uranio y cuando los Curie aíslan, en 1902, el radio; pero la clave teórica que posibiltó este trágico invento la dio Einstein en 1905 al inventar su Teoría de la Relatividad y, sobre todo, E= mc2, en la que vinculaba la masa con la energía e indicaba la enorme cantidad de energía encerrada en un simple átomo”, anota Ernesto García Camarero. Einstein sabía adónde iba. “Su poder de concentración tenía una intensidad y una profundidad fantásticas –dice Banesh Hoffmann-.
Cuando luchaba con un problema recalcitrante, lo acosaba como un animal acosa a su presa. A menudo, al encontrarnos frente a una dificultad aparentemente insuperable, recorría la sala a grandes pasos, mientras se enrollaba en el dedo índice el mechón de su larga cabellera grisácea. Una mirada soñadora y distante, pero vuelta hacia dentro, aparecía en su rostro. No había en él apariencia alguna de concentración, ningún fruncimiento del ceño, sino tan sólo una plácida comunión íntima.
Pasaban los minutos, y de pronto Einstein se detenía y varía su expresión en una suave sonrisa. Había encontrado la solución del problema. A veces era muy sencilla…”. 
Una magia invisible obraba en el interior del genio, mediante un proceso impenetrable. El científico ejecutaba sus tareas en silencio, lejos del torbellino de la multitud. Mientras los demás se perdían en la algarabía, él creaba calladamente para luego compartir sus asombrosos hallazgos. La genialidad de Einstein consistió en captar fenómenos que para el común de las gentes son inadvertidos. Con su imaginación ahondó en causas desconocidas para concretar efectos.

FILOSOFÍA OCULTA
El padre de la física moderna, creador de la teoría científica más importante del siglo XX, fue también un aficionado a lo místico. Pocos saben que Einstein pudo obtener su inspiración, o al menos los primeros indicios de la idea que lo llevó al descubrimiento de la fórmula clave, en la lectura y estudio de La doctrina secreta, de Helena Petrovna Blavatsky, quien fundara en 1875 la Sociedad Teosófica.

Einstein dijo: “La función más importante del arte y la ciencia consiste en despertar y mantener vivo el sentimiento religioso en quien tiene la capacidad de recibirlo. El ser humano tiene una necesidad vital de participar en una búsqueda espiritual o científica de las cosas. La persona inquieta intelectualmente intensifica este sentimiento y lo lleva inherente en toda su existencia. Uno se halla inclinado a tratar de definir su propio concepto del universo, de acuerdo a un sentimiento cósmico religioso difícil de explicar a quien no lo haya experimentado, ya que no lleva anexo ningún concepto antropomórfico de Dios”. No concibe pues a la Mente Universal a imagen y semejanza humanas. Místico a su manera, la filosofía de Einstein es una mezcla de Pitágoras y Spinoza, donde el Cosmos está presidido por un orden central, que puede ser captado por el espíritu a través de la unión mística.

El estudio del átomo estaba casi que estancado desde hacía más de 24 siglos. En 1888 la Editorial Kier, de Buenos Aires, publicó La doctrina secreta, de Blavatsky. 
En la página 219 del tomo II se lee: “La ciencia entera se basa en la doctrina de la naturaleza ilusoria de la materia y la divisibilidad infinita del átomo. Ella abre horizontes ilimitados a la sustancia, animada por el soplo divino de su alma en todo estado posible de tenuidad, estados no soñados aún por los químicos y físicos más espiritualmente predispuestos…”.

Según declaraciones de la sobrina de Einstein, éste tenía una copia de La doctrina secreta en su escritorio, la cual consultaba con frecuencia. En una entrevista de 1935, Einstein declaró sobre la obra: “Es un libro muy extraño y le he dicho al profesor Heisenberg, mi compañero en los estudios de física, que adquiera una copia y la tenga en su escritorio. Le he urgido a que se sumerja en su lectura cuando esté abrumado por algún problema. La extrañeza de su contenido quizá pueda relacionarlo o posiblemente lo inspire”. 

Recomienda
¡Esto es extraordinario! Una de las mentes más brillantes de la ciencia moderna, recomienda la lectura de un texto de ocultismo para inspirarse en la solución de problemas matemáticos! Durante la entrevista, el sabio tomó un tomo de La doctrina secreta y lo abrió en una página señalada y expresó: “Por ejemplo, he aquí algo que me intriga. Yo estoy asombrado de cuánto puede significar esto en la física moderna”. Con voz emotiva, continuó: “Basta esto para mostrar cuán absurdas son las admisiones simultáneas de la no divisibilidad y de la elasticidad del átomo. El átomo es elástico, luego el átomo es divisible, y debe estar compuesto de partículas o de subátomos ¿Y estos subátomos? O no son elásticos, y en tal caso no presentan importancia dinámica alguna, o son elásticos también, en cuyo caso están igualmente sujetos a la divisibilidad.
Y así ad inifinitum. Pero la divisibilidad infinita de los átomos resuelve a la materia en simples centros de fuerza, esto es, excluye la posibilidad de concebir a la materia como una sustancia objetiva…”. El maestro concluyó que hay otras afirmaciones muy significativas. Einstein, como los poetas, encontraba en la contemplación del universo materia inspiradora. Y para ello acudía entonces algunas veces a otros visionarios que le habían antecedido en su especulación, con la cual logró adentrarse en los misterios de la energía y de la materia.

“Así pues -dicen Pedro Landestoy y Salvador Hernaez-, a la primera mente del mundo científico le intrigaban y asombraban las afirmaciones que una mujer, carente de todo tipo de estudios universitarios, había realizado en un texto publicado más de cien años antes… En dicho libro ya se esbozaba la idea de que la materia y la energía son una misma cosa, sólo que el tema se enfocaba desde un punto de vista meramente espiritual”. Einstein, finalizan los autores, tradujo a fórmulas matemáticas aplicables a la ciencia física lo que la filosofía oculta, o sea la metafísica, ya conocía.

Una sola realidad
Una de las afirmaciones de la teoría de la relatividad coincide con otra que se encuentra en La doctrina secreta: la idea de que el tiempo y el espacio no son independientes uno del otro, sino más bien aspectos de una sola realidad cuatridimensional.

“La relatividad es un concepto central dentro de las enseñanzas de la fundadora de la teosofía –anotan Landestoy y Hernaez-, aunque ella la denominaba maya. Este concepto proclama que ‘nada en este mundo es lo que parece ser. Esto es así, porque nada tiene una naturaleza absoluta. Todas las cosas en este mundo tienen identidad sólo si son relacionadas con otras’. Añade Blavatsky que ‘maya o ilusión es un elemento que entra en todas las cosas finitas, ya que todo lo que existe tiene sólo una relativa, no una absoluta, realidad, ya que la apariencia que el escondido Nuómeno asuma depende del poder de cognición del observador de turno’. Esto es pura filosofía o, si se quiere, metafísica; pero pudo muy bien servir de pauta a Einstein para que éste arribara a su fórmula matemática”.

Parece ser que no hay nada nuevo bajo el Sol: Einstein tradujo al idioma tangible de la ciencia un conocimiento abstracto que era conocido por los adeptos del esoterismo a través de las edades. Sólo que a Einstein está vivo por su descubrimiento, mientras madame Blavatsky yace en el olvido.
Einstein falleció el 18 de abril de 1955 –hace 60 años-. No quiso tener un funeral que fuera un espectáculo. Rodeado de un pequeño grupo de familiares y amigos. El doctor Otto Nathan, albacea testamentario del difunto, leyó una estrofa que Goethe escribiera para las exequias fúnebres de Schiller:

“Todos quedamos enterados y felices.
El mundo le agradece lo que él le ha enseñado.
Ya hace tiempo que se expande entre las multitudes
Lo más suyo, que sólo a él pertenece.
Brilla entre nosotros como un cometa que desaparece
Esparciendo luz infinita con su luz”.
*Director de la revista Iris

Fuentes
- Pedro Landestoy y Salvador Hernáez, Einstein: Misticismo por ciencia (Año Cero, N° 40).
- Peter Michelmore, Einstein, perfil de un hombre.
- Ernesto García Camarero, Einstein.
- Hoffmann Banesh, Einstein.http://www.eldiario.com.co/seccion/LAS+ARTES/einstein-el-vidente1509.html
TOMADO DE:  

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Cuando Dante escribía divinas comedias

Desde la caída del Imperio Romano hasta el descubrimiento de América hubo un singular florecimiento artístico que ha marcado la modernidad

Edad Media
Detalle del Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago de Compostela.  DE AGOSTINI
Este año de 2017 se está conmemorando el 80º aniversario del Guernica, de Picasso. El bombardeo de la villa vasca fue un acontecimiento apocalíptico. Como tal lo sufrieron sus habitantes y así lo debió sentir Picasso al recibir el encargo de las autoridades republicanas. Supongo que el artista, para expresar la idea del horror del fin del mundo y el miedo a la bestia del Apocalipsis, entre otras fuentes, buscó en los beatos las imágenes que le permitieran expresar de modo simbólico todo el espanto de aquel castigo bíblico sobrevenido a causa de la lluvia de fuego caída del cielo. Concretamente el caballo herido del primer plano tiene una grafía semejante a la de la bestia de las siete cabezas de oso que Henri Stierlin escogió como portada para su libro Los beatos de Liébana y el arte mozárabe.
Siempre que el 16 de abril cae en domingo, se celebra el Año Jubilar Lebaniego: devotos, peregrinos y turistas, reviviendo una tradición secular, recorren los caminos y carreteras de esa incomparable comarca situada al abrigo de la cordillera Cantábrica y los Picos de Europa para acercarse al monasterio de Santo Toribio y besar el Lignum Crucis.
Con el latín como vehículo y el cristianismo como pegamento, se hizo realidad un espacio común europeo
De ese cenobio lebaniego fue abad, allá por los siglos VIII y IX, san Beato de Liébana, un fascinante personaje al que se conoce por tres hechos extraordinarios. En primer lugar, mantenía correspondencia con la corte de Carlomagno a través de Alcuino de York y con el Papa de Roma combatiendo la herejía adopcionista de Elipando, arzobispo de Toledo que, para compatibilizar el cristianismo con el islam, sostenía que Cristo realmente no era hijo de Dios, sino hijo adoptivo. Beato no descansó hasta que vio refutadas estas heréticas doctrinas en tres concilios consecutivos. Además, sostuvo que Santiago Apóstol estuvo en España y, como consecuencia de ello, pocos años después, sus reliquias aparecieron milagrosamente en Compostela. Finalmente escribió unos Comentarios al Apocalipsis que fueron iluminados de modo originalísimo con imágenes de gran carga simbólica y expresiva para explicar las fantásticas visiones del autor o autores de la parte más enigmática de los Evangelios.
Estas apreciadísimas joyas bibliográficas que son el orgullo de coleccionistas, museos y bibliotecas eran, junto con las reliquias, los tesoros más preciados de los monasterios. No sólo Picasso sino otros muchos artistas modernos han tomado prestados elementos simbólicos y formales de los beatos y de las pinturas y esculturas románicas.
Hablar de santos, reliquias, monasterios, peregrinos, indulgencias, herejías y códices nos transporta a la Edad Media. Está generalmente aceptado que comprende el milenio que va desde la caída del Imperio Romano de Occidente en el año 476 hasta el descubrimiento de América en 1492. Calificada de oscura por Petrarca, que perdió a su madona Laura durante la terrible peste que en el siglo XIV asoló Europa, o considerada como bárbara y mediocre durante el siglo de la razón; fue rescatada por el Romanticismo y valorada como se merece por los medievalistas del pasado siglo que se esforzaron por darnos a conocer sus luces.
En la larga Edad Media ya hubo un primer renacimiento en tiempos de Carlomagno y un segundo renacimiento entre 1150 y 1250. En el primero se quiso restaurar el Imperio Romano y en el segundo florecieron las artes, se crearon las universidades y se desarrollaron las ciudades. Simplificando podríamos decir que en el medievo se veneraba a los santos, el saber estaba en los monasterios y se almacenaba en los códices, y las creencias se expresaban en ritos religiosos y se difundían en los sermones a través de la palabra hablada. En el Renacimiento se desarrolló el humanismo, se abrió camino el conocimiento a través de las ideas y los descubrimientos, se admiraba a los pensadores, a los artistas y a los sabios; el saber estaba en las universidades, se enseñaba desde las cátedras y se transmitía a través de los libros gracias a la invención de la imprenta.
Con la difusión del conocimiento a través de las universidades, Bolonia, la Sorbona, Palencia, donde estudia santo Domingo de Guzmán, y el ansia de saber surgieron conflictos entre la fe y razón, entre ciencia y religión, entre los maestros y los guardianes de la ortodoxia. Abelardo, Alberto Magno y Tomás de Aquino, que eran monjes, vivieron peligrosamente problemas por la difusión de sus ideas renovadoras. Fue finalmente Erasmo, también clérigo, quien a través de la enseñanza y de los escritos, y de su propio ejemplo en favor del humanismo y del pensamiento libre, quien proporcionó las herramientas necesarias para una concepción más abierta de la religión y del mundo y por ello sus ideas dieron lugar a la reforma protestante.
Abelardo amaba a Eloísa, Francisco de Asís amansaba lobos, Averroes traducía a Platón
Pero para llegar hasta este punto tuvieron que pasar bastantes siglos de lenta maduración de las ideas. Los europeos debemos mucho de nuestro progreso a Benito de Nursia (480-547), que, a la caída del Imperio Romano, con su ora et labora, estableció la división del tiempo y la especialización del espacio en los monasterios que se fundaron siguiendo su regla. En el entorno del año 1000, los benedictinos crearon la primera multinacional de todos los tiempos con sede central en Cluny. Con el latín como vehículo y el cristianismo como pegamento, se hizo realidad un espacio común europeo en el que, aparte de los monjes que iban de monasterio en monasterio por toda Europa, los peregrinos, los comerciantes, los artesanos y los juglares, sorteando toda clase de peligros, atravesaban los mares y circulaban por los caminos, pagando el portazgo en las poblaciones que visitaban y el pontazgo por los puentes por los que transitaban.
En Compostela, el rey Fernando II de León, sabedor de que los artesanos fabricaban objetos y los artistas representaban ideas, reconoció en un documento la excepcionalidad de un artista medieval: “Dono y concedo a ti, maestro Mateo, que tienes el primer puesto y la dirección de la obra del mencionado apóstol, cada año y en la mitad mía de la moneda de Santiago, la pensión de dos marcos cada semana, de modo que esta pensión te valga cien maravedíes cada año. Te concedo por todo el tiempo de tu vida, para que redunde en la mejora de la obra de Santiago y de tu propia persona”. Tomando como base los símbolos del Apocalipsis, Mateo y sus ayudantes nos dejaron el Pórtico de la Gloria, una obra sublime que reflejaba las ideas y creencias de aquel tiempo, esculpiendo en piedra decorada con pintura un mundo en lo que lo sagrado, lo profano y lo fantástico se intercomunicaban.
El artista, satisfecho de su obra y consciente de que merecía pasar a la posteridad, dejó escrito en piedra: “En el año de la encarnación del Señor, 1188, el día 1 de abril fueron colocados por el maestro Mateo los dinteles de la puerta mayor de la iglesia de Santiago, que dirigió dicha obra desde los portales a los dinteles”. En ese mismo año, el rey Alfonso IX celebró en la ciudad de León las primeras Cortes en las que participaron representantes de las ciudades de su reino.
Mientras Mateo levantaba el Pórtico de la Gloria en Santiago, en el Panteón de los Reyes de San Isidoro de León un artista anónimo realizaba en pintura mural una representación de las creencias del mundo medieval. Mientras en los arcos nos dejó un calendario con los trabajos y tareas del hombre a lo largo del año representando escenas de la vida cotidiana, en las bóvedas relató los momentos clave de la vida de Jesús desde la encarnación hasta su glorificación. Como sacado de un códice, destaca por su belleza la anunciación a los pastores en la que lo sagrado y lo profano, lo celestial y lo terrenal confluían en el espacio y en el tiempo.
Tres siglos más tarde, Miguel Ángel, cuando ya el hombre era la medida de todas las cosas, representó en las bóvedas de la Capilla Sixtina, a base de personajes colosales, la creación del mundo y del hombre y los principales acontecimientos de la humanidad tal como los refiere la Biblia. Lo hizo usando el desnudo sin ningún tipo de reparos, incluso en el Juicio Final, donde Cristo, pleno de humanidad y tan diferente de los estáticos pantocrátores medievales, está realizado a la misma escala que los personajes que le rodean. La comparación de ambas obras pictóricas nos expresa con claridad el enorme cambio que ha experimentado el mundo bajo el influjo de las nuevas ideas y descubrimientos geográficos y científicos.
No sólo Picasso sino otros muchos artistas modernos han tomado prestados elementos simbólicos y formales del medievo
Estos avances que se gestaron en la Edad Media fueron posibles gracias a que la sociedad no era teocrática porque a pesar del enorme poder e influencia de la Iglesia, el poder religioso y el político estaban separados. Ello dio lugar entre otras cosas a la elevación del papel de la mujer porque a partir del Concilio de Letrán (1215-1216), el matrimonio, que ya no puede celebrarse sin el consentimiento de ella, la iguala en derechos con el hombre, al menos en teoría. También influye en ello el gran protagonismo que se da a la Virgen María, cuyo culto y devoción, difundido por los cistercienses, eleva a una señora a la categoría de semidiosa. Buen ejemplo de ello son las Cantigas de santa María compuestas en su honor por Alfonso X el Sabio. Su abuela Leonor de Plantagenet mantuvo durante el reinado de su esposo, Alfonso VIII, una brillante corte de trovadores, continuadora de la de Leonor de Aquitania, que hicieron de la mujer el centro de la formidable poesía juglaresca inventando el amor tal como lo conocemos hoy en día.
Durante ese milenio en el que la religión explicaba el mundo y regulaba la actividad del hombre surgieron las ciudades y estas construyen las catedrales, formidables monumentos que todavía hoy las representan y nos asombran. Las catedrales góticas, edificios llenos de luz y de actividad, en los que la piedra se eleva a alturas nunca vistas, son la gran innovación técnica y formal del medievo y no han sido superados hasta que no han aparecido las modernas estructuras de acero y hormigón en los siglos recientes. Las ciudades hacen las catedrales y las catedrales hacen a la ciudad porque son como las modernas infraestructuras, fuentes de empleo y de riqueza. Su construcción, que a veces dura varios siglos, es sufragada por la nueva clase social de los mercaderes y comerciantes burgueses para orgullo e identidad de su ciudad y para hacerse perdonar su pecaminosa actividad del comercio y del préstamo a la que se dedican con preferencia los judíos por estar excluidos de las armas y de la religión.
Ciertamente que la larga Edad Media tenía muchas sombras, había hambrunas y pestes, se creó la Inquisición y se organizaron las Cruzadas, y hubo guerras incesantes entre reyes y señores. Pero no debemos olvidar que en aquel tiempo los monjes iluminaban beatos y construían monasterios, después proliferaron las ciudades que hacían hombres libres que levantaron templos de luz. Crearon universidades que iluminaban las mentes, y los trovadores que incendiaron con sus canciones los corazones de los amantes. Abelardo amaba a Eloísa, Francisco de Asís amansaba lobos, Averroes traducía a Platón y Dante escribía divinas comedias. Por ello aquella larga Edad Media no fue una época oscura, sino un tiempo de siembra en el que nuestros antepasados construyeron, con las ruinas de la cultura romana, los cimientos de la sociedad de hombres y mujeres prósperos y libres de las sociedades que tenemos en la actualidad en esa parte del mundo que llamamos Occidente. En ella nacen genios como Picasso, que, con un ojo que nos mira como el bisonte de Altamira, busca en los beatos símbolos e imágenes impactantes para advertirnos de que por muy civilizados que nos consideremos también somos capaces de provocar el Apocalipsis en el momento más inesperado.
José María Pérez, Peridis, es arquitecto y dibujante, presidente de la Fundación Santa María del Patrimonio Histórico y autor de Esperando al rey y La maldición de la reina Leonor (Espasa).

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OCULTISMO, SIMBOLISMO Y ARTE DE VANGUARDIA

Lunes 01 de Enero, 2007
En 1717, Londres asistió al nacimiento de la masonería especulativa. Muchos los artistas de la época pasaron a engrosar sus listas, y algunos dejaron constancia de ello en sus obras. Un buen ejemplo de esta relación lo constituye el caso del pintor Philippe de Louthebourg, iniciado en la Masonería egipcia del célebre y polémico Cagliostro. Su relación con este personaje fue tan estrecha que, en 1786, decidió acompañarle en su exilio a Inglaterra.
Ya en el siglo XIX, Rosetti, uno de los fundadores de la Hermandad Prerrafaelista, quedó marcado por el artista y visionario William Blake, al tiempo que reivindicaba un retorno a la pintura de la Edad Media y a la del Quattrocento, y mostraba un especial interés por los ciclos del Grial y las leyendas artúricas. A partir de la segunda mitad del siglo XIX y casi hasta la actualidad, otras corrientes esotéricas y místicas vinieron a sumarse a la ya larga lista de creencias heterodoxas que han influido, y en ocasiones de forma determinante, en el devenir de las distintas corrientes artísticas.

El Salón de la Rosa + Cruz
A finales del siglo XIX, fueron los Simbolistas quienes incorporaron a sus obras elementos heterodoxos. Algunos de ellos se vieron mezclados en el círculo de Sâr Péladan y su Salón de la Rosa + Cruz. El pintor holandés Jan Toorop fue uno de ellos. Durante un viaje realizado por Péladan a Holanda para «reclutar» artistas, Toorop quedó muy impresionado, y fruto de aquel encuentro surgió su cuadro La Esfinge y, un año más tarde, Las tres novias, un lienzo repleto de simbolismo católico, masónico y rosacruciano.

Otro pintor, Carlos Schwabe, conoció a Péladan en 1890 y realizó el diseño del cartel para el primer Salón, y expuso algunas de sus obras en uno de ellos. Un papel más destacado jugó Jean Delville, todo un apasionado del ocultismo. También estuvo influido por el «Sâr», e igualmente expuso en sus salones. Pero, además, Delville era un ferviente seguidor de la Cábala, la magia, el hermetismo y, más tarde, de la teosofía y de Khrishnamurti. Buenos ejemplos de sus creencias son las pinturas El amor de las almas (1900), una fusión del hombre y la mujer como símbolo del andrógino, así como Los tesoros de Satán (1895).

Pero, si importante fue la influencia de Péladan, no lo fueron menos otras creencias y doctrinas esotéricas, aunque en este caso en las llamadas vanguardias.

La influencia teosófica
Wassily Kandinsky es considerado uno de los «padres» de la abstracción. Sus primeras obras son paisajes, aunque pronto añade otros temas, cargados de características simbolistas, escenas fantásticas sacadas del folklore y temas medievales.

Sin embargo, su arte pronto comenzó a dirigirse hacia otros derroteros. Se interesó por prácticas «heterodoxas”, y especialmente por el espiritismo, interés que compartía con su esposa Gabriele. Sabemos que estaba muy interesado en lo que se conoce como fotografía espiritista. Así lo demuestran varios libros y revistas que guardaba en su biblioteca. Una de estas obras era Animismo y Espiritismo, de Aksakow. También se conserva un ejemplar de la revista El mundo sobrenatural, de 1908, en la que realizó numerosas anotaciones en los márgenes.

Sin embargo, es otro trabajo el que más influyó en su obra: el libro Thought-forms (Pensamientos-formas), de los teósofos Annie Besant y Leadbeater. Y es que, aunque Kandinsky nunca llegó a formar parte de la Sociedad Teosófica, estuvo profundamente influido e interesado por las doctrinas de Blavatsky. En 1911 Kandinsky escribió De lo espiritual en el arte, en cuyas páginas es evidente la huella que dejaron en él estas creencias. En el libro defiende la inminente llegada de una Nueva Era espiritual, en la cual la pintura debe jugar un importante papel. En otro de los capítulos, Kandinsky explica cómo «la vida del espíritu puede ser representada gráficamente como un gran triángulo de ángulos agudos, dividido horizontalmente en partes desiguales, con el segmento más estrecho en lo alto». No sorprende esta vinculación del triángulo con el espíritu, si sabemos que en la obra de Besant y Leadbeater, las formas geométricas tienen una gran importancia.

Kandinsky estaba convencido de que los colores podían ser utilizados como un lenguaje universal capaz de hablar directamente al alma. Así, el uso de unos colores determinados podía provocar en el espectador una respuesta emocional concreta. Sólo era necesario, según el artista, encontrar la clave necesaria para ‘;desatar’ las cuerdas que oprimen el alma: «El color influye en el alma directamente. Los colores son las teclas, los ojos son los martillos, y el alma es el piano con sus numerosas cuerdas. El artista es la mano que toca, pulsando una tecla tras otra, para causar vibraciones en el alma».

En las pinturas abstractas de Kandinsky influidas por la teosofía, las formas geométricas y los colores no representan objetos identificables del mundo físico, pero sí están reflejando «pensamientos, sentimientos y emociones definidas». Algunas de sus obras adquieren un profundo significado si intentamos «traducirlas» con el libro de Besant y Leadbeater. Así, el verde es «el divino poder de simpatía», el carmesí, «afecto», el rosa «amor altruista», y el azul «sentimiento religioso genuino».

Kandinsky proponía también la necesidad de unir las leyes del arte y la naturaleza, una idea defendida por varios teósofos, y en especial por Rudolf Steiner, quien más tarde creó la Sociedad Antroposófica.

El holandés Piet Mondrian también es un buen ejemplo de la estrecha relación entre ocultismo y arte de vanguardia. Su interés por las doctrinas teosóficas se remonta a 1899. En esa fecha cayó en sus manos el libro Los grandes iniciados, de Édouard Schuré, una obra que ya había influido en algunos simbolistas de las postrimerías del siglo XIX, y que en Mondrian tuvo un efecto devastador. El artista había sido un devoto calvinista, e incluso se planteó ser predicador, pero tras la lectura del libro de Schuré desechó la idea. Más tarde se interesó por la teosofía, y llegó a formar parte de la Sociedad Teosófica holandesa en 1909. Fruto de este interés ocultista es, por ejemplo, su obra figurativa Evolución, una obra que simboliza la búsqueda espiritual del ser humano. El propio Mondrian llegó a declarar que «el arte, aunque un fin en sí mismo, como la religión, es el medio por el que podemos conocer lo universal, y contemplarlo de forma plástica».

No menos importante fue su amistad con el teósofo Schoenmaekers y la lectura de sus trabajos, en los que defendía que todos los colores, excepto los primarios, eran superfluos, idea que hizo suya, y que hoy podemos apreciar en sus geniales pinturas de rectángulos de color, dipuestos en una «rejilla» de contornos negros.

El viajero del astral
Menos conocida por el público es la obra del checo Frantisec Kupka. Como Kandinsky, el artista checo se interesó mucho por la obra de Besant y Leadbeater, pero su relación con lo sobrenatural estuvo mucho más vinculada al espiritismo. Kupka centró su relación con las doctrinas esotéricas, pero no como un mero interesado, sino como médium. Fruto de sus trances son algunas de sus obras más destacas.

Kupka estaba convencido de que la realidad no se reducía a las tres dimensiones percibidas por los sentidos, y confiaba más en las sensaciones obtenidas durante sus «visiones interiores». Plasmaba en sus cuadros lo que «veía» durante las mismas, y practicó lo que hoy se conoce como «viaje astral», tal y como explican Pam Meechan y Julie Sheldon en Modern art: a critical introduction: «Kupka se creía capaz de dividir su conciencia durante las sesiones de espiritismo y ver el mundo desde fuera. Años antes de las primeras fotografías de la Tierra tomadas desde el espacio, Kupka pintaba lo que creyó eran ‘;visiones’ del Cosmos».

Arte desde el más allá
El caso de Hilma af Klint es muy peculiar, pues la importancia que tuvo en su obra su interés por el esoterismo no se ha conocido hasta fechas recientes.

De cara al público, Hilma era una pintora de paisajes y retratos. Sin embargo, a su muerte en 1944, había dejado una ingente cantidad de obras mucho más interesantes: casi 1.000 obras cuyo origen está en sus prácticas espiritistas y en la teosofía. Esta parte de su obra permaneció oculta hasta hace poco, ya que pidió antes de morir que no se diera a conocer hasta 20 años después. Cuando era una adolescente, Hilma ya había mostrado interés por la práctica del espiritismo. Pero, tras la muerte de su hermana en 1880, dicha afición se convirtió en una necesidad. Al mismo tiempo comenzó a leer textos teosóficos, y más tarde se hizo miembro de la Sociedad Teosófica. Mientras estudiaba en Estocolmo entró en contacto con un grupo que practicaba el espiritismo. Pero no fue hasta 1887 cuando decidió formar, junto a otras cuatro amigas, un grupo espirita con inquietudes artísticas. Se hicieron llamar «Las Cinco», y celebraban sesiones durantes las cuales, guiadas por las entidades espirituales a las que supuestamente contactaban, realizaban «dibujos automáticos», una derivación de la escritura automática, en la que el médium deja la mente en blanco y permite que sea la entidad contactada quien escriba o dibuje. El uso de esta técnica dio lugar a decenas de dibujos llegados del «más allá».

Hoy sabemos, gracias a los documentos dejados por af Klint, el nombre de dos de las «entidades» con las que contactaron: Amiel y Ananda. En 1905 Hilma prometió a Amiel «que dedicaría un año a pintar un mensaje para la Humanidad». Fruto de aquella promesa son diez grandes paneles que representan las edades del hombre.

Mundos mágicos
La española Remedios Varo nació cuando los artistas citados ya habían dado sus pasos hacia la abstracción o se disponían a hacerlo, de la mano de sus peculiares lecturas y creencias. Aunque Varo se diferenció de ellos en el desarrollo de una pintura figurativa, coincide con todos ellos en que sus obras estuvieron marcadas por sus intereses ocultistas.

A los 17 años Varo se trasladó a Madrid para hacer realidad su vocación artística. Allí conocería al escritor surrealista Bejamin Péret, con quien se casó en 1937. Péret era un simpatizante de la causa republicana y se vieron obligados a huir a Francia para escapar de la guerra. Una vez en París, Remedios entró en contacto con surrealistas como Breton, Ernst y la que sería su gran amiga, Leonora Carrington. Con la llegada de los nazis, Remedios y su marido decidieron huir a México en 1941. Allí contactaron con otros artistas también exiliados, como Luis Buñuel, y Remedios fortaleció su amistad con Carrington, aumentando su interés por el esoterismo.

Entre sus pinturas destacan las protagonizadas por personajes que emprenden «viajes metafísicos a otros mundos», como en Hacia Aquario (1961) o Trovador (1959). Estas obras sugieren, como explica Lois Parkingson, una influencia de la alquimia medieval. Entre las creencias que influyeron a Varo se encuentran las prácticas rituales de los indígenas mexicanos y la cultura sincrética del país, que la artista tuvo oportunidad de conocer mientras vivió allí. Más importantes que las anteriores, son las influencias ajenas a México. También hasta allí habían llegado las doctrinas espiritistas y ocultistas. Según Parkinson, Varo se mostró muy interesada por una larga lista de disciplinas y autores, como Jung, Blavatsky, Eckart, el sufismo, las leyendas sobre el Santo Grial, además de la geometría sagrada, la alquimia, el I-ching chino o Gurdjieff. ¿Se puede pedir más? En este sentido, resulta especialmente interesante la teoría de Gurdjieff sobre lo que él llamaba «arte objetivo», creaciones que pueden evocar en todo el mundo la misma reacción y capaces de llevar al espectador a un estado superior de conciencia. Los artistas que utilizan este método de creación, según Gurdjieff, dejarían su voluntad en manos de una fuerza superior.

Entre los libros que pertenecían a la biblioteca de la artista, estudiosos como Parkinson encontraron la obra Relatos de Belcebú a su nieto, de Gurdjieff, así como un estudio sobre este personaje, titulado Gurjieff, el mesías del siglo XX, además de otros títulos de corte esotérico.
TOMADO DE:  http://www.xn--revistaaocero-pkb.com/secciones/ocultismo/ocultismo-simbolismo-arte-vanguardia

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Amigos de las dos orillas del Mediterráneo despiden a Juan Goytisolo

Los restos del escritor fueron sepultados en el cementerio civil de Larache

Amigos de Juan Goytisolo llevan su féretro al cementerio de Larache, ayer en Marruecos. JAVIER OTAZU EFE / ATLAS
Un sol indulgente y cordial recibió a Juan Goytisolo en el cementerio civil de Larache, frente al océano atlántico y muy cerca de su amigo y referente literario Jean Genet. Para cumplir con su voluntad —Goytisolo no quería ni regresar a España ni ser enterrado en un cementerio cristiano—, sus amigos lo llevaron en su último viaje hasta esta ciudad, a media hora desde Tánger —donde le gustaba veranear— y a unas seis horas desde Marrakech, donde murió en la madrugada del domingo en su cama, a cinco minutos caminando desde la plaza de la Yemáa el Fnaa.
Allí estaban buena parte de los amigos de París y Marrakech que lo arroparon durante los últimos años. La cónsul honoraria de Marraquech, Khadija Elgabsi comentó: “Juan ha sido el mejor puente entre España y Marruecos. En la última etapa estaba muy triste porque EL PAÍS le llegaba por correo tarde, solo una vez por semana. Me confesó: ‘Me da pena no poder leer mi periódico todos los días y no poder escribir’. Yo le dije: ‘Si quieres yo te traigo una grabadora y luego ya hay gente que pueden transcribirlo’. Y me contestó: ‘No, para mí la escritura va ligada a la mano”.
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“Su fuerza”, añadió Elgabsi, “consistió en saber integrarse en un barrio complicado de Marrakech. Su grandeza fue adaptar la cultura que tiene a esa gente de la Medina y de la plaza que en su mayor parte es analfabeta. Hablaba el dariya, el árabe dialectal de Marruecos. Tenía una libreta para apuntar sus expresiones en dariya. Y las estudiaba por su interés de entender a la gente, de llegar a ellos. He conocido a muy pocas personas que tengan tanto interés por las causas perdidas. Nadie se pelea por algo donde no gana nada. Y sin embargo, él se empeñó en que la ONU declarase la plaza de la Yemáa el Fnaa Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad. A lo mejor si él no hubiera planteado esa batalla, hoy tendríamos un gran supermercado en la plaza. Él tenía la inquietud de mirar más allá, 40 ó 100 años más tarde. Y sabía involucrar a la gente. Él era muy amable, muy abierto y al mismo tiempo reservado. Tenía una combinación rara, pero era Juan”.
Alin Schulman, su traductora al francés desde hace más de 50 años, fue muy breve en sus palabras ante el féretro. Solo parafraseó unos versos de Federico García Lorca: “Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace, un español tan claro y tan rico en aventuras”. Justo antes de esas palabras, en el mismo poema, Lorca escribió: “La tristeza que tuvo tu valiente alegría”.
Schulman recordó que cuando lo conoció, de joven, Goytisolo era más hermético en su literatura y más egocéntrico como persona. “En los 12 últimos años Juan venía mucho a mi casa en París, al menos dos veces por año. Yo tenía la impresión de tener toda la biblioteca de autores españoles ahí delante de mí”. La traductora recuerda cómo fue cambiando el autor y el hombre a lo largo de medio siglo. “De joven era conversador y polemista. Pero lo de la polémica se le fue pasando un poco con la edad. En 2011 estaba muy alegre con la Primavera Árabe. Pero poco a poco se dio cuenta de que lo que él esperaba de ese movimiento al fin no llegó. Y ahí perdió también un poco del gusto por la polémica”.
“Con los años se fue haciendo mucho más humano”, añadió Schulman, “estaba más interesado en los demás. Al principio, como tantos jóvenes, era retraído, ensimismado, no pensaba más que en sí. Y después ya se preocupaba por los niños, los hijos, como él llamaba a los hijos de su compañero y del hermano de su compañero”.
En cuanto a su literatura, Schulman señaló: “Yo traduje al principio Don Julián sin entender de qué se trataba esa novela. Tardé diez años en entenderla realmente. Mientras que el último, Telón de boca (2003), es para mí el libro más bello de Juan, porque está toda la tristeza, está toda su relación humana con su esposa que acababa de morirse, su relación con Tolstoi. Una relación que ya no es política, es humana”.
El pintor Murabiti Mohamed, en representación de los artistas de Marrakech, comentó: “Le echaremos de menos, pero no solo en nuestra ciudad, sino en Marruecos. Para los intelectuales de Marrakech Juan era más que un escritor, un padre espiritual. No faltaba a ninguno de nuestros encuentros. Perdimos a uno de los nuestros”.
Desde Marrakech, el pintor Hassan Bourkia recordaba a este diario que su amigo Juan Goytisolo siempre estuvo al lado de los vencidos, ya fuera en España, en Bosnia, en Marruecos, en Turquía… “Él ha abierto muchas ventanas en Marruecos hacia la literatura en español y universal”.
Finalmente, su amigo íntimo y albacea, el escritor y diplomático José María Ridaoleyó ante el féretro un párrafo de las últimas páginas de su autobiografía En los reinos de taifa: “El expatriado ha orientado sus pasos por el laberinto de la Alcazaba, cruzado jardines y espacios verdes del Marshan, alcanzado la plaza de la Maternidad y zigzagueado hasta el mirador altivo de la Jatifa. Un sol indulgente, cordial, invita a sentarse en las mesas distribuidas en la pendiente a lo largo de las terrazas floridas: nidos de espeso verdor, a cobijo de toda mirada indiscreta, en los que solitarios, grupos, parejas, fuman, leen, divagan, paladean un té con menta ovillados en la tibieza y ociosidad”.
En el libro de condolencias que el Instituto Cervantes de Marrakech abrió en la ciudad, alguien escribió: “Que la tierra le sea leve a Juan sin Tierra”.

Gastón Baquero recita su poema «El Testamento del Pez»


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El controvertido legado de Rommel en Egipto

El Ministerio de Antigüedades egipcio reinaugura el museo de general Rommel con la intención de atraer turistas, pero el legado del militar alemán siguen siendo las cientos de minas antipersona enterradas en el desierto egipcio
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Una de las vitrinas del recién reinaugurado Museo de la Cueva Rommel, que honra «la trayectoria» del militar del Ejército nazi
Una de las vitrinas del recién reinaugurado Museo de la Cueva Rommel, que honra «la trayectoria» del militar del Ejército nazi - A.Alamillos
A.Alamillos El Cairo - Actualizado: Guardado en: Cultura
Durante la campaña de los Afrika Korps alemanes en el norte de África entre 1941 y 1943, las fuerzas del legendario «zorro del desierto» Erwin Rommel eligieron una de las cuevas naturales de la costa norte egipcia como cuartel de mando. Hoy día, esa cueva natural en la provincia egipcia de Marsa Matrouh es un museo que, tras casi siete años cerrado al público, ha sido reinaugurado esta semana por el Ministerio de Antigüedades egipcio.
El «Museo de la Cueva Rommel» acoge una colección de armas, misiles y equipo militar utilizado durante la II Guerra Mundial, así como trajes militares, mapas que muestran los planes de batalla, cajas de archivo de las fichas de los soldados que combatían en las Afrika Korps o copias de periódico publicado por las tropas nazis, y sin embargo, son las más de 17 millones de minas sembradas durante la campaña en el Norte de África de II Guerra Mundial a lo largo de kilómetros del desierto noroccidental egipcio, el peor legado de los mariscales Rommel al frente de las fuerzas del Eje y Bernard Montgomery por los Aliados en Egipto. Las millones de minas antitanque, pero también obuses o misiles que no llegaron a detonar hacen de Egipto uno de los países más minados del mundo, con más de 8.000 víctimas entre muertos y mutilados desde 1980, cuando se comenzó a llevar registro.
A día de hoy, las minas abandonadas durante la II Guerra Mundial en Egipto continúan dejando víctimas
Un pasillo que se asemeja a un túnel excavado en la roca desemboca en la sala principal del pequeño museo, cuyas vitrinas acogen, además de mapas militares y otros restos históricos de la época, recuerdos personales del «zorro del desierto» donados por su hijo Manfred como su abrigo y otras ropas, fotografías, un teléfono y compás personal que Rommel habría utilizado para dibujar los mapas con las perspectivas de la campaña y los movimientos de las tropas en batalla.
El museo, que no es el único celebrando la figura de Rommel en el país, fue cerrado en 2010, y no ha sido hasta siete años después y varios meses de obras de restauración que la gobernación de la provincia de Marsa Matrouh y el Ministerio de Antigüedades han decidido reabrirlo. «La apertura del Museo de la Cueva Rommel subraya el interés que el Ministerio de Antigüedades tiene en fomentar el turismo en el país gracias a la apertura de nuevas atracciones, así como aumentar la concienciación entre la población egipcia sobre su historia», apuntó el ministro de Antigüedades, Jaled El Anany.
Armamento utilizado en la II Guerra Mundial durante la batalla de El Alamein
Armamento utilizado en la II Guerra Mundial durante la batalla de El Alamein- A.Alamillos
En esa misma cueva, reconvertida en museo y destino turístico en 1998 «como una forma de rendir homenaje a la carrera de Rommel» según señala Elham Salah, directora de la sección de Museos en el Ministerio, fue donde la comandancia de las tropas del Eje dirigidas por Rommel vieron fracasar su intento de avanzar en Egipto hacia El Cairo y el Canal de Suez, controlados por los británicos. Tras una exitosa campaña de victorias en Libia, los Afrika Korps y las fuerzas italianas avanzaron hacia Alejandría, sólo para encontrarse con los campos de minas dejados por el general Montgomery para entorpecer el avance de los blindados alemanes. Hasta en dos ocasiones Rommel se estrelló en El Alamein, a tan sólo 100 km de Alejandría. En la retirada de las tropas del Eje, fue esta vez Rommel quien sembró de minas su retaguardia contra el ejército británico que los perseguía.
Centenares de minas quedaron enterradas en los conocidos como «jardines del diablo» a lo largo de más de 287.000 hectáreas de terreno en la provincia de Marsa Matrouh, a apenas 180 kilómetros de El Alamein.
El Ejército egipcio ha limpiado de minas grandes áreas de terreno con ayuda de planes de desarrollo de la ONU, pero a día de hoy las minas siguen cobrándose víctimas. En 2010, el 22% de las minas antipersona o antitanque enterradas alrededor del mundo se concentraban en Egipto, según la Sociedad Árabe para las Zonas Afectadas por las Minas. A las algo más de 17 millones de minas abandonadas por las tropas británicas, italianas y alemanas en el desierto occidental egipcio (según el Gobierno norteafricano, la cifra alcanzaría los 19,7 millones) se añaden cerca de otros cuatro millones en la zona del Sinaí, estas dejadas durante las guerras con Israel.
La proliferación de estas minas abandonadas ha dificultado el desarrollo económico en Egipto, denuncian organizaciones como «Mine Sweepers». «Los proyectos de desarrollo en estas áreas están considerablemente limitados por la contaminación por minas», apuntan. Las minas terrestres fueron plantan en campos, en torno a pozos, fuentes de agua e instalaciones hidroeléctricas, lo que hace que muchas de las tierras que podrían ser utilizadas para proyectos agrícolas sean inutilizables o utilizables sólo con gran riesgo. No es el único problema: según ha afirmado el Gobierno egipcio, grupos terroristas afines a Al Qaida o a Daesh han estado aprovechando los explosivos de estas minas abandonadas.
Toda la actualidad en portada http://www.abc.es/cultura/abci-controvertido-legado-rommel-egipto-201708260149_noticia.html

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Auschwitz, el campo de exterminio que enorgullecía al nazismo

Tal día como hoy de 1944, las tropas rusas liberaron a los pocos prisioneros que los alemanes no habían asesinado o se habían llevado con ellos
Mujeres prisioneras en Auschwitz
Mujeres prisioneras en Auschwitz - AFP
Cientos y cientos de emplazamientos recuerdan en la actualidad el ultraje realizado por los nazis a lo largo de todo el mundo. Sin embargo, pocos son más tristemente conocidos que el campo de concentración y exterminio de Auschwitz, el lugar en el que los seguidores de Hitler acabaron con la vida de millones de personas.
Edificado en la población de Osweicim, ubicada aproximadamente a 60 kilómetros de Cracovia, Auschwitz tiene el vergonzoso orgullo de ser uno de los campos de concentración nazis en los que más personas fallecieron -entre un millón y un millón y medio de judíos, gitanos y todo tipo de enemigos del Führer-. Hoy en día, en cambio, se alza como un monumento para evitar que las atrocidades que allí se sucedieron caigan en el olvido.

Orígenes y finalidad de Auschwitz

El objetivo de crear un campo en Polonia nació tras la toma de este país por el ejército nazi. Concretamente, se produjo poco después de que Hitler, obsesionado con «germanizar» el territorio conquistado, diera la orden de confinar a todos los judíos en guetos de los que no pudieran escapar. Esta idea, unida a la necesidad de contar con un campo de concentración para someter y aterrorizar a la población local, fue el pistoletazo de salida para la formación de Auschwitz.
En los crematorios se habían llegado a quemar al día 10.000 cuerpos
Sin embargo, la finalidad de este centro no fue en un comienzo la de servir de mazmorra permanente para la población polaca. «En un principio, Auschwitz había sido concebido como una prisión de tránsito (…) donde mantener a los prisioneros antes de enviarlos a otro recinto del Reich; pero apenas bastaron unos días para que quedase claro que funcionaría como un lugar de encarcelamiento más», determina el historiador Laurence Rees en su libro «Auschwitz».
Con la decisión tomada, en junio 1940 llegaron los primeros prisioneros al terreno en el que, meses más tarde, se alzaría esta aberración nazi. Su objetivo, como no podía ser de otra forma, era construir el campo de concentración partiendo de unos sucios e infectados barracones abandonados años antes por el ejército. Así, bajo unas condiciones deplorables y siendo maltratados por los oficiales alemanes, cientos de «enemigos de Hitler» dieron comienzo a las labores de construcción.
Pocos meses después, ya había establecidas muchas de las estructuras necesarias para la vida en el campo y la cúpula del nazismo ya había seleccionado a un oficial para encargarse de Auschwitz: Rudolf Hess. Entre estas primeras edificaciones, destacó por encima del resto el denominado Bloque 11, un edificio en el que se administraban los castigos y se llevaban a cabo las torturas a los prisioneros.

Comienzan los asesinatos

No obstante, la cantidad de detenciones de judíos llevadas a cabo por el ejército nazi no paraba de aumentar, por lo que, apenas un año después (en 1941), el líder de las SS Heinrich Himmler planteó a Hoess la necesidad de crear un nuevo campo de concentración en el que ubicar a los nuevos presos. De esta forma, se inició la construcción de Auschwitz-Birkenau, un centro situado a tres kilómetros del campo principal.
Este lugar, el más conocido en la actualidad, es en el que los alemanes comenzarían la que denominaron como la «solución final», el asesinato indiscriminado de hombres, mujeres y niños judíos con la única finalidad de eliminar esta raza de la faz de la tierra. A partir de ese momento fue cuando se inició el auténtico infierno de Auschwitz.
Tras la aprobación de la «solución final» todo se tornó negro para las miles de personas encerradas en el campo de concentración. De hecho, en Auschwitz vivían en condiciones infrahumanas nada menos que 100.000 prisioneros (unos 744 por barracón, cuando lo normal era un cuarto de esta cantidad).
Puerta de entrada de Auschwitz I
Puerta de entrada de Auschwitz I
Las condiciones de insalubridad (los prisioneros podían ducharse, con suerte, una vez a la semana tras multitud de horas de trabajo) se sumaban a la precaria situación del campo, construido encima de un pantano. Esto hacía que, muy a menudo, el tifus asolara los barracones acabando con toda forma de vida. Pero a lo que más miedo tenían los prisioneros, por encima de a las enfermedades, era a los crueles oficiales de las SS, quienes no tenían reparos en mandar a miles de personas a las recién construidas cámaras de gas.
Así, pronto comenzaron a llegar a la estación de Auschwitz-Birkenau los primeros trenes cargados de judíos. Allí, justo al bajar del transporte, los nazis los dividían en dos grupos: mujeres, niños, ancianos e incapacitados a la derecha; hombres y mujeres fuertes a la izquierda. El primer grupo era conducido directamente a las cámaras de gas, donde los alemanes hacían entrar a la muchedumbre bajo la promesa de una ducha caliente. Por su parte, el resto eran dirigidos al campo, donde eran tratados como esclavos.

La llegada de Mengele

Sin embargo, el verdadero mal llegaría a Auschwitz bajo el nombre de Josef Mengele, un cruel doctor alemán que vio en los prisioneros del campo unos sujetos perfectos para llevar a cabo sus crueles experimentos. «Cuando llegó Mengele, en mayo de 1943, Auschwitz estaba abarrotado con más de 140.000 prisioneros y se extendía por kilómetros en todas direcciones», determinan Geral L. Posner y John Ware en su obra «Mengele. El médico de los experimentos de Hitler».
Según cuentan los supervivientes, la crueldad de este doctor era tal que disfrutaba acudiendo a la estación de tren cuando llegaba un transporte para, además de decidir quien vivía y quien moría como experto médico, buscar cobayas humanas para sus pruebas. Entre sus sujetos de experimentación predilectos se encontraban los gemelos de corta edad, a los que sometía a todo tipo de vejaciones.
En cambio, todo cambiaría para los nazis cuando supieron que el ejército ruso avanzaba a pasos agigantados hacia Polonia para liberar Auschwitz. Conocedores de los crímenes que habían cometido, el miedo les llevó a volar los crematorios en los que, al día, se habían llegado incluso a quemar 10.000 cuerpos.
A su vez, se deshicieron de toda la documentación existente sobre la ingente cantidad de muertos. Finalmente, abandonaron Auschwitz el 18 de enero de 1944. Sólo nueve días después, las tropas rusas liberaron a los pocos prisioneros que los alemanes no habían asesinado o se habían llevado con ellos.
TOMADO DE:  http://www.abc.es/historia/abci-auschwitz-campo-exterminio-enorgullecia-nazismo-201701272058_noticia.html

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Muere Nati Mistral a los 88 años

La actriz y cantante compaginó el teatro y la canción y fue pionera de los musicales en España


Nati MistralVer fotogalería
Nati Mistral en una actuación.
La actriz y cantante Nati Mistral ha muerto a los 88 años en Madrid, según ha confirmado el director del Festival de Mérida, Jesús Cimarro. Mistral fue ingresada el pasado 27 de octubre de 2016 en estado muy grave tras sufrir un derrame cerebral y desde entonces ha estado ingresado en diversas ocasiones en el hospital.
A Mistral le derrotaron su versatilidad y sus últimas apariciones televisivas. Por la primera paseó su talento por el drama teatral, la comedia musical, la zarzuela, el teatro clásico, la música, el cine y los recitales poéticos. Y tanta capacidad influyó en que las nuevas generaciones le recuerden asociada al cine folclórico. Nacida como Natividad Macho Álvarez en Madrid en 1928, de su infancia decía recordar cómo había visto fusilar a miembros del Frente Popular, y por ello siempre fue franquista convencida. En los últimos años participó en diversos programas televisivos y aquí llegó su segunda derrota para la posteridad. De opiniones contundentes, sin filtro –“A mí no me calla nadie”-, se definía como “soy española, madrileña y monárquica, y presumo de muy derechona”. Aseguraba ser “más facha que nadie”, pidió en su momento a la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, que recurriera al ejército para limpiar las calles de Madrid o calificó a Pablo Iglesias, de Podemos, como “eso” o “el chico de las fotocopias”. Sobre la televisión creía que había terminado con los “actores de verdad”, porque hoy ninguno sabe “decir y sentir” un texto.
Nati Mistral en la sala del Círculo Catalán en Madrid donde ensayaba la obra de Antonio Gala 'Café cantante'.
Triste recuerdo para una artista que fue la primera cantante española que actuó en la BBC o que estaba considerada como la actriz que más veces había interpretado textos de Federico García Lorca. “No hay un estilo propio de Nati Mistral porque nunca me he sujetado a nada, necesito una constante renovación, ando siempre buscando cosas nuevas”, dijo en una entrevista en EL PAÍS. Nacida en una humilde familia que vivía en las manzanas de detrás de la Gran Vía, Nati Mistral tomo su nombre de la escritora chilena Gabriela Mistral, admirada por su madre. En su adolescencia fue una auténtica niña prodigio, ganando innumerables premios en canción y baile, como uno en Radio Madrid cantando un fado, con lo que obtuvo su primer contrato para la Compañía Infantil del Teatro Español. Aun así, no dejó de estudiar y curtirse en diversas facetas, base de su eclecticismo. Entró en la compañía de Enrique Rambal, a la vez que trabajaba como vocalista de la orquesta de Tomás Ríos, y fue contratada por la compañía de Lola Flores y Manolo Caracol para formar pareja artística con Tony Leblanc. En los cincuenta, de gira en Alemania con la compañía Los vieneses, decidió afincarse en Alemania por un despecho amoroso con Leblanc.
Nati Mistral
Nati Mistral.EFE
De allí volvió en 1957 convencida por Luis Escobar, para que protagonizara varias revistas musicales como Te espero en el Eslava, y Ven y ven al Eslava. Nati Mistral está considerada como la pionera de los grandes musicales en España. Por ejemplo, protagonizó la primera versión en España, en 1966, de El hombre de La Mancha.
En el cine antes de irse había aparecido en Las inquietudes de Shanti- Andía (1947), La nao capitana (1947) o El tirano de Toledo (1952), y en dos grandes éxitos: María Fernanda, la Jerezana (1947) y Currito de la Cruz (1949), lo que la marcó como folclórica. A la vuelta, centrada en los escenarios, solo actuó en la gran pantalla en Mi calle (1960), de Edgar Neville, y en algunos otros papeles menores.
En los años sesenta, devino en presencia frecuente en las diversas revistas televisivas, donde interpretaba sus éxitos como Guitarra, dímelo tú, Yo vi llorar a Dios, No soy de aquí Mimosa, Rosa de Madrid, Monísima, El polichinela, Gracias a la vida, Sueño imposible y Balada para un loco.
Como actriz dramática protagonizó obras como, con la Compañía del Teatro Nacional, Antígona, Fuenteovejuna, Fortunata y Jacinta, Bodas de sangre y Divinas palabras. Y llegaron sus triunfos y reconocimientos: Premio Nacional de Teatro en 1997; el Premio Mayte de Honor en, 2006; o Premio José Isbert de Teatro de 2007, Nati Mistral sumó otras distinciones como el Lazo de Dama de la Orden de Isabel la Católica en 1964 o la Medalla de Oro de las Bellas Artes en 2007. Alejada de los escenarios españoles durante un tiempo, reapareció en 1983 con la obra Isabel, reina de corazones. En 1992, participó junto a Juanita Reina y Rocío Jurado, en Azabache, espectáculo representado en el auditorio de la Expo de Sevilla. Y en 1998 presentó Simplemente Lorca.
Entre sus últimos trabajos teatrales destacan La malquerida, La Celestina, y ya en este siglo La Dorotea, Inés desabrochada y La gracia que no quiso darme el cielo,collage dramatizado de diversos poemas de Cervantes.
Nati Mistral también hizo larga carrera en Argentina y México. En Buenos Aires fue empresaria de su propio teatro –el Avenida- junto al actor Alberto Closas. Y allí logró un prestigio merecido por sus recitales poéticos.
Viuda del industrial barcelonés, Joaquín Vila Puig, fallecido en 1995 y con el que se había casado en 1959, el matrimonio no tuvo hijos.

Recordando a Nati Mistral

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Cultura - Arte

La Albertina de Viena analiza el proceso creador de Rafael en una gran exposición

Hasta el 7 de enero, el museo reúne 150 obras del genio renacentista, con especial énfasis en sus dibujos y bocetos
Estudio para «La Disputa del Sacramento» (1509), de Rafael
Estudio para «La Disputa del Sacramento» (1509), de Rafael - ABC
EFE Viena - Actualizado: Guardado en: Cultura Arte
Acercarse a Rafael por encima del hombro, mientras creaba los dibujos y bocetos que luego se convertirían en los frescos y pinturas que hoy asombran al mundo. De esa forma presenta la Galería Albertina de Viena al genial pintor renacentista en una nueva exposición que se inaugura mañana. «Para Rafael, el dibujo es la madre de todas las pinturas, de todos los frescos. Sin dibujos, sin cartones, sin modelos, no surge lo que hoy asombra a miles de millones de personas en Roma», dice el director de la Albertina, Klaus Albrecht Schröder.
La muestra, que estará abierta hasta el 7 de enero, reúne 150 piezas procedentes, además del rico fondo de la colección Albertina, de préstamos de pinacotecas como la Galería de los Ufizzi, el Louvre o los Museos Vaticanos. «Esta exposición ofrece muchas cosas nuevas. Por una parte, nunca se habían expuestos intercalados en un proceso los dibujos de Rafael, que son las mayores obras de arte de su género. Desde las primeras ideas, bocetos, composiciones, estudios, hasta los estudios naturales delicadamente ejecutados», explica Schröder.
«San Jorge y el Dragón» (1505), de Rafael
«San Jorge y el Dragón» (1505), de Rafael- ABC
De hecho, el peso de la muestra lo llevan los dibujos y bocetos, 130, frente a 18 lienzos, que se quiere sirvan al visitante para imaginarse al artista y mirarlo «por encima del hombro» -en palabras de Schröder- mientras piensa, improvisa y crea. El viaje por ese proceso creador es cronológico, desde su Urbino natal, pasando por su estancia en Florencia, donde se encuentra con el trabajo de Leonardo da Vinci y Miguel Ángel, y su época de esplendor y éxito en Roma, donde muere en 1520.
Entre las obras más tempranas que incluye la muestra se cuenta «San Jorge y el Dragón», de 1505, o las Madonnas Esterhazy y Colonna, ambas de 1508. Ya en ellas se ve la búsqueda del equilibrio entre la representación veraz de la naturaleza y el idealismo, enmarcado en su capacidad de representar la armonía y la belleza.

Sus trabajos para el Vaticano

La exposición de la Albertina muestra que, más allá de que cada boceto o apunte sea una obra de arte por sí mismo, en los dibujos de Rafael se ve ya que forman parte de un sistema, de un camino hacia una obra final. «Nunca antes se había podido entender ese proceso completo de creación de la imagen hasta la pintura expuesta», explica el director de la Albertina. En la exposición puede apreciarse esa evolución, por ejemplo, en los bocetos de lo que luego sería el retablo de «La Anunciación, la Adoración de los Magos y la Presentación en el Templo», colgados también ahora en la Albertina.
También se observa especialmente en las series de dibujos creados como base para «El traslado de Cristo» o para la «Disputa del Sacramento», uno de los primeros trabajos que realizó el artista para el Papa Julio II, tras instalarse en Roma en 1508. A partir de ese momento, su colaboración con el Vaticano es constante y fructífera. En la muestra se ven también estudios preparatorios para «La Escuela de Atenas», otro de los frescos creados para las estancias vaticanas. En la muestra destacan asimismo las representaciones de Virgen con el niño, varios retratos, incluso uno del propio artista. Además, se presentan atribuidos a Rafael cinco dibujos que hasta la fecha se habían considerado de alguno de sus colaboradores.
La Albertina ha tardado cinco años en preparar una exposición que, según su director, es la tercera más cara desde que el museo reabrió sus puertas en 1998. «Rafael es uno de los más grandes dibujantes de la Historia del Arte y siempre es un placer poder estar tan cerca de él», asegura Schröder.
TOMADO DE:  http://www.abc.es/cultura/arte/abci-albertina-viena-analiza-proceso-creador-rafael-gran-exposicion-201709291822_noticia.html

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El artista que inmortalizó a Sarah Bernhardt

Alphonse Mucha, pintando "Epopeya eslava"EM
Exposición retrospectiva de Alphonse Mucha, bohemio en París y figura capital del Art Nouveu
«Prefiero crear imágenes para la gente a producir arte como un fin en sí mismo». La frase sintetiza el pensamiento artístico de Alphonse Mucha, el artista checo que vivió la vida bohemia de París en la Belle Époque, y cuyos carteles teatrales inmortalizaron a Sarah Bernhardt, la actriz más famosa de su tiempo.
Pero Alphonse Mucha es mucho más que un cartelista popular y uno de los grandes protagonistas del naciente Art Nouveau, movimiento que se proponía borrar las fronteras entre el arte y lo decorativo. Una gran exposición retrospectiva sobre este artista nos muestra, a través de 200 obras, la verdadera dimensión de Mucha, pintor, diseñador decorativo, ilustrador y fotógrafo, que también era un nacionalista con una visión universalista, un místico y, sobre todo, un pensador. Así lo ha señaló ayer John Mucha, banquero y nieto del artista, en la inauguración de la exposición, que permanecerá abierta hasta el 25 de febrero.
Todas las obras de la muestra, organizada y producida por Arthemisia con la colaboración de la Fundación Mucha, proceden de esta institución. Aunque la producción del artista es amplia y variada, sus obras más conocidas están relacionadas con el París bohemio del fin du siècle, cuando realizó Gismonda y el resto de carteles para las obras teatrales de Sarah Bernhardt. «Aquello fue una locura. Nunca se había visto. La gente los arrancaba de las paredes y se los llevaban a casa», recuerda ahora el nieto del pintor.
Tomoko Sato, la comisaria de la exposición y conservadora de la Fundación, señala que los carteles de Mucha eran diferentes a los Toulouse-Lautrec y otros cartelistas de su época, con imágenes más agresivas y colores fuertes. «Mucha empleaba tonos pastel, y se preocupaba por buscar la armonía. Colocaba las figuras femeninas sobre una especie de pedestal y las coronaba con arcos, con lo cual tenían un aire escultural y religioso. A Bernhardt le llamaban la divinaSarah».
Alphonse Mucha nació en 1860 en una pequeña aldea de Moravia. La ocupación prusiana le marcó toda su vida, como se apreciará en las pinturas de su última época. Tras ser rechazado en la Academia de Praga se dedicó al teatro y después estudió Bellas Artes en Munich. Su llegada, en 1887 a París, la capital del mundo artístico, sería clave para su evolución y le daría fama internacional. De hecho, el estilo Mucha llegó a convertirse en sinónimo de Art Nouveau, un movimiento que se propagó hasta 1914.
Unos años antes, Mucha ya había decidido cambiar de estética y de pensamiento. Entre 1911 y 1926 se encerró en un castillo para volcarse en su proyecto más ambicioso: Epopeya eslava, veinte cuadros monumentales en los que el artista va investigando y mostrando la historia y el espíritu del pueblo eslavo con el que tan identificado se sentía. Estas obras se las regaló en 1928 al Ayuntamiento de Praga con motivo del décimo aniversario de la independencia de Checoslovaquia. «Sus contemporáneos se burlaban de él cuando se dedicó a este proyecto. Decían: ¡qué viejito está Mucha, haciendo pintura histórica en la época del cubismo y de las vanguardias!», recordó su nieto.
La exposición de Madrid, que se mueve en el laberíntico espacio del Palacio de Gaviria, comprende seis apartados, entre temáticos y cronológicos. Se inicia, como preámbulo, con retratos familiares, para pasar a Un bohemio en París, que va de sus inicios marginales hasta su éxito popular. «La Nochevieja de 1895, cuando el primer cartel invadió las calles de París, su vida cambió radicalmente», recuerda Sato. El segundo espacio sigue con los carteles y los objetos que Mucha diseñó para la publicidad de bicicletas, cigarros o chocolate, siempre con esas figuras femeninas tan florales. Después, el cartelismo del Art Nouveau va avanzando hacia el simbolismo. El místico, el patriota y el filósofo son los siguientes apartados de la exposición, que se cierra con su último proyecto, los bocetos para el tríptico sobre la edad de la razón, la sabiduría y el amor, un mensaje de paz universal concebido en un tiempo convulso. Murió en Praga poco antes de que estallara la guerra, aunque ya había sido detenido por la Gestapo.

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Obituaries

Richard Wilbur, Poet Laureate and Pulitzer Winner, Dies at 96

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Richard Wilbur in 2006 in his home at the time in Cummington, Mass.Credit Nancy Palmieri/Associated Press
Richard Wilbur, whose meticulous, urbane poems earned him two Pulitzer Prizes and selection as the national poet laureate, died on Saturday in Belmont, Mass. He was 96.
His son Christopher confirmed his death, in a nursing home.
Across more than 60 years as an acclaimed American poet, Mr. Wilbur followed a muse who prized traditional virtuosity over self-dramatization; as a consequence he often found himself out of favor with the literary authorities who preferred the heat of artists like Sylvia Plath and Allen Ginsberg.
He received his first Pulitzer in 1957, and a National Book Award as well, for “Things of This World.” The collection included “A Baroque Wall-Fountain in the Villa Sciarra,” which the poet and critic Randall Jarrell called “one of the most marvelously beautiful, one of the most nearly perfect poems any American has written.”
In the poem, Mr. Wilbur, observing statuary in a fountain — “showered fauns” — concludes:
They are at rest in fulness of desire
For what is given, they do not tire
Of the smart of the sun, the pleasant water-douse
And riddled pool below,
Reproving our disgust and our ennui
With humble insatiety.
Francis, perhaps, who lay in sister snow
Continue reading the main story
Before the wealthy gate
Freezing and praising, might have seen in this
No trifle, but a shade of bliss —
That land of tolerable flowers, that state
As near and far as grass
Where eyes become the sunlight, and the hand
Is worthy of water: the dreamt land
Toward which all hungers leap, all pleasures pass.
By the early 1960s, however, critical opinion generally conformed to Mr. Jarrell’s oft-quoted assessment that Mr. Wilbur “never goes too far, but he never goes far enough.”
Typical of complaints in this vein was a review by Herbert Leibowitz of Mr. Wilbur’s collection “The Mind-Reader” in The New York Times of June 13, 1976: “While we acknowledge his erudition and urbanity, we regretfully liken his mildness to the amiable normality of the bourgeois citizen.”
But there were many on the other side who objected to the notion that Mr. Wilbur’s poems were somehow unimportant because they were pretty. Jack Butler, for example, a resident of Okolona, Ark., wrote a letter to the editor in response to Mr. Leibowitz’s review, remarking, “Sirs, the man has had a feast set before him, the very best, and complains because it is not a peanut butter and ketchup sandwich.”
Mr. Wilbur sailed on regardless of which way the wind blew. He won a second Pulitzer in 1988, for “New and Collected Poems”; became the second poet laureate of the United States, succeeding Robert Penn Warren, in 1987-88; and won many other awards over the years, including the $100,000 Ruth Lilly Poetry Prize in 2006, when he was 85. In all, he produced nine volumes of poems and several children’s books, which he himself illustrated.
He was also an esteemed translator of poems and other works from the French, Spanish and Russian, including the plays of Molière and Racine.
Frank Rich, then The Times’s chief theater critic, wrote in 1982 that Wilbur’s adaptations of Molière comedies like “Tartuffe,” “The Misanthrope” and “The School for Wives” were “beautiful works of art in themselves — Mr. Wilbur’s lighter-than-air verse upholds the idiom and letter of Molière, yet it also satisfies the demands of the stage.”
Mr. Wilbur wrote lyrics for opera and musical theater productions, too; among them, Leonard Bernstein’s “Candide.”
Mr. Wilbur served three bloody years as a combat soldier in Europe in World War II, an experience that some critics thought might be a clue to the orderly, generally optimistic nature of his work. Perhaps “the utter disparity between what he saw and what he wished to see made him run for cover,” the poet and scholar John Reibetanz wrote. Mr. Wilbur dismissed this explanation.
“I feel that the universe is full of glorious energy,” he said in an interview with The Paris Review, “that the energy tends to take pattern and shape, and that the ultimate character of things is comely and good. I am perfectly aware that I say this in the teeth of all sorts of contrary evidence, and that I must be basing it partly on temperament and partly on faith, but that’s my attitude.”
Richard Purdy Wilbur was born in New York City, on March 1, 1921. When he was 2, his family moved to rural North Caldwell, N.J., and rented a pre-revolutionary stone house on a 500-acre private estate.
Roaming the woods and fields with his younger brother, Lawrence, Richard absorbed lessons of the natural world that would later fit easily into his poems. At home, immersion in books and the arts was a fact of everyday life. His father, Lawrence Lazear Wilbur, was a portrait painter. His mother, the former Helen Purdy, came from a family of journalists: Her father had been an editor of The Baltimore Sun, and her paternal grandfather an itinerant publisher and editor who founded several Democratic newspapers across the country.
Mr. Wilbur went to Amherst College in 1938, where he contributed poems, essays and cartoons to the campus newspaper and magazine. In 1942 he married Charlotte Ward and got his bachelor’s degree, and it seemed to him that he might become a journalist and write poems as a diversion.
First, though, there was the war. He had wanted to serve as an Army cryptographer but was denied the necessary clearance because his leftist views had raised an official suspicion of “disloyalty.” Indeed, he later said, he once attended a Marxist function at Amherst, and slept through it, but his politics were nothing much more radical than the Roosevelt New Deal policies.
It was at Harvard, where he went for graduate studies after the war, that he began to see poetry as a vocation. His first collection, “The Beautiful Changes,” came out in 1947, the same year he finished his master’s degree. He became an assistant professor at Harvard in 1950 and taught there for four years, the beginning of an academic career that included 20 years at Wesleyan University and 10 years at Smith. He finally went home to teach at his alma mater, Amherst, which honored him on his 90th birthday in March 2010 with readings of his poems and translations.
Beside his son Christopher, Mr. Wilbur is survived by a daughter, Ellen Wilbur; two other sons, Nathan and Aaron; three grandchildren, and two great-grandchildren. His wife, Charlotte, died in 2007.
“Anterooms,” his last collection of new poems and translations, was published in 2010 — a slim volume whose better pieces were “as good as anything Wilbur has ever written,” the Times’s reviewer, David Orr, wrote. Looking back, he observed that Mr. Wilbur had “spent most of his career being alternately praised and condemned for the same three things” — for his formal virtuosity; for his being, “depending on your preference, courtly or cautious, civilized or old-fashioned, reasonable or kind of dull”; and finally for his resisting a tendency in American poetry toward “conspicuous self-dramatization.”
Mr. Wilbur’s work did grow somewhat more personal in later years — he had “crumbled” a bit, as he put it. But his poems were never without wit, grace and rigor, even when they were about the end of things, as in the two-stanza “Exeunt:”
Piecemeal the summer dies;
At the field’s edge a daisy lives alone;
A last shawl of burning lies
On a gray field-stone.
All cries are thin and terse;
The field has droned the summer’s final mass;
A cricket like a dwindled hearse
Crawls from the dry grass.
Correction: October 15, 2017
An earlier version of this obituary misspelled the surname of an American poet. He was Allen Ginsberg, not Ginsburg.
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TOMADO DE:  https://www.nytimes.com/2017/10/15/obituaries/richard-wilbur-poet-laureate-and-pulitzer-winner-dies-at-96.html?&hp&action=click&pgtype=Homepage&clickSource=story-heading&module=first-column-region&region=top-news&WT.nav=top-news&_r=0

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Retrato de mi asesino

Se publica una biografía de Stalin en gran parte inédita que Trotski escribía cuando fue asesinado

“Stalin se divertía en su casa de campo degollando ovejas o vertiendo queroseno en los hormigueros y prendiéndoles fuego. Kámenev me dijo que, en sus visitas de ocio sabatinas a Zubalovka, Stalin caminaba por el bosque y continuamente se divertía disparando a los animales salvajes y asustando a la población local. Tales historias sobre él, procedentes de observadores independientes, son numerosas. Y, sin embargo, no faltan personas con este tipo de tendencias sádicas en el mundo. Fueron necesarias condiciones históricas especiales antes de que estos instintos oscuros encontraran una expresión tan monstruosa”.
Retrato de mi asesino
Estas palabras forman parte de una biografía singular. Por la relevancia de sus protagonistas, dos de las figuras prominentes de la Revolución Rusa, enfrentadas por una de las rivalidades más encarnizadas del siglo XX. Y porque el perfil quedó inconcluso después de que el retratado ordenara la muerte de su biógrafo. Stalin, la obra que León Trotski escribía cuando fue asesinado por Ramón Mercader en México en agosto de 1940, ha permanecido dormida durante más de siete décadas. Y después de muchas peripecias, mutilaciones y añadidos, vuelve a ver la luz en un volumen de casi mil páginas, en gran parte inédito, coincidiendo con el centenario de la llegada al poder de los bolcheviques.
La historia de este libro merecería la publicación de otro que la contara. Trotski, exiliado en México tras serle denegado el asilo en varios países, se sabía sentenciado por el líder de la Unión Soviética Josif Stalin. Pero no tenía particular interés en escribir la vida de su antiguo camarada. “No fue una venganza. Escribir esta biografía no entraba en los planes del abuelo. Estaba centrado en acabar otra sobre Lenin”, explica Esteban Volkov, nieto del revolucionario, en conversación telefónica desde Ciudad de México, donde reside. “Pero necesitaba dinero y la editorial Harper & Brothers de Nueva York le hizo una oferta generosa”.
Volkov, a punto de cumplir 92 años, ha sido durante décadas el guardián de la memoria de su abuelo. También es director de la Casa Museo León Trotski, entre cuyos muros fue asesinado el revolucionario en agosto de 1940 por un golpe de piolet del agente estalinista Ramón Mercader. El mismo escenario donde se presentará la versión en español del libro, publicada por la editorial mexicana Fontamara, el día 11, coincidiendo con el aniversario de una Revolución de Octubre que por diferencias entre los calendarios gregoriano y juliano, sucedió en noviembre para el resto del mundo. La obra se publicó hace un año en inglés en una editorial marxista de Londres y fue traducida después al italiano y al portugués, pero la noticia no tuvo repercusión en los grandes medios.
Harper & Brothers publicó una versión incompleta del libro en inglés en 1946. Antes no era posible, porque EE UU y la Unión Soviética eran aliados contra Alemania. Pero la viuda de Trotski, Natalia Sedova, pleiteó en los tribunales sin éxito para que fuera retirada. Sus objeciones se dirigían, sobre todo, contra el editor y traductor de la obra. “Hizo una deficiente edición del libro, con mutilaciones y múltiples añadidos de su cosecha muy alejados del pensamiento político del abuelo”, explica Volkov. El propio Trotski nunca tuvo demasiada confianza en su traductor, y había montado en cólera cuando supo que había enseñado algunos originales a terceras personas. “Parece tener al menos tres cualidades: que no sabe ruso, que no sabe inglés y que es tremendamente pretencioso”, escribió en una carta al periodista estadounidense Joseph Hansen. 
 
 
 
 
 
 
 
 
Sangre sobre papel
 
JORGE F. HERNÁNDEZ
La biografía más trascendental de Joseph Vissarionovich, tristemente celebrado aún por algunos por su apodo: Stalin, es un retrato minucioso del diabólico dictador ruso en 890 páginas, escrito nada menos que por León Davidovich Bronstein, que conocemos como Trotski. Parece increíble que al publicarse en inglés hace un año no haya provocado titulares a ocho columnas o revuelo en las redes ni reseñas diversas. Vivimos en amnesias funcionales que creen saciarse con 140 caracteres donde al menos dos generaciones sólo saben algo de León Trotski por las películas, postales, cafeteras y demás productos que circulan desde que Frida Kahlo se convirtió en marca registrada.
La inmensa biografía firmada por uno de los principales líderes de la Revolución Rusa desmenuza quirúrgicamente la demencia increíble de un sanguinario traidor de esa misma Revolución: un animal que parecería indescriptible de no contarse con miles de documentos, fotografías (incluso las alteradas “por el bien de la Historia”), testimonios, sobrevivientes de las purgas, náufragos del Gulag, proscritos redimidos y seguidores arrepentidos que incluso desde el primer triunfo bolchevique dejaron constancia de su reguero de desgracias y compendio constante de crímenes. Entre los párrafos que pergeñaba Trotski durante su exilio incansable en su frágil fortaleza de Coyoacán, estaban sobre la mesa los papeles que serían su lápida, cuya redacción se interrumpió en cuanto Ramón Mercader clavó su piolet de montañista en su cráneo.
Trotski forcejeó con el enviado, sabiendo que su verdugo se hallaba sonriente en el Kremlin y quizá durante su agonía pensó que al menos gran parte de la escrupulosa biografía del verdugo de él y de casi toda su familia, de millones de seres humanos y de no pocas ilusiones utópicas estaba prácticamente terminada. Había aceptado escribirla por el jugoso pago que prometió una editorial americana, cuyo traductor tuvo a bien mal-traducir, editar e incluso, enmendar y añadirle párrafos de su propia cosecha. Eso ya quedó corregido y contamos ahora con la publicación de un retrato del Diablo hecho en prosa sobre papeles… manchados de sangre.
Pero una parte de la obra no llegó nunca a manos de la editorial. Cuando se supo sentenciado, Trotski envió a la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, muchos de sus documentos para su custodia. “Los archivos salen esta mañana en tren”, había escrito el revolucionario el 17 de julio de 1940, un mes y tres días antes de su asesinato. Y allí se acumularon 20.000 documentos que ocupaban 172 cajas de artículos, fotografías y papeles manuscritos, mecanografiados, traducidos y sin traducir, con gran cantidad de correcciones que demostraban lo extraordinariamente meticuloso que era con su trabajo.
Capítulos enteros del libro sobre Stalin permanecieron así dormidos hasta que en 2003 el historiador galés Alan Woods comenzó a indagar en la montaña de documentos para rescatar la versión más amplia e íntegra posible del libro. Y después de más de diez años de trabajo el resultado fue una obra un tercio más extensa que el libro publicado en los años 40, sin los añadidos del primer traductor y, ahora sí, con las bendiciones de la familia de Trotski.
Woods coincide con Volkov en que Trotski no quería escribir este libro. “Pero una vez que se puso a ello, lo hizo concienzudamente, con mucha documentación y detalles incluso del periodo más desconocido de la vida de Stalin, su infancia. Para cualquier lector es un estudio psicológico fascinante”, explica desde Londres, donde reside. El historiador es un activo miembro de la Corriente Marxista Internacional. Participó en la lucha contra el Franquismo en España y fue firme defensor de la revolución bolivariana y amigo personal de Hugo Chávez, aunque en los últimos tiempos se ha distanciado de la deriva del Gobierno venezolano.
Los dirigentes del Partido Bolchevique eran en general gente muy capacitada, y entre ellos brillaba Trotski, que dominaba cinco idiomas y escribía varios libros a la vez. Stalin aparece en cambio retratado por su gran rival político como un hombre de horizontes limitados. Ese perfil mediocre coincide con el que hicieron otros observadores, como el periodista estadounidense John Reed, que en su crónica Diez días que estremecieron al mundo menciona a El hombre de acero solo dos veces y a Trotski nada menos que 67.
Pero, por lo que se cuenta en el libro que ahora se presenta, las cualidades de Stalin eran otras:  la astucia y el arte de la manipulación. “La técnica de Stalin consistía en avanzar gradualmente paso a paso hacia la posición de dictador, mientras que representaba el papel de un defensor modesto del Comité Central y de la dirección colectiva. Utilizó a fondo el período de enfermedad de Lenin para colocar a individuos que le eran devotos. Se aprovechó de cada situación, de cada circunstancia política, de cualquier combinación de personas para promover su propio avance que le ayudara en su lucha por el poder y lograr su deseo de dominar a los demás. Si no podía elevarse a su altura intelectual, podía provocar un conflicto entre dos competidores más fuertes. Elevó el arte de manipular los antagonismos personales o de grupo a nuevas alturas. En este campo desarrolló un instinto casi infalible”.
Sin embargo, Woods no atribuye la llegada al poder de Stalin a su carácter. “Era un niño maltratado por su padre, rencoroso y con tendencias sádicas. Pero no todos los maltratados se vuelven monstruos. Como no todos los artistas fracasados se vuelven Hitler”. Y propone un argumento marxista para explicar su ascenso. “En todas las revoluciones hay un periodo que necesita héroes, gigantes. Cuando llega a un periodo de declive, necesitan mediocres. La degeneración burocrática hubiera tenido lugar sin o con Stalin, porque Rusia era un país aislado y atrasado. Pero en este caso la burocracia se encarnó en un personaje sanguinario”.
¿Pudo acelerar el libro el asesinato? Stalin estaba muy bien informado de lo que hacía su rival. Cada mañana tenía los últimos artículos de Trotski sobre su mesa. Y Volkov recuerda cómo Robert Sheldon Harte, guardaespaldas de su abuelo a quien se atribuye la traición que facilitó un primer atentado contra él en mayo de 1940, le preguntaba siempre por la marcha de la obra. “Como cualquier criminal tenía que eliminar los testigos”, coincide Woods.

Esteban Volkov: “Uno de los grandes crímenes de Stalin fue mutilar la memoria”

Esteban Volkov, en su casa de Ciudad de México en 2016.
Esteban Volkov, en su casa de Ciudad de México en 2016.
B. M.
Esteban Volkov (Yalta, entonces Unión Soviética,1926), nieto de León Trotski y heredero de su legado, prepara estos días los actos para conmemorar el centenario de la Revolución Rusa en Ciudad de México, donde preside la Casa Museo en la que fue asesinado su abuelo. Allí llegó en 1939 para acompañarle en su exilio siendo apenas un adolescente, después de que su padre desapareciera en el Gulag y de que su madre muriera acosada por los sicarios de Stalin. Fue herido en un pie en el atentado que el pintor David Alfaro Siqueiros organizó para acabar con la vida del revolucionario en mayo de 1940 y pocos meses después fue testigo de la agonía de su abuelo tras ser atacado por Ramón Mercader. Pese a los terribles acontecimientos que ha presenciado, mantiene un espíritu sereno y un humor envidiable y a sus 91 años dice que espera vivir muchos más “para compensar todos los años que Stalin arrebató a sus familiares”.
Ha dedicado gran parte de su vida y de sus energías a defender la memoria de su abuelo. ¿Qué le ha movido a hacerlo?
Fui testigo de su asesinato y de la campaña de calumnias y difamaciones contra él de la prensa estalinista. Mentiras que muchos se encargaban de repetir una y mil veces para tratar de convertirlas en verdades. Uno de los más grandes crímenes de Stalin ha sido mutilar la memoria histórica. Si es un delito darle un mapa falso a un explorador que va a entrar en el Amazonas, dar falsos planos a la humanidad es un crimen aún más grave, dejar con una venda en los ojos al género humano entre profundos abismos es uno de los peores crímenes que se puede cometer.
¿Qué valor tiene la publicación de su biografía de Stalin tantos años después?
No era el libro que mi abuelo quería escribir, y lo hizo acuciado por las estrecheces económicas. Pero es muy interesante, porque fue escrito en la época de mayor madurez política de Trotski y cuenta el entorno en que un personaje de las características de Stalin, que rebasa la escala ética de cualquiera, puede llegar al poder. No hay duda de que fue un individuo sui generis, de una crueldad como pocas veces se ha visto en la historia. Personajes como Nerón o Atila se quedan chiquitos a su lado. Y por ello posiblemente aceleró la sentencia de muerte que había lanzado contra mi abuelo cuando supo que se estaba escribiendo su biografía.
¿Qué queda del pensamiento de Trotski cien años después de la Revolución Rusa?
Mi abuelo dejó un arsenal de ideas políticas para cambiar la sociedad. Para construir un mundo que vele por el ser humano y no por la codicia. Estudió a fondo el proceso estalinista y la contrarrevolución. Y predijo con 70 años de antelación la caída del totalitarismo burocrático en la Unión Soviética.
Fe de errores
En este artículo se ha modificado la imagen que lo ilustraba en un primer momento ante las dudas para identificar a las personas que aparecían en ella

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¿Os acordáis de Picasso?

El Thyssen junta obras del artista malagueño y Lautrec para mostrar la relación entre estos dos maestros de la modernidad

'Mujer desnuda recostada' (1965), de Picasso.
'Mujer desnuda recostada' (1965), de Picasso.
Antes de que el arte fuera lo que —institucional, oficialmente— es hoy: un medio dizque de acción política (de las que por lo demás no suelen lograr representación parlamentaria) o una ocurrencia que insiste, aunque ya como un banalizado intercambio comercial de contraseñas, en la insoluble aporía duchampiana de ser arte y antiarte a la vez, museo y realidad; antes, quiero decir durante el siglo XX, el paradigma artístico fue Picasso. El título de Cabanne —Le siècle de Picasso— era por eso exacto. Y la colección del MOMA hasta no hace tanto tuvo a Picasso por eje explicativo.
Durante la vigencia de ese modelo, un arte, pues, que había abandonado la mayúscula romántica pero no había caído todavía en la mayúscu­la contemporánea, retenía aún de las artes particulares sus propios protocolos, en cuyo ejercicio se comprobaba la efectividad de cada una como mediación con el mundo, con la realidad. El amor —carnal hasta el éxtasis— que mostró siempre Picasso, en concreto, por la pintura, fue incontestable, tanto como lo ajeno que le podía resultar un arte de nuevo mayúsculo, expandido, o sea, desprotocolizado. Quedó de manifiesto cuando por los años sesenta los llamados precisamente nouveaux réalistes y el pop se propusieron derogar al fin esa naturaleza mediadora o gramatical de las artes y disolverla o expandirla en la realidad (poco más o menos como ha ocurrido ahora con la ley en Cataluña).
'La cama' (1898), de Toulouse-Lautrec.ampliar foto
'La cama' (1898), de Toulouse-Lautrec.
Pero Picasso siguió pintando, obediente a la ley de la pintura, aunque aparte ya de la legalidad institucional. Y uno de los protocolos gramaticales propios de la pintura que ejerció con más ahínco fue el de la representación gráfica, lo que genéricamente diríamos el dibujo. De Picasso se dijo siempre: “Gran dibujante”. De ahí la pertinencia, además de la excelencia, de la exposición del ThyssenPicasso/Lautrec, que, comisariada por Francisco Calvo Serraller y Paloma Alarcó y con obras de más de 60 colecciones de todo el mundo, pone en relación a Picasso con Toulouse-Lautrec, precisamente. Porque la apropiación que de las maneras de Lautrec—dechado de dibujantes, cartelistas y caricaturistas modernos— hizo Picasso apunta justamente a ese corazón gráfico de su arte y a la importancia de la caricatura, que Baudelaire había ascendido a la consideración artística y publicaciones como Gil Blas o Le Chat Noir habían hecho extraordinariamente popular, en la práctica picassiana, o sea, en la de su amado arte de la pintura como instancia de mediación con el mundo. Y esto no sólo durante aquellos primeros tiempos parisienses, los de los rostros de burdel iluminados con luz de inframundo, o durante los periodos azul o rosa, sino —como la exposición da a ver y es uno de sus grandes méritos— siempre, hasta el fin de la vida del pintor, del pintor último que, así pues, estaba Picasso llamado a ser, por lo menos oficial, institucionalmente.
Lo vio muy bien, quizá el primero, Gustave Coquiot —aquí tenemos su mefistofélico retrato—, quien organizó en 1901 la célebre exposición chez Vollard, cuando habló de un periodo Steinlen (otro célebre caricaturista de Montmartre) y de periodo Lautrec. Picasso conocía a Lautrec de los tiempos de Els Quatre Gats, por Rusiñol y Casas. A los vagabundos, las putas, las bebedoras de ajenjo, los saltimbanquis —los saltimbanquis a quienes dedicó Rilke, a la vista del famoso cuadro de 1905, su quinta elegía— los vio Picasso en Lautrec tras haberlos previsto en Barcelona y acaso en los días madrileños de la revista noventayochista Arte Joven.
Lo caricaturesco y deforme era la representación convenida para lo particular, diferenciador y exagerado de las criaturas vivas, tan lejanas de las abstractas bellezas ideales. Por eso la caricatura y el cartel abocaban a una representación subversiva, transvaloradora. Y por eso no es extraño que el gran experto Werner Hofmann, al final de su libro La caricatura. De Leonardo a Picasso, quisiera reconocer en la Mujer llorando con pañuelo, de Picasso, a “la nueva Medusa de nuestra época”. Pero también concluía Hof­mann: “Una época en la que absolutamente todo cabe en un museo anula la protesta artística, no prohibiéndola, sino momificándola”. Y esa es la aporía del vigente orden político del arte o de su orden Duchamp, que nada quiere saber, claro está, de Picasso.
‘Picasso/Lautrec’. Museo Thyssen-Bornemisza. Hasta el 21 de enero de 2018.

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Muere María Martha Serra Lima, la voz argentina más vendedora de la historia

La cantante no superó dos complejas operaciones en su espina dorsal

María Martha Serra Lima junto al trío Los Panchos.Ampliar foto
María Martha Serra Lima junto al trío Los Panchos. FACEBOOK
María Martha Serra Lima, la cantante argentina que más discos vendió en la historia de su país, murió hoy a los 72 en Miami, Estados Unidos, donde residía desde hace algunos años. La artista no pudo superar dos operaciones en su espina dorsal a las que se sometió hace un mes. Dijo entonces que estaba “muy asustada” con la intervención, pero tomó la decisión de ir al quirófano para no quedar paralítica. María Martha Serra Lima fue la artista argentina que más discos vendió en la historia de su país, icono de la música romántica de los 80 y una de las primeras mujeres en saltar a la escena internacional desde Buenos Aires. Su voz sonó en el Madison Square Garden en Nueva York y sus discos fueron un éxito en España, Puerto Rico, México, Venezuela y Chile.
“O me opero o no camino más”, había dicho Serra Lima cuando ya tenía decidido entrar al quirófano. "Tengo miedo, son intervenciones muy difíciles, vi en Internet que es dificilísima y complicadísima. Yo no tengo 15 años y uno siempre tiene miedo", reconoció. Las operaciones se realizaron a finales de septiembre en el Aventura Hospital de Miami. Su productora, HPU International Production Lic, advirtió en aquel momento que “la cirugía requiere de una rehabilitación importante, por lo que estará fuera de los escenarios por un término prudencial de tiempo, que lo determinaran los médicos intervinientes”.
La cantante padecía insoportables dolores lumbares y en sus piernas desde hacía años. Hoy, la misma productora confirmó la muerte de la artista desde su cuenta oficial en Facebook: “Ha partido físicamente de esta vida, a las 2.30 AM, dejándonos lo más lindos recuerdos de su paso por esta vida, con su personalidad, su don de gente y sus maravillosas canciones, ejecutadas con todo ese sentir que ella tenía en su voz".
La marca personal de Serra Lima fue una entonación perfecta y su voz baja, con la que interpretó los boleros más famosos hasta convertirse en una estrella. Su primer disco se publicó en 1978, y desde entonces nunca se detuvo. En 1981 editó con el Trío Los Panchos Esencia Romántica, una placa que vendió cinco millones de copias, en momentos en que las cifras de ventas eran el termómetro del éxito o el fracaso de un cantante.
En una de sus últimas entrevistas recordó que su carrera comenzó cuando ya tenía 34 años, por la oposición férrea de su familia a que se dedicara al espectáculo. “Recién empecé cuando murió mi papá”, dijo. La demora no le impidió editar más de cuarenta álbumes, que le valieron quince Discos de Oro y 35 de Platino. Sus interpretaciones más recordadas fueron Algo contigo, Cosas de la vida, Usted y Cenizas, por nombrar sólo algunos de sus éxitos.
Participó en películas y tuvo un recordado romance con Sandro, el cantante más popular de Argentina, quien le dedicó la canción Cosas de la vida. "Cómo olvidar cuando en una reunión, rozamos nuestra piel y el mundo se detuvo. La confusión nos invadió a los dos, tratando comprender, qué estaba sucediendo”, le escribió Sandro. Los restos de Serra Lima serán cremados y sus cenizas arrojadas al mar Caribe, escenario de sus boleros más famosos.
TOMADO DE:  https://elpais.com/cultura/2017/11/02/actualidad/1509632186_355614.html

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Favio: la estética de la ternura
por Jesús Dueñas Becerra
jesus@infomed.sld.cu
 
Favio: la estética de la ternura, del realizador venezolano Luis Alejandro Rodríguez Ruiz, es el título del documental que, filmado para honrar la memoria del cineasta Leonardo Favio, fuera estrenado en la trigésimo séptima edición del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.
Dicho audiovisual en colores y con retrospectivas en blanco y negro, de 95 minutos de duración, y estructurado en imágenes de archivo y actuales, así como en los resultados de entrevistas a directores, actores y personal técnico, así como al ilustre intelectual suramericano. Profesionales del séptimo arte que, a lo largo de su fecunda existencia terrenal, establecieron con él sólidos lazos profesionales y afectivo-espirituales.
En las secuencias fílmicas correspondientes, se muestra lo mejor de su talento, porque Favio, tan versátil como indispensable en la cinematografía de nuestra América, tenía “duende”, al decir del poeta, escritor y dramaturgo granadino, Federico García Lorca, y que, en buen cubano, no es otra cosa que estar tocado por el “ángel de la jiribilla”, según el poeta, escritor, crítico y periodista, José Lezama Lima.
Como ningún otro autor escudriñó en el alma popular a través de personajes inocentes, marginados o incomprendidos frente a un medio social, en ocasiones brutal y en extremo despiadado hacia esas personas, a quienes se les privara del tesoro más importante que —después de la vida y la salud— posee el homo sapiens: la dignidad y el decoro.
De acuerdo con los testimoniantes, en la producción intelectual y espiritual de Leonardo encontramos una aguda crítica social, pero enfocada con evidente ternura, y desde una óptica ético-humanista e ideo-estético-artística por excelencia.
En las obras que Fabio le aportara a la pantalla grande latinoamericana y universal siempre hay víctimas y victimarios y un marcado interés por llevar al celuloide los problemas sociales que afectan no solo a los pueblos de nuestro hemisferio, sino también a los de todas partes del orbe.
En la filmografía de Leonardo Favio hay —al parecer— un componente autobiográfico, porque procedía de una familia de escasos recursos socio-económicos, de extracción muy humilde, y por ende, tuvo una niñez y una adolescencia traumáticas por la influencia directa de uno de los flagelos sociales que le han hecho tanto daño a la humanidad, en la misma medida que las secuelas de los conflictos bélicos y el azote del VIH-SIDA: el morbodel tener, el cual ha desplazado al ser.
De ahí, que los audiovisuales salidos de su genio e ingenio sustenten tesis filosófico-antropogénicas, y en consecuencia, analicen —con afilado bisturí— las causas de los problemas que, desde épocas inmemoriales, afronta la existencia del hombre, como consecuencia de los efectos desintegradores de esa enfermedad social que socava las bases del amor, el perdón y la paz; pilares fundamentales en que, para Favio, descansa la gran familia humana.
Homenaje que estoy seguro dejará una honda huella en la mente y en el alma de quienes tuvimos la suerte de ver y disfrutar el documental Favio: la estética de la ternura, como homenaje póstumo a ese gigante de la cinematografía latinoamericana.

FAVIO La Estética de la Ternura (2015) ★ TRAILER Oficial

Teaser: Favio, la estética de la ternura

 

Nos fuimos a ver "Favio, la estética de la ternura"

 

A los 74 años falleció Leonardo Favio

Jesús Dueñas Becerra - psicólogo, crítico y periodista
jesus@infomed.sld.cu
 
Publicado, originalmente, en la web de la UNEAC http://www.uneac.org.cu/ - La Habana, 4 de diciembre de 2015
 
 
En Letras-Uruguay ingresado el presente trabajo el día 5 de diciembre de 2015

Autorizado  por el autor, al cual agradecemos.
 
Editado por el editor de Letras Uruguay
 
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El presidente, los intelectuales y ‘la muñeca tetona’

El periodista mexicano Diego Osorno presenta un nuevo documental sobre las relaciones entre cultura y poder en su país a partir de una foto kitsch de 1987



Desde la izquierda, de pie: el periodista Benjamín Wong, el economista Iván Restrepo, la escritora Elena Poniatowska, la promotora cultural Margo Su, el periodista Héctor Aguilar Camín; sentados: el escritor Carlos Monsiváis, el periodista Miguel Ángel Granados Chapa, el expresidente Carlos Salinas y los escritores Gabriel García Márquez y León García Soler, en 1987.
Desde la izquierda, de pie: el periodista Benjamín Wong, el economista Iván Restrepo, la escritora Elena Poniatowska, la promotora cultural Margo Su, el periodista Héctor Aguilar Camín; sentados: el escritor Carlos Monsiváis, el periodista Miguel Ángel Granados Chapa, el expresidente Carlos Salinas y los escritores Gabriel García Márquez y León García Soler, en 1987.Cuartoscuro
A Gabriel García Márquez le llamó una noche para pedirle que hablara con su amigo Fidel Castro de un asunto que le preocupaba a Bill Clinton. De Héctor Aguilar Camín aún recuerda de memoria su número de teléfono, y Elena Poniatowska cuenta que le llamaba a menudo, directamente, pero ella al escuchar su nombre al otro lado de la línea decía, “sí, y yo soy la Virgen de Guadalupe”. Y colgaba.
Carlos Salinas de Gortari, presidente de México de 1988 a 1994, y un grupo de intelectuales son los protagonistas del nuevo corto documental del periodista Diego Enrique Osorno y Alexandro Aldrete. En apenas 30 minutos, y con un torbellino de anécdotas, testimonios y datos, La muñeca tetona, indaga en las relaciones entre el poder político y el mundo de la cultura en su país.
Todo empieza con una foto en el salón de una casa de la capital en 1987. Nueve periodistas, promotores culturales y escritores: Elena Poniatowska, Margo Su, Iván Restrepo, Carlos Monsiváis, Benjamín Wong, Héctor Aguilar Camín, Miguel Ángel Granados Chapa, Gabriel García Márquez y León García Soler. Todos alrededor de un sillón, arropando a Carlos Salinas, por entonces secretario de Presupuestos, y que un mes más tarde se destaparía como candidato. En una esquina del sofá, una extravagante figura de lana con unos pechos desproporcionados con el resto del cuerpo.La muñeca estaba allí, pero en el documental funciona como un Mcguffin, un truco para disparar la trama, y a la vez, como un elemento de extrañeza, un símbolo de esa misma relación extraña entre cultura y poder político. Como también es un símbolo Carlos Salinas, “el presidente más habilidoso y controvertido del México moderno”, según Osorno, que presentó la cinta esta semana en unos cines de la capital. 
El camino presidencial de Salinas arrancó con la sombra de un pucherazo y terminó marcado por el asesinato de su delfín político. En medio, dio entrada a toda una nueva generación de tecnócratas formados, como él mismo, en universidades estadounidenses. Fue el padrino de la gran privatización del Estado priísta –bancos, minas, puertos, telefonía– y del tratado de libre comercio con EE UU y Canadá. El hombre “de la Perestroika mexicana”, como le llamó Gorbachov en un visita a Moscú, acabaría arrollado por una fuerte crisis política y económica, con su hermano encarcelado por corrupción y saliendo del país por la puerta de atrás para no volver durante años.
La foto es el recuerdo de las reuniones que cada 15 días aquel grupo de intelectuales mantenían con un secretario de Estado, y una vez al año con el presidente. “Eran reuniones no palaciegas, sino críticas, pero a la vez muy cordiales y con respeto hacia el invitado”, explica Restrepo ante la cámara. Osorno reclutó para la pieza a “todos los que aún están vivos –incluido Salinas–, salvo García Soler y Aguilar Camín, quien comentó que no se acordaba. En el caso de los que ya habían fallecido, decidí buscar a figuras del mundo intelectual de hoy que pudieran ser consideradas como expertos o incluso herederos, en cierta forma, de los protagonistas fallecidos de la foto”.
Para Jaime Abello, presidente de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, fundada por García Márquez, la propuesta del documental “es interesante, porque visto en perspectiva, ningún otro país cuenta con una institucionalidad cultural como México, un programa tan grande de becas, premios, apoyos a creadores”. El escritor Fabrizio Mejía, “representante” de Carlos Monsiváis, quizá el invitado a aquellas reuniones con una voz más crítica, sitúa esas relaciones en la lógica del clientelismo: “Era un sistema muy eficaz basado en construir clientelas, igual sirve un saco de cemento, que las ayudas en el medio cultural”.
El documental también lanza preguntas sobre el momento actual. Según el director de la cinta, “en esa época, el PRI buscaba legitimar su régimen autoritario acerándose a los intelectuales. Ahora Peña Nieto es un presidente que no sabe ni citar tres libros que haya leído. El gobernador de Nuevo León, se hace llamar El Bronco: desde el apodo está apuntando a una postura anti intelectual. Creo que ahora estamos en un momento político anti intelectual, pragmático y bárbaro.
En una primera versión aparecía Diego Osorno como director del documental. La pieza ha sido co-dirigida por Alexandro Aldrete
 
TOMADO DE:  https://elpais.com/cultura/2017/11/03/actualidad/1509672870_513780.html


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